Nicaragua

 

A 17 años de aquel "gobernar desde abajo"

Daniel Ortega, Presidente

 

 

Han pasado diecisiete años desde que Daniel Ortega tuvo que abandonar la Banda Presidencial de Nicaragua para entregarsela a Violeta Barrios de Chamorro.

Era el año 1990, cuando la población decidió votar contra la guerra, contra las miles de víctimas inocentes y para que terminara el vergonzoso bloqueo económico impuesto por los Estados Unidos.

 

Inmediatamente después de aquella derrota electoral, Daniel Ortega pronunció un histórico discurso frente a las miles de personas que se habían reunido en la Plaza de los No Alineados “Omar Torrijos”. “Nosotros no nacimos arriba, nacimos abajo y vamos a gobernar desde abajo. Ahora que hay un poder popular, estamos en muchas mejores condiciones para, en un corto tiempo, volver a gobernar este país desde arriba”.  Ahora, esa misma plaza y ese mismo discurso han hecho de fondo a las actividades programadas para la Toma de Posesión de la Presidencia por parte de Ortega.

 

Han sido diecisiete años a lo largo de los cuales se han sucedido tres Gobiernos que han impuesto al país el neoliberalismo, condenando a más del 80 por ciento de la población a vivir en la miseria, en la extrema pobreza, sin esperanza para el futuro. El Frente Sandinista y su Secretario General, Daniel Ortega, han progresivamente adoptado actitudes mucho más pragmáticas, abriendo espacios importantes de poder interno del partido a sectores empresariales de reconocida militancia sandinista, distanciandose de los sectores populares organizados,  aceptando cualquier tipo de negociación política que le diera la oportunidad de seguir ocupando nuevos espacios de poder político y económico, y asi regresar al poder. Un “gobierno desde abajo” que muy poco tiene que ver con las expectativas generadas por aquel histórico discurso.

 

Después de una larga espera, debido al retraso del avión en que viajaba el recién reelecto Presidente de Venezuela, Hugo Chávez , la ceremonia en que participaron aproximadamente dos mil invitados y más de mil periodistas acreditados, tuvo su momento más intenso cuando el ex Presidente Enrique Bolaños entregó su Banda Presidencial al Presidente de la Asamblea Nacional, René Nuñez, quién la impuso al nuevo mandatario, Daniel Ortega, no antes de haber cumplido con el ritual del juramento que lo inviste del nuevo cargo. 

De las actividades participaron un alto número de delegaciones extranjeras y 16 jefes de estado, entre ellos Hugo Chávez de la República Bolivariana de Venezuela, Evo Morales de Bolivia, Rafael Correa de Ecuador, todos los Presidentes centroaméricanos y José Ramón Machado, Vicepresidente de Cuba.

 

El nuevo Presidente de Nicaragua firmó también un Decreto para nombrar su Gabinete de Gobierno y juramentó a las máximas autoridades del Ejercito y de la Policía Nacional. Durante la actividad despertó mucha sensación y hasta suspicacias la presencia de Arnoldo Alemán, invitado especial en calidad de ex Presidente de la República, quien actualmente está descontando una sentencia en primer grado a veinte años de carcel por un sinnúmero de delitos, relacionados a su pasada administración. Después de una entrada triunfal, el ex Presidente se sentó en primera fila, hecho que despertó numerosas reacciones entre los invitados y el rechazo por parte de casi todos los medios de comunicación presentes en el evento. Según muchas personas, esto podría ser el primer paso para que el nuevo Gobierno, en aras de la paz y reconciliación, extienda una amnistía generalizada para todos los delitos cometidos en el pasado por funcionarios públicos, incluyendo al proprio Alemán.

 

Terminada la parte protocolar, las actividades se trasladaron a la Plaza de la Fe, donde más de 300 mil personas habían llegado de todo el país y tenían más de cinco horas de estar esperando para celebrar al nuevo Presidente. Ortega se presentó a la gente junto a su esposa y actual Vocera de la Presidencia, Rosario Murillo y a los presidentes de Venezuela y Bolivia, Hugo Chávez y Evo Morales respectivamente, quienes fueron los verdaderos protagonistas de esta noche. En su discurso de más de una hora, Ortega volvió a tocar algunos de los temas ya tratados en la pasada celebración del 19 de julio, aniversario de la Revolución Popular Sandinista. Atacó al "capitalismo salvaje", que en estos 17 años hizo crecer al país, pero favoreciendo sólo a grupos reducidos de empresarios, creando más miseria, desempleo, trabajo precario y abandonando a sectores estratégicos como son los servicios básicos (agua y energía eléctrica), la salud, la educación y el crédito para los campesinos y los pequeños y medianos productores. 

Luego de la firma de adhesión de Nicaragua al ALBA

 

Renovó algunas promesas, contenidas en el Programa de Gobierno, para reactivar la producción, evitar nuevas privatizaciones (los recursos hídricos), redistribuir las tierras, encontrar las formas para otorgar crédito a los pequeños y medianos productores y para mejorar de forma inmediata la situación de la salud y la educación. Abandonado por el momento el tema religioso, muy utilizado en la Campaña electoral para atraer al voto católico y evangélico, Ortega reservó un gran espacio de su discurso para lanzar un claro mensaje a favor de la unidad e integración latinoamericana, pidiendo de manera retórica a la gente si estaba de acuerdo que Nicaragua se integrara formalmente a la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), proyecto impulsado por Venezuela y Cuba y al cual ya adhirió Bolivia.

 

En la difícil tarea para mantener buenas relaciones con todo el mundo, Ortega aceptó continuar con el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (CAFTA), recordando al mismo tiempo que ese tratado no traía ningún beneficio para la mayoría de los nicaraguenses. A pesar de un análisis muy duro en contra de las privatizaciones y de la presión de la gente para que anunciara alguna decisión sobre el tema energético, Ortega se limitó a condenar la actitud de la transnacional española Unión Fenosa (que controla la distribución de energía) y de las compañias nacionales e internacionales que controlan la generación de energía, sin ofrecer lo que la gente pedía, o sea la nacionalización de estos sectores. Lo único que anunció fue un importante acuerdo energético firmado por la Asociación de Mucipios de Nicaragua (AMUNIC) con Venezuela, a través del cual se importará petróleo a un costo muy inferior a lo del mercado internacional y se terminará de instalar una nueva central eléctrica para satisfacer la demanda de energía y terminar con los apagones.

 

Casi finalizando su discurso, Ortega recordó también a los empresarios nacionales, con los cuales ya se reunió en diferentes ocasiones, que tendrán que participar en el esfuerzo para levantar la nación, de modo que todos los nicaragüenses puedan gozar de los beneficios de las futuras políticas económicas. La tarea del nuevo Presidente no será nada fácil y todo el mundo está esperando para ver cual serán las primeras medidas que va a adoptar para dar una señal clara sobre su Gobierno. Ortega se encuentra desde el comienzo en una encrucijada, por un lado tendrá que dar respuestas concretas e inmediatas a los sectores populares que lo votaron y que se están sumando a esta expectativa que crece cada día más y por el otro, tendrá que dar una señal clara al empresariado y a los sectores financieros locales, que no quieren perder los privilegios adquiridos en estos 17 años de neoliberismo.

 

Frente a él tendrá también a los gremios organizados, que desde ya están pidiendo un aumento del 100 por ciento del salario para cubrir, por lo menos, el valor de la canasta básica y al mismo tiempo, la necesitad de acceder a un nuevo Programa económico con el FMI, enfrentandose a las condiciones que este organismo está acostumbrado a imponer y a la imperiosa necesidad de mantener un equilibrio macroeconómico en el país. Ortega tendrá también que mantener delicados equilibrios políticos y económicos con los países más afines, como Cuba, Venezuela y Bolivia, que indudablemente ven en la nueva administración nicaragüense una oportunidad para añadir una nueva pieza al proyecto de una alternativa latinoamericana al modelo explotador norteamericano. 

 

En sus dos primeros días como Presidente, Ortega ya envió una señal clara sobre el camino que tiene pensado emprender. Hugo Chávez, Evo Morales y José Ramón Machado fueron los verdaderos protagonistas de estas celebraciones. Además de darles la palabra en diferentes ocasiones y organizar actividades públicas en Managua, Daniel Ortega firmó la adhesión formal al ALBA y también una larga lista de acuerdos económicos y comerciales con Venezuela. Durante esta actividad, el Presidente de Venezuela anunció que pronto su país conformará una sociedad mixta, con mayoría nicaraguense, para la importación de petróleo e para la construcción de una refinería, prometiendo al mismo tiempo que Nicaragua de ahora en adelante no tendrá más problemas energéticos.

 

Terminadas las celebraciones y la euforia post electoral, para el nuevo Gobierno es tiempo de comenzar a trabajar y sobre todo, de no defraudar las esperanzas que muchos nicaraguenses han puesto en él. Lo que se espera es un arranque muy fuerte en temas muy delicados como son la salud, la educación, el crédito rural, la energía eléctrica y el programa “Hambre Cero”, para comenzar a resolver los graves problemas de desnutrición que existen en las zonas rurales del país. El día siguiente a la Toma de Posesión, el nuevo Ministro de Educación, el catedrático y educador histórico, Miguel de Castilla, anunció en conferencia de prensa que se acabó con la Autonomía Escolar, término con el cual los gobiernos neoliberales habían transformado la educación en comercio y en lucrosos negocios para los directores de los colegios. Entre otras medidas, el nuevo ministro, anunció el esfuerzo inmediato para una masiva matriculación para el año escolar 2007, un diagnóstco para detectar los índices de deserción y retención escolar y programas muy intensos de alfabetización en todo el país, entre otros.

En Managua, Giorgio Trucchi

© Rel-UITA

12 de enero de 2007

 

 

 

 

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