Paraguay

 

Juicio por el incendio en el Ykuá Bolaños

Un fallo que volvió a calcinar a los muertos

 

 

Aquella mañana soleada del domingo 1 de agosto de 2004, cuando estalló el voraz incendio, Liz Torres, dirigente de la Asociación de Víctimas, estaba dentro del supermercado Ykuá Bolaños junto a su esposo. Ambos pudieron salvarse, aunque ella quedó con secuelas de graves quemaduras en las manos y otras partes del cuerpo. “Con este fallo, el Tribunal volvió a calcinar a nuestros muertos”, fue la expresión desgarradora de Liz al recordar a las 367 víctimas de la tragedia civil más terrible ocurrida en Paraguay.

 

El pasado martes 5 de diciembre será otra fecha que no podrán olvidar los sobrevivientes y familiares de las víctimas del siniestro que Ykuá Bolaños, después de aquel trágico 1 de agosto de 2004, en que 367 personas murieron calcinadas dentro del supermercado. La causa del incendio fue la explosión de la chimenea del patio de comidas. Centenares de personas no pudieron escapar porque el accionista principal de la firma, Juan Pío Paiva, y su hijo, Víctor Daniel, ordenaron a los guardias bloquear todas las puertas del supermercado para evitar posibles saqueos, sabiendo de que en el interior había más de 800 personas.

 

A las 10 de la mañana del calurosísimo martes 5 -más de 38 grados a la sombra-, uno a uno los miembros del Tribunal de Sentencia fueron dando lectura al veredicto. Luego de cuatro meses de un juicio desarrollado en el polideportivo de las Fuerzas Armadas, los sobrevivientes y familiares soportaron sentados en las graderías durante cuatro horas a que los jueces presentaran la sentencia. La Fiscalía y la defensa pedían penas de hasta 25 años de prisión para los procesados por la muerte de las cerca de 400 víctimas, pero para otorgar esa condena los jueces deberían haber calificado el hecho como “homicidio doloso”, esto es, entender que los responsables tuvieron intención de cerrar las puertas del local a pesar de ser conscientes de que esta orden podía ocasionar la muerte de muchas personas, como efectivamente sucedió.

 

Sólo la presidenta del Tribunal, María Dody Báez, afirmó que las evidencias presentadas en el juicio proporcionan la certeza de que las puertas del local estuvieron efectivamente cerradas durante el siniestro, por lo que calificó el hecho como “homicidio doloso agravado”. La jueza basó su sentencia en que Juan Pío Paiva, el principal accionista de la cadena de supermercados Ykuá Bolaños, estaba al tanto de todo lo que ocurría dentro del local comercial y era quien daba las órdenes que debían cumplirse al pie de la letra, según el testimonio brindado por los empleados de la firma.

 

Además, afirmó que Víctor Daniel Paiva, en su carácter de hijo del dueño, también cumplía a cabalidad los estrictos mandatos de su padre. Báez señaló también que el guardia del supermercado, Daniel Areco, procesado por cerrar las puertas, fue obediente al cumplir con la orden preestablecida por su patrón. Finalmente, la presidenta del Tribunal sostuvo que la irresponsabilidad de los directivos del supermercado quedó evidenciada cuando se comprobó la falta de mantenimiento de las instalaciones, que finalmente fue lo que provocó el mortal incendio. Sin embargo, la opinión de María Báez no fue acompañada por los otros dos miembros del Tribunal, Manuel Aguirre y Elio Ovelar, quienes casi sin justificar la sentencia, calificaron el hecho de “homicidio culposo”, con una pena de tan sólo cinco años de cárcel para los tres procesados.

 

Una tarde oscura

 

Cuando promediaba la tarde, y antes de que el último juez terminara de leer su fallo, los sobrevivientes y familiares de las víctimas que esperaron sentados durante horas el veredicto comenzaron a manifestar su repudio a la sentencia de homicidio culposo atacando a los miembros del jurado. Sillas que volaban por los aires, gritos e insultos a los jueces, agresiones contra los miembros de seguridad del Tribunal y los efectivos de la Policía Nacional denotaban la furia, la ira y la decepción de los sobrevivientes y los familiares ante la sentencia dictada.

 

Esta ira se trasladó posteriormente a las calles de Asunción, cuando los familiares se reagruparon y marcharon hasta el local número 1 de la cadena de supermercados Ykuá Bolaños, el mismo edificio en cuya parte superior reside la familia Paiva, que queda a unas cuantas cuadras del improvisado Tribunal. Los incidentes entre manifestantes y la Policía se extendieron por cerca de cinco horas y dejaron como saldo 75 detenidos y 60 heridos, algunos de gravedad. La mayoría de los manifestantes lesionados sufrieron fracturas de distintos tipos y heridas con balas de goma. Algunos de los jóvenes que participaron en la protesta lograron ingresar al local del supermercado, de donde extrajeron mercaderías como harina en costales, cortes de carne y productos diversos, que posteriormente fueron lanzados a la calle. Igualmente, los enardecidos participantes de la manifestación quemaron dos automóviles y una caseta policial que se encontraba en los alrededores, en señal de furia y duelo por el fallo.

 

A pesar de que los efectivos policiales tenían la expresa orden de no reaccionar contra los manifestantes, la acción represiva resultó terriblemente violenta dejando como saldo un tendal de heridos y contusos, y muchos detenidos.  

 

¿Qué pasará con el fallo?

 

El debate sobre la sentencia dictada por el Tribunal se instaló en todos los ámbitos de la sociedad paraguaya, que repudió masivamente el fallo de los jueces. Hasta el propio Presidente de la República, Nicanor Duarte Frutos, solicitó a la Corte Suprema de Justicia  que se revea la sentencia, por considerarla injusta y no ajustada a la gravedad del delito que cometieron los Paiva. Duarte Frutos había sido uno de los testigos llamados a declarar por el Tribunal durante el juicio. En la audiencia, el primer mandatario declaró que según las manifestaciones que él pudo recoger de las victimas que posteriormente fallecieron y de los sobrevivientes con quienes habló aquel aciago 1 de agosto por la tarde, las puertas del supermercado estaban cerradas. Nicanor solicitó que se anulara el fallo y se diera paso al inicio de un nuevo proceso judicial. Sin embargo, ante esta propuesta algunos destacados juristas paraguayos indicaron que la solicitud del mandatario no resulta viable pues la sentencia del Tribunal ya fue dictada y no puede ser modificada, por lo que el proceso normal a seguir sería apelar el veredicto, lo que implicaría otros dos años más de trámites judiciales para llegar a un fallo definitivo.

 

 

“Jueces vendidos”

 

Una vez más, la sospecha de haber cobrado jugosas coimas -estimadas hasta en 300 mil dólares- pesan sobre los jueces paraguayos, esta vez Manuel Aguirre y Elio Ovelar, quienes dictaminaron a favor de los Paiva. Esto implica que en poco tiempo más los Paiva podrían salir libres al cumplirse la mitad de la condena, teniendo en cuenta que se encuentran recluidos desde hace más de dos años.

 

Las asociaciones que agrupan a los sobrevivientes y familiares de las víctimas, así como el fiscal que lleva el caso Ykuá Bolaños, Edgar Sánchez, venían denunciando desde hacía días de la filtración de una información que indicaba que los Paiva habían pagado unos 300 mil dólares a los jueces para que dictaran la menor pena posible. La denuncia fue inclusive radicada ante la Fiscalía General del Estado por el fiscal Sánchez, pero a pesar de eso, los jueces no fueron recusados por esta instancia antes de que dieran a conocer el fallo. Este hecho reafirma las serias sospechas de los familiares de las víctimas sobre las innumerables irregularidades y actos de corrupción que minaron el proceso judicial desde el principio.

 

Por eso, luego de que los jueces cuestionados dieran a conocer su fallo, los familiares reaccionaron con indignación y frustración. A pesar de las opiniones encontradas sobre si corresponde o no anular el fallo, el juicio se encuentra de momento interrumpido hasta tanto la presidenta del Tribunal de Sentencia, María Dody Báez, resuelva sobre el pedido de recusación de los jueces Aguirre y Ovelar solicitado a últimas horas del pasado martes 5 por el abogado de la querella, Alejandro Nissen, y la Fiscalía. Mientras tanto, prosiguen los “escraches” frente a las casas de ambos jueces, como una forma de descargar la bronca por el fallo que favoreció a los Paiva y hundió aún más en la desesperanza a los sobrevivientes y familiares de las víctimas.

En Asunción,  Rosalía Ciciolli

© Rel-UITA

8 de diciembre de 2006

Rosalía Ciciolli

 

 

 

 Foto: 26noticias.com.ar

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