El poder

de las

 multinacionales

 

La liberalización competitiva impone reglas  que ponen en peligro el medio de vida de los pequeños productores, no genera empleos de calidad, reduce las posibilidades de acceso a medicamentos y agrava las desigualdades. Los países del Norte utilizan los tratados comerciales bilaterales para lograr concesiones que no pueden conseguir en la OMC

 

Los países empobrecidos están en manos de algunas multinacionales. El avance de los tratados sobre comercio e inversiones amenaza con socavar la promesa de que el comercio y la globalización servirían como motores para reducir la pobreza.

El sigiloso avance de los tratados de comercio e inversiones entre países ricos y pobres amenaza con negar a los países en desarrollo una posición favorable en la economía mundial, según un informe de Oxfam Internacional titulado Nuestro futuro por la borda: cómo socavan el desarrollo los tratados de comercio e inversiones entre países ricos y pobres.

Unos 25 países en desarrollo han firmado ya tratados de libre comercio con países del Norte, y más de 100 están embarcados en negociaciones. Cada semana se firman una media de dos acuerdos bilaterales de inversiones. Nadie se quiere quedar fuera de este nuevo colonialismo empresarial. Las negociaciones comerciales en marcha están creando una maraña de convenios entremezclados que aumentan los costes del comercio porque cada uno tiene sus propias reglas.

Los llamados países ricos, cuyos abanderados son EEUU y la UE, utilizan estos tratados y acuerdos sobre inversiones para lograr concesiones que no pueden conseguir en la Organización Mundial del Comercio (OMC). EEUU llama a esto liberalización competitiva. Este concepto provoca el desmantelamiento de la gobernabilidad económica. Se trasfiere el poder de los gobiernos a las empresas multinacionales. Se priva de herramientas para conseguir el desarrollo de sus economías y alcanzar una posición favorable en el mercado mundial a los países en los que se invierte. Con las tasas de crecimiento actuales, en el año 2050 las economías de China, India, Brasil, Rusia, Indonesia, México y Turquía serán en su conjunto mayores que las del actual G7.

Los tratados imponen una liberalización arancelaria que pone en peligro el medio de vida de los pequeños productores e impide a los gobiernos el uso de sus propias políticas arancelarias para promover la producción. Es una muestra del poder de las grandes empresas frente a las pequeñas tiendas de barrio.

Los países inversores imponen también reglas que reducen las posibilidades de acceso a medicamentos, aumentan los precios de las semillas para que los pequeños productores no puedan pagarlas y dificultan el acceso de las empresas a las nuevas tecnologías. Las reglas sobre inversión de estos tratados impiden exigir a las empresas extranjeras la transferencia de tecnología, la formación de trabajadores locales o la adquisición local de materias primas. Las inversiones extranjeras no establecen vínculos en el país, no generan empleo de calidad, no mejoran los salarios. En cambio, agravan las desigualdades. Así por ejemplo, el  tratado de comercio propuesto entre EEUU y Colombia aumentaría el coste de las medicinas en 919 millones de dólares para el año 2020, cantidad suficiente para prestar atención sanitaria a 5,2 millones de personas en el sistema de salud pública. El informe indica que los tratados no abordan los efectos negativos que los subsidios en los países ricos tienen sobre los llamados países pobres al generar prácticas desleales de dumping.

Los países industrializados han impulsado acuerdos bilaterales comerciales y sobre inversiones. En las dos últimas décadas, los sistemas de producción se han globalizado, las compañías más grandes del mundo tienen filiales, como media, en 40 países distintos, y alrededor del 10% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial se genera dentro de los sistemas mundiales de producción de las empresas transnacionales. EEUU, la UE y Japón están utilizando los tratados comerciales y sobre inversiones para ampliar la influencia de sus empresas líderes y reducir la capacidad de los países en desarrollo para lograr una posición favorable en la economía mundial.

Los objetivos principales de un tratado de libre comercio son: eliminar barreras que afecten o mermen el comercio, promover las condiciones para una competencia justa, incrementar las oportunidades de inversión, proporcionar una protección adecuada a los derechos de propiedad intelectual, establecer procesos efectivos para la estimulación de la producción nacional, fomentar la cooperación entre países amigos y ofrecer una solución a controversias. El comercio y las inversiones son necesarios para el desarrollo. Pero en condiciones de igualdad y libertad.

José Luis Dacal

Centro de Colaboraciones Solidarias - España

11 de mayo de 2007

 

 

 

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