Uruguay

 

En entierro del primer reaparecido en Uruguay

Palabras de Eduardo Galeano en el sepelio de

Ubagesner Chaves Sosa

 

 

 

Cada 14 de marzo las presas y los presos de la dictadura celebran el día del liberado. Y parece coincidencia, parece casualidad pero es mucho más que una coincidencia o una casualidad porque los desaparecidos que están empezando a aparecer, Ubagesner Chaves Sosa, Fernando Miranda, nos llaman a luchar por la liberación de la memoria que sigue presa.

 

Nuestro país quiere dejar de ser un santuario de la impunidad, impunidad de los asesinos, impunidad de los ladrones, impunidad de los mentirosos, y en esa dirección estamos dando por fin, después de tantos años, los primeros pasos.

 

Este no es un fin de caminos, es un inicio. Mucho costó pero estamos empezando el duro y necesario recorrido de la liberación de la memoria en un país que parecía condenado a amnesia perpetua.

 

Todos los que aquí estamos, todos los que nos hemos juntado hoy, compartimos la esperanza de que más temprano que tarde habrá memoria y habrá justicia, porque la historia enseña que la memoria puede sobrevivir porfiadamente a todas sus prisiones y enseña que la justicia debe y puede ser más fuerte que el miedo si la gente la ayuda.

 

Dignidad de la memoria, memoria de la dignidad. En el desigual combate contra el miedo, en ese combate que cada uno libra cada día, qué sería de nosotros sin la memoria de la dignidad. El mundo está sufriendo un alarmante desprestigio de la dignidad. Los indignos, que son los que en el mundo mandan, dicen que los indignados somos prehistóricos, nostalgiosos, románticos, negadores de la realidad.

 

Todos los días, en todas partes escuchamos el elogio del oportunismo y la identificación del realismo con el cinismo, el realismo que obliga al codazo y prohíbe el abrazo, el realismo del “vale todo” y del “arreglate como puedas, y si no podés, jodete...” El realismo también del fatalismo, el más “jodido” de los muchos fantasmas que acechan, hoy por hoy, a nuestro gobierno progresista aquí en el Uruguay, y a todos los nuevos gobiernos progresistas de América Latina. El fatalismo, esa perversa herencia colonial que nos obliga a creer que la realidad puede ser repetida pero no puede ser cambiada, que lo que fue, es y será, y que mañana no es más que otro nombre de hoy. Pero acaso no fueron reales, no son reales las mujeres y los hombres que han luchado y luchan por cambiar la realidad, los que han creído y creen que la realidad no exige obediencia, no son reales Ubagesner y Fernando y todos los que están llegando desde el fondo de la tierra y el tiempo a dar testimonio de otra realidad posible. Y todas y todas los que con ellos creyeron y quisieron, ¿no fueron, no siguen siendo reales? ¿Fueron irreales los verdugos, irreales las víctimas, irreales los sacrificios de tanta gente en este país que la dictadura convirtió en la mayor cámara de torturas del mundo?

 

La realidad es un desafío, no estamos condenados a elegir entre lo mismo y lo mismo. La realidad es real porque nos invita a cambiarla y no porque nos obliga a aceptarla. Ella abre espacios de libertad y no necesariamente nos encierra en las jaulas de la fatalidad. Bien decía un gran poeta brasileño, que el gallo solo no teje la mañana. La realidad es real porque no está sola, no estuvo solo en la vida y en la muerte, no está solo este criollo Ubagesner, de nombre tan raro, que hoy es un símbolo de nuestra tierra y de nuestra gente.

 

Este militante obrero encarna el sacrificio de muchas compañeras y de muchos compañeros que creyeron en nuestro país y en nuestra gente, y que por creer se jugaron la vida. Hemos venido hoy a decirles a todas ellas, a todos ellos, que valió la pena. Hemos venido a decirles que no murieron por morir nomás, aquí estamos hoy reunidos para decirles que los tangos tienen razón en eso de que la vida es un ratito, pero hay vidas que duran asombrosamente mucho porque duran en los demás, en los que vienen. Tarde o temprano ya se sabe, nosotros caminantes, seremos caminados por los pasos de después, así como nuestros pasos caminan ahora sobre las huellas que otros pasos dejaron.

 

Ahora que los dueños del mundo nos están obligando a arrepentirnos de toda pasión, ahora que tan de moda se ha puesto la vida frígida y mezquina, no viene nada mal recordar aquella palabrita que todos aprendimos en la infancia, la palabrita mágica, la palabrita abrepuertas, Abracadabra, y recordar que Abracadabra significa en hebreo antiguo, “envía tu fuego hasta el final.”

 

Abracadabra compañeros, porque esta jornada más que sepelio es una celebración, estamos celebrando la memoria viva de Ubagesner y de todas las mujeres y de todos los hombres generosos que en este país enviaron su fuego hasta el final. Los que nos siguen ayudando a no perder el rumbo y a no aceptar lo inaceptable, y a no resignarnos nunca, y a nunca bajarnos del caballito lindo de la dignidad. Porque en las horas más difíciles, en aquellos tiempos enemigos, en los años de mugre y miedo de la dictadura militar ellos supieron vivir para darse y se dieron enteros, y se dieron sin pedir nada a cambio, como si viviendo cantaran aquella copla andaluza que decía, y que por siempre dice: “tengo las manos vacías, pero las manos son mías”, gracias.

 

 Montevideo, 14 de marzo de 2006

 

15 de marzo de 2006

 

 

   UITA - Secretaría Regional Latinoamericana - Montevideo - Uruguay

Wilson Ferreira Aldunate 1229 / 201 - Tel. (598 2) 900 7473 -  902 1048 -  Fax 903 0905