Uruguay - Brasil

Discurso de Jair Krischke en ocasión del Primer Encuentro

del MERCOSUR de los Museos de la Memoria

Brasil y el Plan Cóndor

 

 

Antes que nada, es importante tener en cuenta que, con el golpe militar del 31 de marzo de 1964, Brasil puso en plena vigencia la “Doctrina de la Seguridad Nacional”, empezando la larga y trágica noche de represión, exilio, tortura, muerte y desapariciones.

 

Buscando la hegemonía en América del Sur, Brasil también exportó la  “Doctrina” a toda la región, especialmente para los países del Cono Sur, actuando fuertemente en la formación de agentes de inteligencia y represión.

 

Las primeras clases se dieron en 1959 en la “Escola Superior de Guerra” (ESG), donde se impartían los más diversos cursos y conferencias y que funcionó solo un año.

 

El reinicio de los cursos se dio en 1965, un año después del golpe, y actuó hasta 1973, cuando fue creada la Escuela Nacional de Informaciones (ESNI), que quedó con la responsabilidad de la formación de los nuevos cuadros de las fuerzas de seguridad. En la nueva Escuela, los oficiales alumnos aprendían, además de las asignaturas propias, lenguas extranjeras, ideologías políticas, historia, etc. Entre varios y distinguidos alumnos, ahí estuvo Osvaldo Enrique Romo Mena, reconocido torturador y uno de los dirigentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) chilena, organismo que ayudaron a organizar algunos agentes brasileños. 

 

Además, también promovían conferencias bilaterales e intercambio de materiales generados por los aparatos de represión, que fueron muy utilizados, como por ejemplo: el “Diccionario de Termos e Expressões, Nomes e Siglas Utilizados pelos Subversivos Terroristas”, encontrado en el “Archivo del Terror” (Asunción, Paraguay), elaborado por el oficial de policía brasileño Edsel Magnotti, y que constituye una fuente fundamental para comprender la actuación de los órganos de represión y los conceptos creados por ellos.

 

En el Cono Sur de nuestra América, es importante subrayar el año 1973, no solamente por la creación de la Escuela Nacional de Informaciones en Brasil, sino especialmente por el golpe militar en Uruguay, en junio y el golpe militar en Chile en septiembre.

 

El gendarme del patio trasero

 

La dictadura militar de Brasil no admitía, que en los países vecinos, ocurrieran experiencias de izquierda, que vinieran a estimular internamente la llamada “subversión”, y a obstaculizar en el exterior la expansión de sus intereses económicos.

 

La durísima represión desatada por el gobierno del general Emílio Garrastazu Médici (1969-1974) en el ámbito interno, en contra de toda y cualquier oposición al régimen militar, se proyectó, en consecuencia, sobre los demás países de Sudamérica, bajo la forma de intervenciones más o menos disfrazadas, sin siquiera buscar justificaciones doctrinarias de las fronteras ideológicas.

 

El golpe de Estado dado en Bolivia por el  general Hugo Banzer, contó con un fuerte apoyo logístico de Brasil, cuyos aviones militares, sin ocultar las insignias nacionales, descargaron fusiles, ametralladoras y municiones en Santa Cruz de la Sierra.

 

Pocos meses después, en  diciembre de 1971, el Uruguay, estuvo a punto de sufrir una intervención militar de Brasil. Las tropas del IIIº Ejército (Río Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná), se prepararon para invadirlo, ejecutando la “Operación 30 Horas” (tiempo necesario para ocupar todo el territorio del Uruguay). Esto no ocurrió sólo porque el general Líber Seregni, candidato del Frente Amplio (coalición de partidos de izquierda y centro-izquierda), perdió las elecciones con los conservadores. Pero, los agentes de los “servicios” de Brasil, seguían colaborando activamente en el combate a las organizaciones de izquierda.

 

También es importante subrayar que el Proyecto de Documentación del Cono Sur, del National Security Archive, recolectó 15 documentos secretos de Estados Unidos, que muestran que Brasil estaba preocupado de que el ejemplo de Salvador Allende en Chile se repitiera en Uruguay. Las preocupaciones eran compartidas tanto por Brasil como por Argentina, cuyas agencias de inteligencia militar llevaban a cabo consultas regularmente y habían anteriormente tenido un acuerdo para intervenir en los eventos políticos en Uruguay.

 

El presidente brasileño, general Emílio Garrastazu Médici, visitó Washington entre el 7 y el 9 de diciembre, cuando aun no se habia definido el resultado de las elecciones uruguayas.

Henry Kissinger remarcó el apoyo de Garrastazu Médici a la doctrina Nixon en América Latina.

 

Garrastazu Médici sostuvo varias reuniones con el presidente Richard Nixon, el asesor de Seguridad Nacional Henry Kissinger, el secretario de Estado William Rogers y el que en breve seria subjefe de la CIA, general Vernon Walters. En varios de los memorandos sobre las conversaciones con el presidente brasileño, Richard Nixon menciona la ayuda de Brasil para influir en las elecciones uruguayas. Henry Kissinger remarca el apoyo de Garrastazu Médici a la doctrina Nixon en América Latina.

 

Según esta doctrina, una nación como Brasil jugaría el papel de potencia regional subsidiaria, actuando por los intereses de Estados Unidos.

 

Elecciones con libertad vigilada y golpe teledirigido

 

Las elecciones fueron llevadas a cabo el 28 de noviembre de 1971. Líderes del Frente Amplio hicieron denuncias en el sentido que Estados Unidos y Brasil estarían apoyando una ola de intimidación en contra de su campaña y sus candidatos. Luego de un controversial atraso de más de dos meses, el 15 de febrero de 1972, la Corte Electoral anunció la victoria de Juan Maria Bordaberry, del Partido Colorado en el gobierno, con 41 por ciento de los votos, sólo unos pocos miles de votos por encima del 40 por ciento obtenido por el candidato del Partido Blanco. El Frente Amplio terminó en un distante tercer lugar con 18 por ciento de los votos.

 

El oficial de Policía -del DOPS de São Paulo- Sérgio Paranhos Fleury, colaboró en la organización de los “Escuadrones de la Muerte”, destinados a exterminar a los Tupamaros (militantes del Movimiento de Liberación Nacional Tupac Amaru), que realizaban, en aquel entonces, espectaculares operaciones de guerrilla urbana. En junio de 1973, cuando un golpe militar que implantó la dictadura en Uruguay, el ejército de Brasil -que influyera directa e indirectamente en el hecho- le regaló al ejército uruguayo  centenares de camiones y autos Volkswagen, en una operación del orden de casi un millón de dólares.

 

No fue por casualidad que Costa Gavras, en su famosa película “Estado de Sitio”, haya mostrado en una escena un avión de la línea aérea brasileña Varig aterrizando en el Aeropuerto Internacional de Carrasco (Montevideo), y luego a un grupo de personas sacando del aeroplano varias cajas con instrumentos de tortura. En otro momento del filme aparece el agente estadounidense Dan Mitrione dando clases de tortura y, al fondo, en una pared, se veía una bandera de Brasil y otra del Uruguay.

 

Brasil también  tuvo mucho que ver con el golpe militar en Chile. Desde 1971, agentes brasileños del Serviço Nacional de Informações (SNI) actuaban en Chile, buscando desestabilizar el gobierno de Salvador Allende y lograr informaciones sobre brasileños exiliados en este país, que en este momento llegaban a más de 5.000.

 

Entre estos agentes, una vez más, estaba el oficial de policía Sérgio Paranhos Fleury, el hombre de los  “Escuadrones de la Muerte” de Brasil.

 

¡Más que todos ellos, el propio embajador de Brasil  estaba comprometidísimo con los golpistas!

 

"¡Ganamos!"

 

Con esta palabra el entonces embajador de la dictadura militar brasileña en Chile, Antonio Candido da Camara Canto, conmemoró el triunfo del golpe militar de Pinochet, para el cual, tanto él como el gobierno militar de Brasil habían trabajado intensamente.

 

En el largo artículo publicado en “La Tercera” del 3 de agosto de 2003, titulado "La ayuda secreta de los militares brasileños", se afirma que el embajador Camara Canto era conocido como "el quinto miembro de la Junta (militar) por sus estrechas relaciones con el gobierno militar". Destinado a Chile entre 1968 y 1975, Camara Canto estableció estrechas relaciones con altos miembros del Ejército y la Marina y, después del golpe, fue el primer diplomático en reconocer a la Junta Militar de Pinochet.

 

Camara Canto llegó a recibir del asesor de la Junta Militar, Alvaro Puga, el reconocimiento: "Era un hombre que estaba de nuestro lado", dijo de él.

Edward Corrí declaró al Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense que "tenía motivos para creer que los brasileños habían funcionado como consejeros de los militares chilenos", y agregó: "El apoyo técnico y psicológico del golpe chileno provino de Brasil".

 

El embajador estadounidense en Chile en el momento del golpe militar, Nathanael Davis, en su libro "Los últimos días de Salvador Allende", ya había afirmado que el embajador brasileño había intentado en 1973 aproximar la embajada de Estados Unidos a los planes golpistas. "Durante una cena, el embajador brasileño me hizo una serie de sugestiones (que no acepté), para tratar de llevarme hacia una coordinación entre las embajadas para un planeamiento cooperativo y unir esfuerzos en el sentido de provocar la caída de Allende”, refirió.

 

Considerado -según La Tercera- un eximio caballero y coleccionista de arte, Camara Canto era "profundamente antimarxista", había establecido una gran amistad con el general Sergio Arellano Stark, un militar que fue clave durante el golpe y la posterior represión.

 

En septiembre de 1975, Camara Canto dejó su cargo en Santiago de Chile por razones de salud. Al cocktail de despedida compareció el general Gustavo Leight, miembro de la Junta Militar, mientras una comisión integrada por los generales Sergio Arellano Stark y Herman Brady fue a dejarlo al aeropuerto cuando partió de Chile.

 

Otro ex embajador de Estados Unidos en Chile, Edward Korry, declaró en 1977 al Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense, que "tenía motivos para creer que los brasileños habían funcionado como consejeros de los militares chilenos", y agregó: "El apoyo técnico y psicológico del golpe chileno provino de Brasil".

 

En 1985, el ya mencionado Nathanael Davis afirmó en su libro que "la conexión brasileña fue confirmada por muchas fuentes".

 

Cuando en la tarde del 11 de septiembre de 1973, los miembros de la Junta Militar presidida por Pinochet realizaban su juramento en la Escuela Militar de Santiago de Chile, recibieron allí mismo la visita del embajador brasileño Camara Canto como el primer representante de un gobierno extranjero reconociendo la Junta Militar que usurpaba el poder.

 

Un mes después, en octubre, un despacho de la CIA enviado desde Santiago de Chile hacia Washington decía: "Presos brasileños liberados recientemente del Estadio Nacional relataron que mientras estaban detenidos fueron interrogados por individuos que hablaban fluidamente el portugués y, por eso, suponían que se trataba de oficiales de la inteligencia brasileña", de acuerdo al texto ahora divulgado. También corrían versiones según las cuales la dictadura militar brasileña había asesorado y transmitido técnicas de tortura a los militares chilenos al comienzo de la dictadura; todos esos procesos eran conocidos por el entonces embajador brasileño.

Entre el 25 de noviembre y el 1 de diciembre de 1975, justo dos meses después de que Camara Canto dejara la embajada por motivos de salud, ocurrió el encuentro fundador de la “Plan Cóndor”, en Santiago de Chile.

En los primeros  días del golpe, más de 100 brasileños que estaban en Chile bajo la protección del Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR) fueran detenidos y llevados al Estadio Nacional

 

Con todos estos antecedentes, no es difícil imaginar el rol protagónico que jugó Brasil en la creación de tan siniestro organismo. Lamentablemente no sabemos quiénes fueron los representantes de Brasil en este momento.

 

Pero estamos seguros de que, desde ese momento, la figura de los agregados militares adquirió una enorme importancia pues, utilizando la estrategia del correo diplomático, remitían informaciones de interés del “Cóndor”.

 

En los documentos del Ministerio de la Justicia de Brasil, que se encuentran en el Archivo Nacional (Rio de Janeiro), existen informes sobre las actividades de brasileños en el exterior, por ejemplo: del actual gobernador de São Paulo, José Serra, que vivía en Chile y trabajaba para la ONU. Y no fue una casualidad que en los primeros  días del golpe, más de 100 brasileños que estaban en Chile bajo la protección del Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR) fueran detenidos y llevados al Estadio Nacional.

 

El vuelo del Cóndor en Brasil

 

Desde 1970, en el Cono Sur de América, el aparato de la represión brasileña, en sus “operativos”, utilizaba los métodos que después serian adoptados por el “Plan Cóndor”. Sin dudas, se puede decir que Brasil tenía las premisas del Cóndor.

 

El 11 de diciembre de 1970, el ex coronel del Ejército brasileño Jefferson Cardin Osório, su hijo, que también se llama Jefferson, y su sobrino, Eduardo Lepetigui, fueron secuestrados en Buenos Aires y llevados a Rio de Janeiro, Brasil, donde el coronel cumplió condena hasta 1977. Lamentablemente, fue distinta la suerte del ex mayor del Ejército brasileño Joaquim Pires Cerveira y el estudiante João Batista Rita Pereda, secuestrados en Buenos Aires en diciembre de 1973.

Brasileños del movimiento opositor clandestino que estaban refugiados en Argentina, fueron secuestrados en Buenos Aires y están siendo torturados en Rio de Janeiro”.

(The Guardian, febrero de 1974)

 

Los dos vivían en Santiago de Chile como exiliados bajo la protección de ACNUR. Con el golpe del 11 de septiembre, logran huir para Buenos Aires, donde seguían bajo la protección del  Alto Comisionado para los Refugiados. Pero igualmente fueron secuestrados por grupos armados en su domicilio. En esa redada participó un militar brasileño, después identificado como “Denis Reis”, sin que hasta ahora se conozca su rango.

 

En la noche de 12 para el 13 de enero de 1974 fueron vistos en el cuartel de la Policía del Ejército (DOI-Codi), en Rio de Janeiro, con “evidentes marcas de tortura” (relato a ACNUR).

El diario The Guardian (Londres) del 19 de febrero de 1974 publico: “Rebeldes brasileños torturados después de secuestrados (…) Dos Brasileños del movimiento opositor clandestino que estaban refugiados en Argentina, fueron secuestrados en Buenos Aires y están siendo torturados en Rio de Janeiro......”. 

 

Existen diversas piezas probatorias que permiten vislumbrar que Brasil y Argentina mantenían permanentes reuniones y contactos, utilizadas para el intercambio de información de inteligencia, en el marco de la colaboración que ambos países se prestaran recíprocamente en el desarrollo de sus actividades represivas, a los efectos de coordinar las tareas que resultaran posteriormente adoptadas.

 

La afirmación reseñada en el parágrafo anterior encuentra sustento, entre otros, en el análisis del memorandum, número 4, pertinente a la fecha 29 de octubre de 1974, remitido por Arancibia Clavel (agente de la DINA en Argentina), a Santiago de Chile, que expresa textualmente: "...Contactos establecidos: Coronel Floriano Aguilar, Agregado Militar del Brasil (en Argentina), me ofreció información sobre la subversión  argentina...".

 

Lo mío es tuyo y lo tuyo es mío

 

Es importante poner en relieve que tal como se da cuenta en el memo mencionado, la información que poseía el citado Agregado, y que fuera ofrecida al nombrado Arancibia, guardaba vinculación directa con la situación de la “subversión” en ese país. El análisis sereno y de forma conjunta de estos elementos permiten comprobar las vinculaciones existentes entre los agentes de la represión argentinos y brasileños.

 

Idéntica valoración debe efectuarse respecto al documento desclasificado 1619, que fuera aportado por el abogado paraguayo Martín Almada en oportunidad de brindar declaración testimonial a la Justicia argentina, consistente en un parte especial de información Nor. 965/B/74, correspondiente al destacamento segundo del Ejército uruguayo, ubicado en Montevideo, que reza textualmente en su encabezado "... Responde a: Información proporcionada por el Agreg. Militar de la República Federativa del Brasil ...".

 

El documento fue encontrado en una casa que estuvo ocupada por contrabandistas en la ciudad de Foz do Iguazú, y en el apartado cuarto referido a las copias del mismo dice: “... Distribución: Agreg. Mil. Paraguay Ejemplar 1, Agreg. Mil. en Chile Ejemplar 2,  Agreg. Mil. en Argentina Ejemplar 3...".

 

El análisis del mencionado documento, permite vislumbrar los extremos vinculados a la operatividad del intercambio de información llevado a cabo entre los diversos países del Cono Sur.

 

En tal sentido, las constancias obrantes en la pieza que fuera objeto de reseña, y en especial aquellas transcriptas en lo antecedente, dan cuenta sobre las circunstancias vinculadas a la obtención de una determinada información en el territorio de uno de los países miembros de la organización (en el caso bajo evaluación, Brasil) y su retransmisión a los restantes Estados integrantes (conforme se desprende del documento: Uruguay -Paraguay- Argentina y Chile).

 

Ubicación del blanco y su posterior traslado y ejecución

 

Llegados a éste punto revisten interés los extremos que se desprenden de los legajos existentes en la subsecretaría de Derechos Humanos (Argentina), en los cuales se daría cuenta de la desaparición en territorio brasileño de ciudadanos de nacionalidad argentina.

 

Hace falta señalar el contenido del legajo de la CONADEP, registrado bajo la numeración 3636, del cual se desprenden las circunstancias vinculadas a la detención que habría acaecido en territorio de la República Federativa de Brasil, del ciudadano de nacionalidad argentina Horacio Domingo Campliglia.

 

Así, emerge de la mencionada pieza documental que el nombrado se habría encontrado viajando bajo el nombre falso de Jorge Piñeyro, junto con la señora Mónica Susana Pinus de Binstock (legajo SDH nº 619), habiendo resultado presuntamente detenidos en la ciudad de Rio de Janeiro, y supuestamente entregados a las autoridades argentinas.

 

Similares constancias se desprenden del legajo de la CONADEP identificado bajo la numeración 1713, que documenta la presunta desaparición en la ciudad de Rio de Janeiro, y su posterior traslado a la Argentina del ciudadano de este país, Norberto Armando Habegger.

Habegger fue secuestrado en Rio de Janeiro, pero fue visto con posterioridad en un centro clandestino de detención de Argentina, hasta diciembre de 1978

 

En igual sentido, y conforme al testimonio de la esposa de Habegger, y en virtud de testimonios publicados por Amnistía Internacional, de Oscar Alfredo González y Horacio Guillermo Cid Paz, ella habría podido comprobar que su esposo fue visto con posterioridad en un centro clandestino de detención de Argentina, hasta diciembre de 1978.

 

Resulta emergente, así también, según testimonios glosados al legajo, que en junio de 1978 miembros del Grupo de Tareas Nº 2 argentino habrían planificado, desde el centro clandestino “El Banco”, el secuestro de Habegger, el cual fuera presuntamente concretado el 3 de julio de ese mismo año en la ciudad de Rio de Janeiro.

 

Corresponde tener en cuenta también las informaciones brindadas por la periodista y escritora argentina Stella Calloni en sus obras “Operación Cóndor - Pacto Criminal”  y  “Los Años del Lobo”.

 

En sus investigaciones Calloni refiere que en uno de los documentos desclasificados obtenidos en Paraguay, al que tuviera acceso durante los primeros días de la revisión de la totalidad de esos archivos, consistía en un informe, sin firma, dirigido a Pastor Coronel desde Brasil. En él se mencionaba “el buen trabajo de los brasileños” en la desaparición de varios argentinos en Brasil; señalando en particular el caso correspondiente a Norberto Habegger.

 

Se afirma en la obra que el documento, efectuaba también una mención a la detención en operación conjunta de los ciudadanos Lorenzo Ismael Viñas (legajo CONADEP Nº 992), y Jorge Oscar Adur (legajo CONADEP Nº 400), ambos presuntamente secuestrados en la ciudad de Uruguayana, frontera de Rio Grande do Sul con Argentina.

 

También debemos mencionar a Enrique Ernesto Ruggia, un joven estudiante argentino desaparecido entre el 8 y 11 de julio de 1974, al intentar ingresar a Brasil, junto a un grupo de refugiados brasileños, buscados por los aparatos de represión de ambos países.

 

El Estado brasileño reconoció su responsabilidad en todos los casos referidos e indemnizó a las respectivas familias.

 

Es importante tener en cuenta los casos de ciudadanos brasileños desaparecidos en Argentina, antes y durante la dictadura, que a continuación se citan: Edmur Péricles Camargo (01/12/73 - CONADEP nº6009), João Batista Rita Pereda (dez/73 - CONADEP nº7833), Joaquim Pires Cerveira (dez/73 - CONADEP nº7691), Sydney Fix Marques dos Santos (15/02/76 - CONADEP nº3129), Francisco Tenorio Cerqueira Junior (18/03/76 - CONADEP nº1061), Sérgio Fernando Tula Silberbeg (08/04/76 - CONADEP nº3008), Maria Regina Marcondes Pinto de Espinosa (08/04/76 - CONADEP nº3089),  Jorge Alberto Basso (15/04/76 - CONADEP nº1956), Walter Kennet Nelson Fleury (09/08/76 CONADEP nº5325), Roberto Rascado Rodriguez (CONADEP nº2212), Luis Renato do Lago Faría (07/02/80 - Actor nº1565).

 

Por último, referimos el caso del secuestro en Porto Alegre de los ciudadanos uruguayos Lilián Celiberti, sus dos hijos menores y Universindo Rodríguez Díaz, ocurrido el 12 de noviembre de 1978. Fue el primer caso en todo el Cono Sur de nuestra América en el que, se logró destapar y denunciar a los autores de una clásica “Plan Cóndor”, a los  menos importantes, es verdad, pero lo suficiente para que la Justicia brasileña, en un fallo memorable, reconociera la veracidad de los hechos y la existencia del Plan Cóndor.  

 

Como lamentablemente se puede constatar en las buenas e innumerables fuentes arriba nombradas, sin lugar a dudas Brasil tuvo un papel protagónico en la gestación y construcción de la “Plan Cóndor”.

 

Montevideo, abril de 2008

 

Jair Krischke - Conselheiro

Movimento de Justiça e Direitos Humanos/Brasil

 

 

En Montevideo, Daniel Gatti
Rel-UITA
10 de abril de 2008

 

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