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              España 
  
  
    
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            Los salarios, 
            
             
            en el punto de mira |  
                      
                      
                    El Gobierno del PP tiene en su 
                    punto de mira los salarios y eso a pesar de que en nuestro 
                    país el nivel salarial medio es muy bajo: menos del 70% de 
                    la media de los países de la UE. Para curar la inflación el 
                    Gobierno receta para los trabajadores bajos salarios y no 
                    aplica el tratamiento adecuado: no establece medidas 
                    eficaces en los sectores más inflacionistas ni evita que 
                    muchos empresarios continúen cosechando abultados márgenes 
                    de beneficio que lastran la competitividad de nuestra 
                    economía. Una economía que no ha crecido por la política 
                    económica del Gobierno sino más bien por factores ajenos y 
                    en muchos casos irrepetibles y por el largo periodo de 
                    moderación salarial que se ha practicado.    
                    Las erróneas e intencionadas 
                    previsiones de inflación que realiza, año tras año, obedecen 
                    a esta premisa. El resultado es que los perceptores del SMI 
                    y los trabajadores que tienen como referencia este salario 
                    han perdido, desde 1996, 4,9 puntos de poder adquisitivo, 
                    mientras que las retribuciones de convenio han ganado 3,2 
                    puntos porcentuales y el salario medio, 2,5 puntos, un 
                    crecimiento moderado que ha beneficiado a nuestra economía y 
                    que ha sido posible gracias a la negociación colectiva. El 
                    Gobierno del Partido Popular intentó imponer hace dos años 
                    una reforma de la negociación colectiva de manera regresiva, 
                    limitando el papel y la autonomía de sindicatos y 
                    empresarios e imponiendo la individualización. Su objetivo 
                    era debilitar el carácter democrático de las relaciones 
                    laborales pero los agentes sociales respondieron con una 
                    propuesta que supuso una señal de confianza para contribuir 
                    al crecimiento económico y la creación de empleo y 
                    suscribieron el Acuerdo Interconfederal de Negociación 
                    Colectiva para 2002 (este año se ha prorrogado para 2004 el 
                    Acuerdo de Negociación Colectiva 2003).    
                    No es cierto que exista rigidez 
                    salarial derivada de la negociación colectiva. Los que 
                    defienden esto sólo pretenden debilitar el papel regulador y 
                    protector de la negociación colectiva y su sustitución por 
                    la individualización. Frente a esto UGT defiende que los 
                    problemas a resolver dentro de la negociación colectiva son: 
                    la desvertebración, la atomización de convenios, los vacíos 
                    de cobertura, la insuficiente articulación y la limitación 
                    de recursos sindicales para proteger más y mejor los 
                    derechos de los trabajadores.    
                    Los salarios no son los 
                    culpables de la inflación como nos quieren hacer ver. Así 
                    los costes salariales unitarios se sitúan, año tras año, por 
                    debajo del nivel de inflación y los crecimientos reales de 
                    salarios no son tampoco superiores a los que se registran en 
                    la media de la zona euro. La inflación en España se produce, 
                    sobre todo, por el incremento desproporcionado de beneficios 
                    empresariales.    
                    En el gráfico siguiente se 
                    constata que el crecimiento del coste salarial por persona 
                    ha sido en los últimos cinco años inferior al de los precios 
                    del conjunto de la economía española (deflactor del PIB), 
                    aunque la moderación de los salarios ha sido compatible con 
                    la mejora del poder adquisitivo porque los crecimientos 
                    salariales han sido superiores al IPC.    
                    Es decir, la inflación española, 
                    medida adecuadamente (a través de los precios de toda la 
                    economía y no sólo de un grupo de artículos que componen el 
                    IPC) no está causada por los salarios, sino por los 
                    beneficios empresariales, en especial de determinadas 
                    actividades productivas.    
                    Se observa en el gráfico que los 
                    precios han crecido entre 1998 y 2003 un 21%, los salarios 
                    un 18%, y los beneficios empresariales en el conjunto de 
                    actividades de servicios privados nada menos que un 36% y 
                    sólo hasta 2002 (no están disponibles aún los datos para 
                    2003). Esta espectacular expansión de los beneficios 
                    empresariales se ha apoyado en la elevación de los precios 
                    de estos sectores, lo que a su vez ha elevado la inflación 
                    total de la economía y ampliado el diferencial de inflación 
                    con la UE.    
                    El diferencial de inflación (que 
                    se ha ampliado en el último trienio de manera importante con 
                    respecto a los países de la UE y la zona euro) se debe más 
                    bien a comportamientos empresariales persistentes y miopes 
                    (elevan beneficios desproporcionadamente sin atender a las 
                    negativas consecuencias que esto conlleva para el futuro del 
                    nuestra economía) y al fracaso de la política 
                    antiinflacionista del Gobierno (inmerso en una alocada 
                    carrera de liberalizaciones que no esta obteniendo ningún 
                    resultado e incapaz de adoptar reformas estructurales 
                    adecuadas en múltiples sectores inflacionistas, como el de 
                    servicios).    
                    Así, mientras los crecimientos 
                    salariales son similares en todos los sectores, los 
                    incrementos de precios no lo son.    
                    La obsesión del Gobierno por los 
                    salarios obedece a un modelo económico fracasado que se basa 
                    en que nuestro país compita en base a costes laborales 
                    (precariedad y bajos salarios ), beneficiando a los que más 
                    tienen en detrimento de las rentas del trabajo y eso a pesar 
                    de que éstas han favorecido el crecimiento económico. Un 
                    crecimiento que no se debe a la política económica que ha 
                    practicado el Ejecutivo del Partido Popular, sino más bien a 
                    un grupo de factores irrepetibles: las devaluaciones de la 
                    peseta de 1992-1993 y el favorable tipo de cambio con el que 
                    se incorporó al euro y porque las condiciones de la política 
                    monetaria común han sido excepcionales para la economía 
                    española (así, se ha beneficiado de una reducción de tipos 
                    de interés hasta niveles extraordinariamente bajos llegando 
                    a ser inferiores incluso a la inflación).  
                    Por tanto, el largo período de 
                    moderación salarial ha contribuido a impulsar el crecimiento 
                    económico. Una moderación no incompatible con la mejora del 
                    poder adquisitivo real de los salarios. Una simple 
                    comparación con cualquiera de los períodos anteriores 
                    permite constatar cómo en éste se han registrado los 
                    incrementos nominales de salarios más bajos conocidos por la 
                    economía española.    
                    Por todo ello, UGT reclama que 
                    se corrijan los bajos salarios. En este sentido, demanda 
                    elevar el SMI a una cuantía de 600 euros mensuales que 
                    equivalen al 60% del salario medio neto que recomienda la 
                    Carta Social Europea (estableciendo un sistema de revisión 
                    operativo y no discrecional) para el Gobierno de turno y 
                    articular medidas que aseguren el cumplimiento efectivo de 
                    los convenios. 
                      
                    UGT 
                    Convenio: La Insignia / Rel-UITA 
                    26 de febrero 
                    de 2004   
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