Argentina

 

Nene, aprendé a torturar jugando

Es literalmente el último grito en juguetes infantiles: el “Police set”, con el que los niños pueden aprender a torturar a sus amiguitos con una picana eléctrica “de baja intensidad”. Se lo puede conseguir por un puñado de pesos en las jugueterías argentinas. En Uruguay ya lo prohibieron.

 

El “set” consta de un revólver con silenciador incluido, un par de esposas y un largo bastón en cuya punta presenta un dispositivo capaz de infligir una pequeña descarga eléctrica similar a la de un encendedor de cocina.

 

La existencia de esa oferta en jugueterías porteñas fue denunciada por clientes que los descubrieron en los escaparates y se sorprendieron al constatar de qué se trataba. La defensora del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, Alicia Pierini, sostiene que el “Police set” habría ingresado al territorio argentino “de contrabando”, al no contar con las autorizaciones de comercialización correspondientes.

 

Pierini ya inició acciones para decomisarlos, pero según el diario local Página 12 todavía se los puede adquirir en pequeñas jugueterías de barrio y en diversos quioscos. En Uruguay, un importador ya había realizado los trámites para adquirir una numerosa partida del “Police set”, pero, enteradas, las autoridades prohibieron su importación.

 

El “Police set” es fabricado por una empresa china y es vendido en Buenos Aires a un precio muy módico (menos de dos dólares) en una cajita de “atractivos colores”, según dijo uno de los ciudadanos que realizó la denuncia. La única advertencia que sus fabricantes colocaron es que no es recomendable para menores de tres años. Sí lo sería para niños “de entre 4 y 11 años”.

 

“Es inconcebible que en un país en el que todos tenemos bien presente cómo instrumentos del tipo de la picana eléctrica se usaron para torturar masivamente y masacrar a hombres, mujeres y hasta adolescentes durante las últimas dictaduras militares se comercialice este tipo de aberraciones, para peor destinadas a los niños”, señaló Pierini.

 

La sección argentina de Amnistía Internacional pidió el retiro inmediato del “Police set” de las jugueterías locales. Esa organización humanitaria realiza desde hace años, a nivel internacional, campañas contra la fabricación y comercialización de “juguetes que enseñan prácticas aberrantes y ayudan a hacer que éstas sean consideradas como poco menos que normales por niños y niñas”.

 

“Hay casos de juguetes y de videojuegos que aplauden con impunidad la tortura, las matanzas o las ejecuciones, prácticas contrarias a los valores que fomentan los instrumentos internacionales de protección a los derechos humanos, como la Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas”, señala un documento de la sección española de ese grupo.

 

Hasta hace poco tiempo se podía hallar en comercios de España y otros países europeos un juguete llamado “Unidad de tortura” en el que “un muñeco con apariencia de monstruo” era encerrado en una celda y podía ser colgado y su cuerpo atravesado por instrumentos de tortura.

 

Los “entretenimientos” de ese tipo para niños vienen sobre todo en forma de videojuegos, algunos de los cuales enseñan a degollar o volarles la cabeza a enemigos, o proceder a matanzas colectivas.

 

Uno de esos videojuegos, el “Guardián de la mazmorra 2”, incluía un folleto explicativo en el que el jugador era adiestrado para crear “la sala de torturas de sus sueños”. Y agregaba: “a estas arpías vestidas de cuero les encanta el dolor. Adoran los gritos de los torturados y también les gusta experimentar ellas mismas un poco de dolor. Créeme: un par de turnos empleados en la tortura puede hacer maravillas en la tasa de felicidad de una dama”. O aun: “en la cámara de torturas puedes disfrutar mostrando a las criaturas rebeldes lo equivocado de su conducta. Es probable que se arrepientan o, en todo caso, que revelen algo valioso y mueran”.

 

En la mayoría de los juegos o videojuegos se “justifica” el uso de estas prácticas porque permiten eliminar “monstruos, alienígenas, canallas de todo pelo” y hasta “rebeldes”, en nombre del “bien” o de “el orden”.

 

En una sociedad como la argentina, señaló el psicoanalista Juan Carlos Volnovich, “la picana no es cualquier cosa. Está ligada, como los Falcon verdes (el modelo de autos que utilizaban habitualmente los represores para sus operaciones de secuestro de opositores en los años setenta), a un trauma social, es un símbolo de mucho peso”.

 

Y otro psicoanalista, Rubén Efrón, integrante de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos, apuntó: “siempre es cuestionable la utilización de la violencia en la estructura de los juegos, pero en este caso (el de “Police set”) se trata de una exacerbación. La legitimación de la violencia que contiene la tortura ya pasa a ser algo degradado”.

 

En Montevideo, Daniel Gatti
© Rel-Uita
26 de junio de 2006

 

 

 

 

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