Estados Unidos

 

Madre Coraje

Cindy Sheehan durante su visita a Fresno

23 de marzo, 2005

 

La activista Cindy Sheehan decidió alejarse del movimiento pacifista,
su renuncia retrata crudamente la sociedad norteamericana

 

El pasado 28 de mayo, Día del Recuerdo (Memorial Day, en honor a los caídos en las guerras), Cindy Sheehan decidió dejar de ser “el rostro” del movimiento contra la guerra en Estados Unidos, según explicó en una carta de unas 1.245 palabras.

 

Sheehan, quien pudiera considerarse una típica ama de casa norteamericana, nacida en 1957, comenzó a cuestionar públicamente la invasión de Irak después de que su hijo Casey muriera a los 24 años en Bagdad, en 2004. Un año después logró atención nacional e internacional cuando acampó durante tres semanas frente a la casa del presidente Bush en Texas “para preguntarle porqué noble causa murió mi hijo”. Bush, el presidente de la guerra, nunca tuvo valor para enfrentarla.

 

Inicialmente, el blanco principal de Sheehan era el presidente y su partido Republicano. Ella se transformó en la “estrella” de la izquierda y era invitada a foros, conferencias, marchas. La derecha, al unísono, la atacó sin cesar y buscó por todos los medios desacreditarla. Hasta que ella empezó a cuestionar la complicidad de los Demócratas. Entonces, muchos “liberales”, explica Sheehan, comenzaron a atacarla igual que los conservadores.

 

“Creo que nadie escuchaba cuando decía que el tema de la paz no es cuestión de derecha o izquierda, sino de política justa o injusta”, expresa la activista, para luego llegar más lejos en su crítica. “Casey murió por un país que se preocupa más por quién será el próximo ‘Idolo de América’ que por cuántas personas morirán en los próximos meses, mientras Republicanos y Demócratas juegan a la política con vidas humanas”.

 

Sheehan hace un profundo análisis del poder norteamericano en manos de dos partidos que más que contrincantes son cómplices de un status quo de desigualdad y abusos de poder. “Alrededor del mundo se ríen de nosotros porque permitimos a nuestros políticos facultades criminales, y si no buscamos alternativas a este sistema corrupto de ‘dos’ partidos, nuestra República representativa morirá para ser reemplazada por algo hacia donde ya se está dirigiendo –sin cuestionamientos– un basurero corporativo fascista”.

 

Sheehan tiene motivos para sus críticas. El 25 de mayo el Congreso, con mayoría Demócrata, aprobó una ley otorgándole a Bush lo que quería: 120 mil millones de dólares hasta septiembre de 2007 para la guerra. En noviembre de 2006, en parte gracias a las movilizaciones de los inmigrantes, después de 13 años los Demócratas recuperaron en control de ambas cámaras del Congreso. Las encuestas indicaban el interés central de los votantes de terminar la guerra. Los Demócratas pasaron una propuesta de ley en este sentido sabiendo que Bush la vetaría, pero en apenas unos días aprobaron el presupuesto solicitado desde la Casa Blanca.

 

“Pero la conclusión más devastadora a la que he llegado esta mañana (28 de mayo) es que Casey realmente murió por nada. Su preciosa sangre se derramó en un país lejano, sin su familia que lo amaba, muerto por su propio país que está en manos –controlado– por una maquinaria militar que controla hasta los pensamientos”, agrega Sheehan, aludiendo también a la masiva propaganda en favor de la guerra, con la ayuda de los principales medios de comunicación.

 

La activista muestra también su desilusión con la izquierda y el movimiento pacifista, a los que critica por hacer poco o por anteponer su protagonismo y egocentrismo al trabajo político. En Estados Unidos, el “centro” se ha corrido hacia la derecha gracias al trabajo constante y disciplinado de grupos conservadores y religiosos quienes han logrado incorporar su lenguaje al “debate” político social. Así, la “lucha contra el terrorismo”, “seguridad fronteriza”, “libertad” y “democracia” se han convertido en parte del discurso y justificación de Washington para juzgar y atacar a otros países.

 

Internamente, dado que la ideología de la sociedad es la ideología de la clase dominante, es casi natural comprender que el pueblo norteamericano está controlado por la “fábrica de sueños”, estilo Hollywood, con que los medios y centros de producción/reproducción de ideas y percepciones –incluyendo la mayoría de las iglesias– bombardean a la población.

 

Sheenan no tardó en comprender la dimensión de este monstruo que trabaja sin cesar para mantener el control ideológico de la población y ante el cual los llamados “liberales” poco pueden (o quieren) hacer. La principal preocupación de Sheehan va dirigida a los jóvenes que, como su hijo, son carne de cañón de la voracidad de las corporaciones que organizan y se benefician de las guerras a través de los gobiernos que instalan:

 

“Nuestros jóvenes han sido abandonados en Irak indefinidamente por la cobardía de sus líderes que los mueven como peones sobre el tablero del ajedrez de la destrucción, mientras que los iraquíes han sido destinados a la muerte, o a una suerte peor que la muerte, por personas que se preocupan más por resultados electorales que por la vida humana”.

 

Finalmente, Cindy Sheenan expresa su deseo de dedicar tiempo a recomponer su entorno familiar y sus finanzas personales, después de varios años de viajes y actividades agotadoras donde no encontró el eco esperado –aunque seguirá con ciertas actividades. “Hasta pronto”, dice en la parte final de su carta, “no eres el país que amo y me di cuenta que no importa cuánto me sacrifiqué, no puedo hacerte mejor salvo que tú quieras. Ahora depende de ti”. Es decir, de todos nosotros.

En Fresno, Eduardo Stanley

 

6 de junio de 2007

Eduardo Stanley

 

 

 

 

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