Uruguay

A las cinco en punto: encendiendo los fueguitos de la memoria

 

Crónica de una noche poblada de memorias

 

Esperando entrar a la sala me detuve a observar a los que como yo aguardaban que se abrieran las puertas. Muchos me superaban en edad, muchos otros estaban instalados en el límite impreciso que marcan los cuarenta y largos –con los que me siento obviamente cómplice–, y un numeroso grupo de muchachos y muchachas desdecía el manido “los jóvenes de ahora no están para nada”

 

Ya instalada en la butaca y aún con las luces encendidas pensé en el oficio que elegí: escribir y enseñar historia. Pasé revista aceleradamente a las reflexiones de muchos historiadores que buscaron proporcionar visibilidad a aquellos actores sociales que carecieron de ella, que intentaron rescatar la condición de sujeto histórico de quienes fueron soslayados por la historia oficial. Recordé a Herodoto, padre de la historia, preocupado por “que no llegara a desvanecerse con el tiempo la memoria de los hechos públicos de los hombres...”

 

Estaba allí para asistir a la proyección de un documental. Sabía que para contar esta historia había sido necesario rastrear y analizar fuentes, recuperar materiales dispersos, transitar el camino de la historia oral, reconstruir a partir de los testimonios el contexto social, el clima de una etapa fermental. Ubicada en el múltiple rol que marca mi oficio y mi calidad de contemporánea de los hechos contados, con mis propias vivencias a cuestas, estaba allí para remover los rescoldos de mi memoria, para completar los espacios de recuerdo gastados por el tiempo, para descubrir lo común de una experiencia vital que signó a nuestra sociedad.

 

A las cinco en punto, aquel trocito de poema convertido en santo y seña, titula el documental. Las luces se apagaron.

 

Una memoria distinta del archivo

 

El 27 de junio de 1973 el presidente Juan María Bordaberry decretaba la disolución del Parlamento y la noticia del golpe de Estado en Uruguay recorría el mundo. En el país se iniciaba la resistencia con una huelga general con ocupación de los lugares de trabajo y de los centros de estudio convocada por la Convención Nacional de Trabajadores (CNT) cumpliendo una decisión tomada años antes. Sin embargo, esta escueta verdad de la historia uruguaya reciente esconde miles de historias de hombres y mujeres que protagonizaron hechos cargados de un contenido épico que conmueve.

 

Durante 15 días se escribieron gritos de libertad en las calles, se levantaron espacios de solidaridad, se quebró la anomia de los sectores populares, se trampeó al miedo. Por todo eso esta historia de rebeldía hecha de historias de rebeldías, esta historia de coraje hecha de historias de coraje merecía ser contada. Ella nos recupera a cada uno de nosotros en los demás, contiene y trasciende los territorios de la memoria individual para instalarse en el amplio territorio de la memoria colectiva de un pueblo.

 

José Pedro Charlo, Universindo Rodríguez y María Eugenia Jung recogen en un documental testimonios y registros de esos hechos. Nos acercan, a través de imágenes y de la memoria de algunos de los protagonistas, a nuestros propios recuerdos vividos o recibidos, que se continúan –y se continuarán– en los descendientes como partes de una historia-identidad en construcción.

 

Un documental que se desarrolla en torno a dos ejes: el testimonio de protagonistas y el de los que registraron los hechos; ejes que se articulan con una cuidadosa investigación histórica que los sustenta y complementa.

 

Una investigación que quiere trasmitir, recuperar, contar una memoria “distinta del archivo”, cargada de experiencias, viva.

 

Por eso, A las cinco en punto no constituye solo un espacio de una memoria del pasado, ni siquiera sólo –aunque ya fuera mucho– la memoria de quienes la conservaron librando batallas contra la muerte, la desaparición, la tortura, la cárcel, el exilio o el inxilio, sino una memoria-herramienta, una memoria-voluntad, útil para imaginar, definir, construir el futuro.

 

Los mágicos y rebeldes alimentos del hombre

 

Cuando las luces se encendieron aquella noche, supe que al recuperar para la memoria colectiva los hechos, los sentimientos, las emociones y el hacer de hombres y mujeres que protagonizaron la resistencia en los 15 días de la huelga general, todos los que allí estábamos nos sentimos más próximos. Tal vez, me digo, porque “un recuerdo amorosamente fundado convoca lo mejor que tenemos, el trocito de hazaña que nos toca cumplir” y me apropio de las palabras de Benedetti.

 

Sí, hubo un tiempo en que se apostó a vaciar la memoria, a silenciar el pasado o a instalar el velo de la amnesia tras la telaraña de una historia oficial. Un tiempo en que la esperanza fue suprimida por decreto. Un tiempo donde se derogó la alegría y se proclamó abolida la memoria. Pero la esperanza, la alegría y la memoria –mágicos y rebeldes alimentos del hombre– se atrincheraron, se acurrucaron para ser rescatados del silencio, del miedo, del olvido.

 

Colofón: de fueguitos, memorias y esperanzas

 

Pasados varios meses de aquella noche en que participé de la removedora experiencia de reconocernos en otros –así en plural– a través de la memoria, vuelvo a detenerme en ella desde la perspectiva de un presente que parece convocarnos a no arrepentirnos de la esperanza y el júbilo.

 

Un presente que se descubre posibilidad, desafío, construcción de un futuro imaginado, deseado, concebido como sueño o utopía, que busca la corporeidad del pan que falta en tantas bocas, de la justicia, de la solidaridad..

 

En el Uruguay de hoy, cuando la cuestión central parece ser cómo actuamos sobre el presente, y aun más cómo construimos el futuro, resulta evidente la imprescindible necesidad de recuperar las experiencias, de preservar el relato de esas historias de la que nos habla A las cinco en punto.

 

Dijo un poeta que “el fuego que de verdad calienta es el que viene de abajo” bienvenidos entonces todos los fueguitos de la memoria que abrigan la esperanza, esos que sirven –nos sirven– para que el bello deseo de que otro mundo es posible no sea sólo una consigna.

 

 

Silvia Visconti

Investigadora y docente de Historia

© Rel-UITA

 

 

* A las cinco en punto será exhibida entre el 3 y el 13 de marzo en Cinemateca Uruguaya, Sala 18 de Julio.

 

 

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