La
toma de posesión en Uruguay del socialista Tabaré Vázquez es
un hecho trascendente y como tal se ha celebrado. No es sólo
que el país estrene el primer gobierno de izquierda de su
historia, sino que el triunfo del Frente Amplio-Encuentro
Progresista fue la quinta victoria consecutiva de las
fuerzas progresistas en Latinoamérica, lo que ha dado un
vuelco histórico a la situación política y un nuevo y fuerte
impulso al sueño de integración regional. Por vez primera,
además, la izquierda puede gobernar sin temor a
intervenciones extranjeras, campañas de desestabilización o
golpes de Estado, entre otros motivos porque los ejércitos
ya no son lo que eran, como evidenció el fracaso del
golpismo en Venezuela.
Con la desaparición de la URSS lo hizo también el pretexto de
EEUU para mantener sojuzgada a la región. Los aires de
libertad han provocado una expansión vigorosa de las fuerzas
sociales y políticas, que no son ya ilegalizadas y
perseguidas, ni sus dirigentes encarcelados o asesinados. El
resultado está a la vista: en Venezuela, Argentina, Brasil y
Uruguay la izquierda ha tomado el poder, Ecuador y Bolivia
viven sacudidos por la fuerza de los movimientos sociales e
indígenas y en Chile hay prisa por enterrar los restos del
pinochetismo. Un panorama radicalmente opuesto al de las
décadas negras de los 60 a los 80.
Con los nuevos gobiernos, las prioridades políticas han
cambiado marcadamente. El Área de Libre Comercio de las
Américas (ALCA), impulsada por EEUU, es un cadáver que nadie
quiere velar y hasta Washington reconoce su escasa
viabilidad. Cuba tiene hoy más socios regionales que nunca y
son decenas los acuerdos políticos y económicos firmados con
Venezuela, Argentina, Brasil y Ecuador, a los que este marzo
se unirá Uruguay. La economía cubana florece mientras la
obcecación de EEUU contra la isla languidece, sin más socios
que algunos tristes y desacreditados gobiernos
centroamericanos.
La toma de posesión de Tabaré será, en muchos sentidos, una
fiesta de la izquierda latinoamericana y en ella
participarán todos sus protagonistas que aprovecharán el
cónclave para consolidar proyectos y estrechar vínculos.
Chávez, Lula y Kirchner desayunarán juntos para decidir una
reducida y estratégica lista de acuerdos que, según se dice,
incluye la creación de una gigantesca empresa energética con
la unión de Petróleos de Venezuela, PETROBRAS y ENARSA, para
hacer frente a las multinacionales de Europa y EEUU y dar
voz única a los países que la formarían.
También se celebrará una rápida y singular reunión de los
cuatro miembros del MERCOSUR, más Venezuela y Bolivia.
MERCOSUR ha levantado el vuelo y Venezuela apunta como nuevo
socio, dentro del proyecto de impulsar un Área Bolivariana
de integración. Kirchner ha declarado que desea que Cuba se
integre al grupo y, dado que el único gobierno que se oponía
era el de Uruguay, la vía parece despejada. El ALCA boquea y
MERCOSUR avanza hacia los trópicos, para pasmo y angustia
del vecino del norte.
Otro signo de los nuevos tiempos es la pujante irrupción de
China. El viaje triunfal del presidente Hu Jintao en
noviembre de 2004 dejó contratos multimillonarios, que
prevén inversiones superiores a los 30.000 millones de
dólares. EEUU, atascado en sus guerras asiáticas, no tiene
fondos para contrarrestar la poderosa presencia china en
Latinoamérica.
No menos significativa es la salida a antena de Televisora
del Sur (TELESUR), una empresa de comunicación que nace como
"proyecto contrahegemónico" para "dar voz a los
latinoamericanos en un ambiente de pensamiento único" y
terminar con el monopolio informativo de la CNN y UNIVISION,
dos empresas con sede en EEUU. TELESUR ha sido constituida
con capital aportado por Brasil, Venezuela, Argentina y
Uruguay y transmitirá por satélite desde Caracas a partir
del próximo mes de mayo, con un directorio totalmente
latinoamericano. Este proyecto constituye una revolución
informativa pues, por vez primera en su historia,
Latinoamérica dispondrá de voz propia en el cerrado universo
informativo, controlado por grandes consorcios
primermundistas. El apoyo de gobiernos y grandes empresas
como PETROBRAS y Petróleos de Venezuela, permite creer en su
viabilidad.
Latinoamérica se mueve y Montevideo, estos días, es la
capital de la esperanza. Con Tabaré llegan al gobierno dos
ex guerrilleros tupamaros, una comunista y hombres y mujeres
que sufrieron cárcel, tortura y exilio bajo la feroz
dictadura militar apadrinada por EEUU. Todo un símbolo de
los frescos aires que corren y prueba de que los derrotados
de ayer, aferrados a una terca utopía, aunque lejos queden
los sueños revolucionarios de los 60, abren en Latinoamérica
las anchas avenidas de que hablara, en su última alocución,
el presidente constitucional de Chile, el compañero Salvador
Allende.
Augusto
Zamora R. *
Agencia de
Información Solidaria
3 de marzo
de 2005
* Profesor de Derecho
Internacional Público y Relaciones Internacionales en la
Universidad Autónoma de Madrid.
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