Paraguay

           

Fernando Lugo asumió el gobierno

Se abre un tiempo de esperanza

 

 

El 15 de agosto de 2008 será un día marcado a fuego en la historia reciente del Paraguay. Esa mañana se empezó a escribir una nueva página en la vida democrática del país con la asunción a la Presidencia de la República de Fernando Lugo, un ex obispo que en tan sólo tres años de carrera política logró derrotar en las urnas al sempiterno y corrupto Partido Colorado.

 

La mañana amaneció esplendida en Asunción, con la temperatura de un día primaveral, a pesar de estar en pleno invierno. Los lapachos en flor daban la bienvenida al nuevo día y regaban de colores el celeste cielo, dando el marco ideal a la fiesta popular que se avecinaba.

 

Desde tempranas horas, miles de ciudadanos con banderas paraguayas en sus manos y respirando un aire de alegría renovada, se amucharon en las históricas plazas del Congreso Nacional, en el microcentro de Asunción, para presenciar el traspaso presidencial.

 

Nunca antes se había visto a tanta gente de tan variado signo político, a tantos movimientos sociales, organizaciones sindicales y campesinas, acudir a una ceremonia similar de manera espontánea y desplazándose por sus propios medios. Unas 20 mil almas que prefirieron ser testigos de primera mano del histórico día, un día que quedará impreso en la memoria colectiva de los paraguayos y paraguayas que esperaban con ansias un cambio político en el país.

 

Las comitivas presidenciales de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Ecuador, España, Venezuela, China y Taiwán, y casi un centenar de delegaciones extranjeras iban llegando hasta el escenario montado a cielo abierto, a un costado del recinto parlamentario, para participar de la ceremonia oficial del traspaso de mando presidencial.

 

Más temprano, durante una sesión extraordinaria celebrada en la Sala Bicameral del Congreso Nacional, el mandatario saliente, el colorado Nicanor Duarte Frutos, entregaba las atribuciones presidenciales al titular de la Cámara de Senadores, Enrique González Quintana. Afuera se escuchaban los abucheos de reprobación a su gestión de parte de la multitud que esperaba para presenciar el juramento de Lugo.

 

Se fue Nicanor y llegó la era Lugo

 

Minutos después llegó el ex obispo hasta el escenario para la jura de rigor, vestido con pantalones de color gris, una camisa típica paraguaya de ao po’i (un lienzo fino con bordados a mano) de cuello mao y calzando sus ya características sandalias franciscanas. Un sencillo atuendo que se contraponía con la pompa y el lujo que exhibían los demás asistentes a la ceremonia. Así, Lugo dio inicio a una nueva etapa de “austeridad y honestidad” en el país, según sus propias palabras.

“Quiero anunciar que renuncio a vivir en un país donde unos no duermen porque tienen miedo y otros no duermen porque tienen hambre”

 

El momento más emotivo de la ceremonia se produjo a las 9 en punto de la mañana, cuando Fernando Lugo respondió con un rotundo y enérgico “Sí, juro”, a los votos de fidelidad a dios y la patria. La voz firme del ex prelado arrancó los gritos enfervorizados de la multitud concentrada en las plazas, que coreaban su nombre sin cesar.

 

“Quiero anunciar que renuncio a vivir en un país donde unos no duermen porque tienen miedo y otros no duermen porque tienen hambre”, señaló el flamante Presidente en su primer discurso oficial ante las delegaciones extranjeras.

 

“Hoy termina un Paraguay exclusivo, un Paraguay secretista, un Paraguay con fama de corrupción”, anunció también, ante la aprobación del público presente.

 

Consciente del desafío que le aguarda por delante, el ex obispo reducido al estado laical por el Papa Benedicto XVI, señaló durante su discurso de asunción que: “El sendero estará empedrado de obstáculos que permanentemente pretenderán cegarnos con los espejismos del reciente pasado dictatorial que ha infiltrado nuestra cultura, neutralizando actitudes que, sin embargo, recobramos y marcaron la victoria de abril, como la capacidad asociativa, la conciencia crítica, la innegociable dignidad”.

El cambio en Paraguay no es una cuestión electoral, es una apuesta cultural, quizás la más importante de su historia”, recalcó luego.

 

La Teología de la Liberación

 

Como era casi obvio que ocurriría, Lugo no pudo dejar de mencionar a la Iglesia Católica durante su discurso oficial, luego de haber ejercido el sacerdocio por más de 30 años antes de colgar la sotana para dedicarse de lleno a la política, lo que le valió una sanción at divinis de parte de Benedicto XVI. Luego de que Lugo ganara la Presidencia de la República por la vía de las urnas, el Papa tuvo que echarse para atrás con el castigo y reducir al obispo rebelde al estado laical.

 

El nuevo mandatario paraguayo señaló que su sacerdocio y obispado lo llevaron a convivir con comunidades excluidas y olvidadas de las zonas más pobres del país. Así pudo ver y experimentar, según sus palabras, la miseria de un pueblo olvidado y abandonado.

 

Durante su prolongada vivencia pastoral, esta conmocionante experiencia lo llevó a abrazar la Teología de la Liberación durante la atribulada década del 70.

 

En este momento me parece importante rescatar el paisaje social que me inspiró un día al sacerdocio en los albores de una iglesia nueva que se comprometía a calzar esas sandalias que caminan con las tribulaciones y alegrías de la gente”.

 

Dijo que cuando encontró las palabras de Leonardo Boff y Gustavo Gutiérrez (precursores de la Teología de la Liberación) percibió claramente que esa era la iglesia destinada a nutrir de esperanza activa a seres humanos sumidos en el discurso opresor de tantas dictaduras que marcaron la historia de América Latina.

 

“Por ellos estuve allí, por ellos estoy aquí, y por eso este laico eternamente agradecido con su madre iglesia permanecerá aferrado a su fe solidaria hasta el fin de su humilde historia”.

 

Durante su primera alocución oficial, que duró unos 40 minutos, Lugo no se olvidó de mencionar el medio ambiente, la salud, la educación, a los campesinos sin tierra, a los indígenas y a los niños de la calle.

 

“Nuestro gobierno no perseguirá a nadie por la portación de pobreza”, dijo. Agregó que, además de las instituciones asignadas para atender a los menores en situación de riesgo y a los pueblos nativos que aún subsisten en el territorio nacional, él personalmente se ocupará de la problemática de estos sectores excluidos de la sociedad paraguaya.

 

Una fiesta de la esperanza

“Nuestro gobierno no perseguirá a nadie por la portación de pobreza”

 

Una vez concluida la ceremonia oficial, la fiesta popular prosiguió en las calles de Asunción con música, cantos, y hasta un impopular desfile militar incluido. Al entrar la tarde, cuando todas las delegaciones oficiales ya se habían marchado y sólo permanecía en el país el presidente venezolano Hugo Chávez como invitado oficial, ambos mandatarios asistieron juntos a un festival popular que se realizó en la parte posterior del Palacio de Gobierno, frente al río Paraguay.

 

Al día siguiente, en su primer día como gobernante del Paraguay, Lugo se trasladó con Chávez hasta el departamento de San Pedro, al norte de Asunción, uno de los más pobres del país, en donde el ex prelado se desempeñó como obispo durante diez años. Lugo eligió ese lugar como símbolo de la dura lucha que inicia su gobierno contra la pobreza y la marginación del pueblo campesino.

 

El ex prelado llega al poder con un 97 por ciento de popularidad, según un reciente sondeo de opinión. A pesar del fuerte apoyo popular, el camino no será nada fácil para el nuevo mandatario, pues no sólo tendrá que demostrar su capacidad de respuesta a los acuciantes problemas sociales que enfrenta el país sino también para salvar los roces surgidos en la propia Alianza Patriótica para el Cambio, la coalición que lideró con éxito pero que ahora enfrenta numerosos resquebrajamientos internos, que empezaron a hacer mella incluso antes de que iniciara su largo camino al frente de un país desolado por la corrupción, la inequidad social y la inseguridad.

 

Mientras tanto, la ciudadanía signa sus esperanzas en este ex obispo que una Navidad decidió desafiar a la jerarquía católica y anunciar su candidatura presidencial para tratar de cambiar mediante la política la desigualdad social, la corrupción y el atraso que no pudo cambiar con la religión.

En Paraguay,  Rosalía Ciciolli

Rel-UITA

21 de agosto de 2008

Rosalía Ciciolli

 

 

 

Fotos: Gentileza Última Hora

 

 Más Información

 

 

Volver a Portada

 

 

   UITA - Secretaría Regional Latinoamericana - Montevideo - Uruguay

Wilson Ferreira Aldunate 1229 / 201 - Tel. (598 2) 900 7473 -  902 1048 -  Fax 903 0905