Cuando 
alguien viola a una mujer, se enfrenta a consecuencias penales y al rechazo 
colectivo. Y también quienes explotan a niños, secuestran, torturan o 
despojan a pobres. Así ocurre también con otros delitos, casi siempre graves 
violaciones de derechos humanos. Pero no hay rechazo y menos aún condena 
cuando son los Estados (en realidad, quienes encarnan sus poderes políticos) 
los que violan derechos humanos por acción, complicidad, omisión o 
incumplimiento de sus compromisos.
 
La legislación internacional de 
derechos humanos que Naciones Unidas elabora y promulga obliga tanto como 
las leyes de cada estado. El problema surge cuando los Estados no cumplen 
con su obligación de respetar y defender los derechos humanos, como han 
firmado y ratificado.
 
Ponemos en la picota de la 
violación de derechos humanos a China, Irán o las repúblicas 
de Asia Central de la desaparecida URSS, por ejemplo. 
Es justo, pues tales Estados violan derechos humanos de modo sistemático. 
Pero entre los estados tenidos por democráticos no es oro todo lo que reluce 
en respeto y promoción de derechos humanos. Una cosa es que los estados no 
puedan ser condenados y otra que sus infracciones y violaciones de derechos 
se ignoren.
 
En España, hay malos 
tratos a detenidos y ninguna respuesta por parte del Estado. Según Amnistía 
Internacional, existen serias deficiencias que impiden prevenir, investigar 
y sancionar la tortura y otros malos tratos por agentes de la seguridad del 
Estado. La organización defensora de derechos humanos ya denunció esa 
situación en 2007, pero dos años después el gobierno español no ha afrontado 
el grave problema.
  
El desarrollado Japón 
ejecuta a enfermos mentales. El secreto sobre la aplicación de la pena de 
muerte impide conocer el número exacto de personas con enfermedad mental, 
condenadas a muerte y ejecutadas. Japón vulnera gravemente las normas 
internacionales que ha firmado y ratificado. 
 
En Colombia, el gobierno 
mira hacia otro lado mientras los paramilitares, guerrilla y  efectivos del 
ejército o policía perpetran graves violaciones de derechos humanos de la 
población civil. Periódicamente se tiene noticia de asesinatos de 
campesinos, indígenas o afrodescendientes, mientras sindicalistas y otros 
defensores de derechos humanos corren serio peligro, son amenazados o 
acusados falsamente. 
 
El gobierno colombiano no se 
tomó en serio la advertencia de Amnistía Internacional de que habría más 
ataques contra indígenas y el pasado agosto los awá fueron víctimas 
de una tercera masacre en menos de un año.  Al mismo tiempo se perpetra un 
sistemático despojo de tierras de campesinos e indígenas amenazando y 
aterrorizando a la población civil.
 
En Perú, comunidades 
indígenas se negaron aceptar las propuestas de presunto desarrollo del 
gobierno de Alan García en la Amazonia. Estas 
propuestas negaban sus ancestrales derechos a la tierra así como la defensa 
de la selva y del medioambiente. Amnistía Internacional comprobó maltrato a 
personas indefensas, incluso a heridos en ambulancias, y el uso de armas de 
fuego contra personas desarmadas en las manifestaciones de junio de 2009 
contra las resoluciones gubernamentales en las que más de doscientas 
personas fueron heridas. El Estado peruano no cumplió su responsabilidad 
para con los pueblos indígenas.
 
A pesar de argumentos, cartas, 
ruegos y peticiones para que no fuera promulgado el Código Penal reformado, 
por injusto e inhumano, interrumpir el embarazo en Nicaragua hoy es 
delito. Esa reforma no considera el peligro para la vida de la madre, 
malformaciones o enfermedades incurables del feto o que el embarazo sea por 
violación. Las adolescentes violadas no se detendrán por ese código, pues no 
querrán un hijo fruto de haber sido forzadas, y recurrirán al aborto 
clandestino. Y a un peligro de muerte probable.
 
Israel ignora las resoluciones 
de la ONU en el conflicto con los palestinos, perpetra presuntos 
crímenes de guerra y desalojamientos forzosos injustificables, y condena a 
la pobreza a la población palestina al convertir la franja de Gaza en el 
mayor campo de concentración del mundo... Mientras Estados Unidos 
y la Unión Europea miran hacia otro lado.
 
Se pueden citar otros países 
democráticos que incumplen gravemente sus compromisos de defensa y promoción 
de los derechos humanos de todos, mientras aparentan ser campeones de esos 
derechos. Pero, como en otras cuestiones, obras son amores y no buenas 
razones. Como indica la frase popular, el movimiento se muestra andando.