Movilización de 
	las comunidades básicas, diálogo con los docentes y presiones sobre el mundo 
	político indio fueron algunas de las claves del éxito de esta ONG, que desea 
	una colaboración cada vez mayor con los sindicatos. Entrevista a Shantha 
	Sinha, fundadora de esta ONG
	
	 
	
	 
	
	¿Cómo comenzó la Fundación 
	MV?
	
	Empezamos a combatir el trabajo infantil en 1991. Nuestra 
	principal preocupación era rescatar a los chicos que estaban sometidos a 
	servidumbre por deuda e inscribirlos en las escuelas. Comenzamos en tres 
	aldeas, informando a los padres sobre la existencia de una ley de abolición 
	de la servidumbre por deuda, explicándoles que los empleadores pueden ser 
	castigados y que los adelantos que recibieron en forma de préstamos se 
	pueden anular porque es ilegal obligar a una persona a trabajar. 
	
	Nos dirigimos a las comunidades. No fue fácil convencerlas. 
	Estimaban que si una persona no rembolsaba un préstamo, en el futuro nadie 
	le prestaría dinero. Les explicamos que si todos se unían encontrarían su 
	propia manera de generar créditos, sin depender de alguien de afuera. 
	También había que convencer a las familias de que está mal hacer que un niño 
	trabaje. Formamos grupos de voluntarios en las localidades, que hicieron una 
	labor puerta a puerta para difundir este mensaje. 
	
	Los padres de esos voluntarios no fueron nunca a la escuela, 
	pero ellos sí y consideran que les resultó muy útil, principalmente porque 
	eso abrió las puertas de su propia dignidad.
	
	 
	
	¿Qué lecciones sacaron de 
	su experiencia en las tres primeras aldeas? 
	
	En aquel entonces, sacamos a 30 chicos que estaban sometidos 
	a servidumbre por deuda. Hubo muchas tensiones ya que la mayoría de esos 
	chicos pertenecían a la casta de los dalits (intocables).
	
	Los otros chicos, pertenecientes a castas más altas, no los 
	aceptaban y se burlaban de ellos. Las aldeas boicoteaban el contacto con 
	esos chicos. Cuando quisimos inscribirlos en la escuela, las autoridades 
	escolares nos contestaron que esos chicos -de 10 y 11 años de edad-eran 
	demasiado grandes para que fueran a primer grado y que tampoco tenían el 
	nivel de instrucción necesario para que fueran a un grado más avanzado. 
	Debido a la tensión existente en las aldeas y a que las escuelas se negaron 
	a recibir a esos chicos, tuvimos que improvisar una solución para ellos.
	
	
	Algunos padres proporcionaron pequeños locales donde nuestros 
	voluntarios comenzaron a brindarles una enseñanza básica. Al año siguiente, 
	tenían el nivel necesario para que se los inscribiera en tercer grado. Esta 
	experiencia nos mostró que se debía preparar a los chicos para la escuela a 
	través de "programas puente". También teníamos que encontrar la forma de 
	reducir las tensiones en las comunidades. 
	
	 
	
	Como habíamos observado que los chicos sometidos a 
	servidumbre por deuda no eran los únicos que no iban a la escuela, pensamos 
	que para reducir las tensiones sería conveniente que procuráramos que todos 
	los chicos fueran escolarizados. Inclusive quienes se oponían a nuestro 
	accionar se dieron cuenta de que en sus propias castas podía haber chicos 
	que no iban a la escuela y no únicamente entre los dalits.
	
	Gracias a eso pudimos forjar alianzas más amplias: Al hablar 
	del derecho a la educación -en lugar de apuntar únicamente a la servidumbre 
	por deuda, lo que creaba muchas tensiones- pudimos convencer a más personas 
	de unirse a nosotros en la lucha contra el trabajo infantil. Otra de las 
	ventajas de este enfoque es que el mismo abarca a las niñas, que 
	generalmente realizan trabajo que no se ve y que no se remunera. Al 
	preconizar que todos los chicos fueran a la escuela, podíamos incluirlas
	
	
	 
	
	¿Creció mucho la Fundación 
	desde entonces?
	
	En 1991 comenzamos con 3 aldeas y algunas decenas de chicos 
	pero ahora tenemos actividades en unas 6.000 aldeas y hemos conseguido sacar 
	a alrededor de 390.000 chicos del trabajo y mandarlos a la escuela, donde 
	les hacemos un seguimiento hasta el segundo grado. Sabíamos que no podríamos 
	crear cursos de "recuperación" para todos.
	
	 Mandamos entonces a muchos de los ex chicos trabajadores 
	directamente a la escuela pero antes de inscribirlos hablamos con sus 
	futuros maestros. Les explicamos que su deber no consiste solamente en 
	enseñar las materias a los chicos ya escolarizados sino también en proteger 
	los derechos de los niños en general. Estimamos que un docente se debe 
	ocupar de todos los chicos de la aldea. Tienen que ir en busca de los chicos 
	que no van a la escuela y prepararlos para ingresar a una clase 
	correspondiente a su edad. 
	
	 
	
	¿Están de acuerdo con esto 
	todos los docentes?
	
	En un comienzo se mostraban muy reticentes pero comprendieron 
	que ocupándose de todos los niños también conseguían su propia superación. 
	Como no había textos escolares para esos chicos, los docentes tuvieron que 
	hacer gala de mucha imaginación y creatividad. Por primera vez se les 
	planteaba un verdadero desafío como docentes. Les gustó ayudar a que esos 
	chicos pudieran ir a la escuela y crearon sus propios métodos pedagógicos. 
	Ya no era el Estado el que les decía lo que tenían que hacer.
	
	En los lugares donde no desarrollamos actividades, los 
	docentes tienen una actitud negativa hacia esos chicos. Cuando hablamos con 
	ellos les decimos que comprendemos sus dificultades. En algunas clases hay 
	80 alumnos con un solo maestro. Queremos aliarnos con ellos en su lucha por 
	mejores  condiciones de trabajo.
	
	 
	
	¿Cómo inician las 
	actividades contra el trabajo infantil en una aldea nueva? 
	
	Ya no hacemos el trabajo nosotros mismos. 
	
	Cuando comenzamos en una aldea nueva, nos dirigimos 
	directamente a las autoridades locales electas y les decimos todo lo que 
	pueden hacer para que en sus aldeas ya no haya trabajo infantil. No vamos 
	más a las casas de las familias pobres sino que dejamos esa tarea en manos 
	de las personas electas y de los voluntarios, a quienes brindamos formación 
	para ello. 
	
	 
	
	¿Es fácil convencerlos?
	
	Desarrollamos actividades únicamente en las aldeas que nos 
	invitan a hacerlo, por ejemplo, a través de una agrupación de jóvenes u otra 
	ONG, o inclusive alguna persona electa. Les explicamos cómo pueden hacer las 
	cosas ellos mismos. Nosotros continuamos trabajando en nuestras zonas 
	tradicionales de acción pero cuando nos extendemos a nuevas zonas, lo 
	hacemos a través de otros agentes porque de esta manera los resultados son 
	más duraderos. 
	
	 
	
	Nuestras actividades son fáciles de copiar, no se necesita 
	tener a la Fundación MV para poder hacerlas. Cualquier otra organización 
	puede hacerlo y nosotros podemos brindarle asesoramiento. De esta manera, se 
	acelera muchísimo el proceso. La India es un país muy grande, no   podemos 
	hacer todo nosotros.
	
	 
	
	¿Qué sucede una vez que se 
	hizo tomar conciencia a los padres?
	
	En ese momento nos plantean dos cuestiones. La primera: 
	"Somos tan pobres que necesitamos los ingresos del niño". La segunda: "De 
	acuerdo, mandaré a mi hijo a la escuela durante 10 años pero, ¿usted me 
	garantiza que después tendrá trabajo?" Son pensamientos con fundamento. Todo 
	el mundo, incluido el Banco Mundial, dice que los chicos trabajan debido a 
	la pobreza. Nosotros les mostramos a los padres de chicos trabajadores que 
	otros chicos de su vecindario van a la escuela a pesar de la pobreza.
	
	 
	
	 Les presentamos también jóvenes que fueron a la escuela y 
	que, inclusive cuando no tienen empleo, están en mejor situación que sus 
	chicos analfabetos porque tienen dignidad, se respetan. Se les pide que 
	desempeñen distintas funciones en las aldeas porque tienen instrucción y las 
	demás personas los aprecian. Les mostramos que la educación no tiene como 
	único objetivo conseguir un empleo sino también la dignidad. Este  tipo de 
	concepto se comprende bien. 
	
	 
	
	¿Qué sucede con la falta de 
	ingresos?
	
	Les decimos que miren a otros padres que son tan pobres como 
	ellos y que no obstante consiguen mandar a sus chicos a la escuela. A veces 
	se ve a padres que tienen dos bolsas de arroz de reserva pero que no mandan 
	a sus chicos a la escuela mientras que una familia vecina manda a los suyos 
	a pesar de que no tiene ninguna reserva de comida. Este argumento convence a 
	los más reticentes. Entonces ven como su chico se transforma: aprende a 
	cantar, a leer, a escribir, a jugar. El chico es realmente distinto de lo 
	que era antes y sus padres están orgullosos de él. Eso los impulsa a 
	invertir en la escolaridad de sus hijos, a pesar de que implica gastos 
	(libros, uniformes, matrículas de inscripción...). Y si no consiguen 
	pagarlos, protestan ante las autoridades y les recuerdan que la regla indica 
	que no debe haber matrícula de inscripción. 
	
	 
	
	¿Qué sucede cuando en la 
	región no hay escuela?
	
	 Es algo que nos sucede muy a menudo. Creamos entonces una 
	escuela con aportes de la comunidad. En ella dan clase nuestros voluntarios 
	locales y alentamos a las comunidades a exigir que el gobierno les 
	proporcione docentes. Gracias a nuestros esfuerzos se crearon por lo menos 
	600 escuelas y fueron reconocidas por el gobierno, que envió docentes.
	
	 
	
	¿No es difícil convencer a 
	los docentes de irse de las ciudades a trabajar en pequeñas aldeas?
	
	Sí, tenemos ese problema pero, al mismo tiempo, los docentes 
	saben que las comunidades participan y los respetan. Eso los motiva. Hemos 
	visto docentes que recorren a pie 13 ó 14 kilómetros para enseñar en una 
	aldea donde la comunidad realmente lo desea. Esta participación comunitaria 
	puede hacer que los docentes pongan la energía necesaria a la tarea. ¿Y qué 
	sucede en las grandes ciudades, donde quizás no exista este tipo de 
	comunidades? Por el contrario, hay muchas. Acabamos de comenzar a trabajar 
	en Hyderabad. En los barrios marginales hay dirigentes muy militantes que ya 
	luchan para que se respeten diversos derechos fundamentales: vivienda, agua, 
	electricidad, transporte público, etc. Lo que les decimos es: "Ustedes que 
	ya tienen tantas luchas en curso, ahora pueden asociarse para reclamar por 
	la educación de los chicos". A veces para que el proceso comience basta con 
	que una entidad como la nuestra les haga comprender la importancia que tiene 
	la educación. Los dirigentes de los barrios marginales ahora se ponen en 
	contacto con los partidos políticos para exigir escuelas, y las consiguen.
	
	 
	
	¿Es más difícil convencer a 
	los padres de que envíen a sus hijas a la escuela?
	
	Sí, para una niña es mucho más difícil ir a la escuela pero 
	si existe un entorno propicio, se logra. Les hablamos a las familias del 
	derecho fundamental de la niña a vivir su infancia. Hablamos mucho con las 
	madres, les preguntamos si ellas no se sintieron acaso privadas de su 
	infancia, si desean que a sus hijas les suceda lo mismo. Muchas mamás no 
	quieren que sea así.  
	
	 
	
	¿Colaboran con los 
	sindicatos? 
	
	Es importante trabajar con los sindicatos, principalmente 
	porque muchos sindicatos de la India están muy allegados a un partido 
	político. Los partidos políticos no han dado a conocer una posición clara 
	con respecto al trabajo infantil. Para ellos no es algo que todavía revista 
	importancia fundamental. Para cambiar esta situación, tenemos que trabajar 
	con los sindicatos a fin de que éstos ejerzan presión sobre sus partidos en 
	pro de una política sobre el trabajo infantil y la educación. Nuestra 
	experiencia nos muestra que es posible abolir el trabajo infantil pero se 
	debe llegar a tener una política gubernamental duradera. En el plano 
	internacional, hemos colaborado con la ICM (Internacional de Trabajadores de 
	la Construcción y la Madera) en un programa por el derecho a la educación de 
	los trabajadores de las fábricas de ladrillo, principalmente elaborando una 
	petición dirigida al Presidente de la India. También trabajamos con los 
	sindicatos de trabajadores agrícolas, principalmente en el sector del 
	algodón. Como los empleadores son multinacionales, deseamos establecer una 
	colaboración con organizaciones sindicales internacionales. Además, cuando 
	se cometen graves violaciones de los derechos de los niños, hemos creado un 
	Foro de Protección de los Derechos del Niño que se dirige a los medios 
	informativos. Cuando la voz de un sindicato se agrega a la de este Foro, el 
	mensaje llega más personas y tiene mayor resonancia. 
	
	 
	
	Samuel 
	Grumiau
	
	CIOSL
	
	1 de agosto 
	de 2006
	 
	
					
							
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