Estados Unidos

 

Bush desoye a sus generales y enviará 21.500 soldados más a Irak

 

 

El nuevo plan prevé que el Gobierno iraquí se haga con el control de la seguridad en noviembre


El presidente George W. Bush ha decidido tirar por el camino del medio. Huir hacia delante para intentar poner remedio a la desastrosa situación en Irak, que casi cuatro años después de su invasión y con Sadam Huseín ya bajo tierra ve como aumenta la violencia y la inestabilidad. Eso, a pesar del consejo de los mandos militares.

Con la pesada losa de los alrededor de 3.000 jóvenes norteamericanos muertos en combate, una opinión pública harta de la contienda (sólo el 27% apoya a Bush en su manejo de la guerra), con una factura que ronda los 600.000 millones de dólares y los demócratas con el Congreso bajo su mando, Bush anunció ayer por la noche (madrugada en España) su nueva estrategia para salir de las arenas movedizas en las que se hunde poco a poco a golpe de encuesta.

Contradicción

Para ello ha decidido ignorar una de sus consignas más repetidas en estos meses de atrás: que siempre haría caso a los mandos militares en el terreno sobre cualquier decisión acerca de las tropas. Ahora enviará 21.500 soldados más al frente de batalla, tan sólo dos meses después de celebrarse unas elecciones que se interpretaron como un señal para pedir el regreso de las tropas a casa y a pesar de la oposición de sus asesores militares y del malestar que esa decisión ha causado. Como dijo hace tan sólo dos meses el general John Abizaid, responsable del Comando Central que supervisa las operaciones en Irak y Afganistán, mandar más tropas no es la solución.

Para poder llevar adelante sus planes con más comodidad, Bush sustituyó la semana pasada a Abizaid. Según algunos analistas, en esta decisión el mandatario ha hecho caso a sus cercanos en la Casa Blanca y a un puñado de halcones del Capitolio.

Otro punto clave en su estrategia será exigir a los iraquíes que asuman sus responsabilidades y se hagan cargo de la seguridad del país en noviembre, pues en la actualidad sólo controlan tres de las 18 provincias iraquíes. Bush quiere que se pongan manos a la obra y avancen también en el terreno político y económico. Como premio anticipado inyectará 1.200 millones de dólares en su maltrecha economía.

Reconoce errores

Durante su discurso, el presidente también tenía previsto reconocer algunos errores en la planificación de la posguerra, como no haber enviado más tropas antes, pero también culpará al Gobierno de Nuri al Maliki por haber lastrado operaciones militares por «interferencias políticas». Asimismo, en su discurso ignoró varias de las recomendaciones claves del llamado informe Baker, como la que pedía una retirada gradual de las tropas o la que aconsejaba entablar el diálogo con Siria e Irán.

Por su parte, los demócratas quieren celebrar votaciones simbólicas en la Cámara de Representantes y en el Senado la próxima semana sobre el plan de Bush. Su intención es acorralar a los republicanos para que expresen su postura personal, con la leve esperanza de mostrar su alejamiento de Bush y precipitar su aislamiento. La propuesta de negar la financiación para el envío de más tropas sigue sin contar con la simpatía de todos los demócratas. Nadie quiere ser visto negándole su apoyo a las tropas que luchan en Irak.

 

Diario de León - España

11 de enero de 2007

Fotocomposición Rel-UITA
 

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