Brasil  

 Lula da Silva ve caer su popularidad ante el aumento de los casos de corrupción

La popularidad del Gobierno brasileño ha bajado diez puntos desde enero. Los escándalos de corrupción, el pesimismo ante la perspectiva económica y la decepción que cunde en sus votantes dañan la imagen del Partido de los Trabajadores
 

Nunca Lula da Silva fue tan impopular en Brasil. Ni el Partido de los Trabajadores (PT) tan mal valorado. Ni la sensación de pesimismo tan acusada desde que la izquierda llegó al poder. El acorazado Lula comienza a hacer agua, azotado por la corrupción y por la desaceleración económica de un país que apenas creció un 0,3% en el primer trimestre del año. Tan sólo un 35% de los brasileños piensa que Lula está desarrollando una gestión buena o muy buena, según el último estudio de la consultora Datafolha.

El pueblo brasileño se mueve entre la decepción y la indiferencia. Un 45% de la población califica de regular la política del Gobierno. Y apenas un 35% cree que la economía mejorará. Pero lo más preocupante para Lula es la evaluación del PT. Hasta los votantes del PT consideran que su partido está haciéndolo mal o regular (un 76%). Además, el 59% de la población opina que Lula ya no defiende las ideas izquierdistas por las que fue votado.

La sensación de corrupción, por primera vez en la época Lula, es generalizada. Un 65% de la población piensa que hay corrupción en el Gobierno, el doble que en marzo del 2004. Lo cierto es que el Gobierno Lula ya no puede enarbolar su gran bandera política, la de las manos limpias. La corrupción lleva meses castigando la casa petista y acaparando las portadas de los diarios.

Primero llegó la operación Vampiro, que destapó un esquema de desvío de dinero público del Ministerio de Salud. Después, el escándalo de Henrique Meirelles, presidente del Banco Central, acusado de fraude fiscal y de lavado de dinero. Por si fuera poco, la todopoderosa Rede Globo publicó un serial sobre la corrupción del Bolsa Familia, el mayor programa social de Lula.

Pero el misil que está haciendo naufragar el barco ha sido el escándalo de Correos. El Partido Trabajador Brasileño (PTB), que forma parte del Gobierno Lula, recibía dinero de empresas privadas que luego eran contratadas por el ente público de Correos. Lo peor es que Roberto Jefferson, presidente del partido y diputado, al verse acorralado por una comisión parlamentaria de investigación, ha destapado un escándalo mayor. El tesorero del PT, Delúbio Soares, pagaba, según Roberto Jefferson, el equivalente a 10.000 euros mensuales a varios diputados para que votasen a favor de los proyectos del Gobierno.

Lo peor es que Aldo Rebelo, ministro de Coordinación Política, ha asegurado que Lula fue informado en marzo de la compra de diputados. Y que Lula lloró de rabia. El PT lo ha desmentido todo en una nota oficial. Mientras tanto, la Marcha contra la Corrupción, organizada por un miembro del PT del estado de Piauí, aterrizó el martes en Brasilia. Cientos de personas llegaron andando desde la paupérrima tierra natal de Lula hasta la capital brasileña.



Bernardo Gutiérrez

La Vanguardia

8 de junio de 2005

 

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