Paraguay

Cincuentenario del golpe de Estado

 

Este 4 de mayo se cumplen cincuenta años del golpe de Estado que abrió las puertas del poder absoluto al general Alfredo Stroessner, un nombre y un rostro que, a lo largo de un tercio de siglo extendió su sombra a lo largo de la historia reciente de todo un país.

 

 

GOLPE DE ESTADO

 

En la noche del 4 de mayo de 1954, una sublevación militar encabezada por el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas derrocó al gobierno constitucional del presidente Federico Chaves Careaga. Para llevar a cabo su golpe, el general Alfredo Stroessner Matiauda contó con el apoyo de un sector del propio Partido Colorado y el argumento fue que el presidente habría pasado por alto la investidura de comandante en jefe al realizar varios cambios en el estamento militar.

 

Varios días duró la situación golpista hasta que, el 8 de mayo de 1954, se definió con la designación del veterano dirigente colorado Tomás Romero Pereira como presidente provisional con el compromiso de convocar a comicios, en los que el militar golpista se presentó como candidato único. El 15 de agosto de 1954, Alfredo Stroessner asumía la presidencia de la República.

 

AUGE DE UN RÉGIMEN

 

El régimen de Stroessner se benefició de la política anticomunista propugnada por los EE.UU., siendo destinatario de importantes ayudas económicas y militares, que se iniciaron en 1959. En el plano regional, la política exterior se volcó preponderantemente hacia el Brasil, en desmedro de las relaciones con la Argentina. El acercamiento hacia el Brasil se tradujo en la realización de importantes emprendimientos, entre ellos la apertura de una nueva vía de acceso al océano Atlántico.

 

Entre 1962 y 1977 fue la época de mayor esplendor del régimen, que consiguió legitimidad con la participación de algunos partidos políticos del espectro político nacional, si bien surgieron algunos conflictos, como el distanciamiento con la Iglesia Católica, algunas manifestaciones estudiantiles a fines de los años sesenta y conatos de subversión a mediados de los años setenta.

 

Pese a que en algún momento el país conoció de un repunte en su situación económica, la acción del régimen stronista no supo combinar crecimiento con desarrollo, ni dejar una economía equilibrada, además de constituirse en fuente de corrupción generalizada. En el plano económico, el país no logró entrar en la fase de industrialización y en los años ’80 el 42% de los hogares percibía solo el 7,3% del ingreso, frente al 7,7% que accedía al 75%. El 20% de los hogares de la escala superior recibía el 84% de los ingresos.

 

ASIGNATURAS PENDIENTES

 

En el aspecto social, el índice de desocupación de la capacidad instalada era del 40 al 50% en 1984. La educación registraba un alto índice de deserción escolar, del 60%. De los que terminaban la primaria, el 40% ya no ingresaba a la secundaria y de los que llegaban a este nivel el 50% no la terminaba. Solo el 10% de los jóvenes entre los 20 y 24 años continuaba sus estudios formales.

 

El 40% de la población campesina no tenía acceso a servicios de salud. Si se tiene en cuenta el acceso a médicos, esta carencia llegaba al 70%. En el ámbito nacional, el Paraguay ocupaba el último lugar en provisión de servicios sanitarios en 1980.

 

Por otra parte, la corrupción estuvo favorecida por el alto nivel de impunidad. Fue característica del régimen el sistema prebendario basado en el clientelismo político, que permitía la sobrefacturación de precios de obras públicas, la ejecución de obras por adjudicación directa de licitaciones fraudulentas, los sobornos, el pago de salarios estatales a funcionarios inexistentes y a personas que no han prestado servicios a las instituciones, contratación de crédito exterior para construcciones de obras públicas sin aprobación parlamentaria, la evasión de divisas, los desvíos de fondos públicos, el contrabando, la usurpación de bienes públicos, la adulteración de datos oficiales, etc.

 

TODO TERMINA

 

Por otra parte, los 34 años de gobierno de Stroessner se caracterizaron por la conculcación de los derechos ciudadanos, la persecución de adversarios políticos (apresamientos, represión violenta, tortura, proliferación de presos políticos, etc.), entre otros, pero como no hay mal que dure cien años, todo terminó en la madrugada del 3 de febrero de 1989.

 

 

Luis Verón

Diario ABC Color

5 de mayo de 2004

 

 

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