España

Atentados en Madrid

La voluntad popular frente a la guerra

y el terrorismo

 

El pasado jueves, pocas horas después de los atentados de Madrid, mientras en las capitales europeas se empezaba a barajar la hipótesis de un acto criminal perpetrado por los radicales islámicos de al Qaeda, el gobierno del presidente Aznar seguía empeñado en desviar la atención de la opinión pública española, centrando las sospechas en el terrorismo vasco, principal caballo de batalla de una bochornosa campaña electoral, que desembocó tanto en la victoria de la oposición socialista como en el fortalecimiento de los partidos de corte nacionalista.

 

 

De nada sirvieron las acusaciones falsas, las advertencias alarmistas, la desinformación y descalificación de los adversarios políticos del Partido Popular. Ante la innegable conmoción social generada por el ataque terrorista, gran parte de la ciudadanía y, ante todo, el elevado porcentaje de indecisos, optó por expresar su opinión en las urnas. ¿Voto del miedo? ¿Voto de castigo contra un Gobierno que trató de manipular a los electores? Curiosamente, el resultado de la consulta emanante de la voluntad popular fue tergiversado por algunos políticos españoles y "aliados" extranjeros, que pretenden disfrazar la voluntad popular de… ¡victoria del terrorismo!

 

Esta fue, al menos, la versión ofrecida ad nauseam por el primer ministro británico, Tony Blair, quien no dudó en emplear la metáfora: al Qaeda ganó las elecciones españolas. Cabe preguntarse si el estadista inglés, incondicional aliado de la Casa Blanca en la llamada guerra global contra el terrorismo, advirtió en el horizonte político el peligro de movilizaciones contra la aventura bélica de George W. Bush y las mentiras y medias verdades con las que el Gobierno de Londres trató de justificar su impopular actuación. Ni que decir tiene que para los neoconservadores que rodean a George W. Bush, partidarios de la globalización armada, la repulsa de la ciudadanía representa una seria amenaza. Y más aún, al comprobar que los auténticos vencedores de esta batalla son los defensores de la legalidad internacional, es decir, los gobiernos que propugnaron una solución diplomática de la crisis iraquí.

 

Lo cierto es que la consulta popular celebrada el pasado fin de semana en España no la ganó al Qaeda. Los españoles tenían sobradas razones para castigar la prepotencia, la manipulación y la crispación, que acompañaron los últimos meses del Gobierno Aznar. No, las elecciones no las ganaron los terroristas, sino los ciudadanos de un país democrático, que no tiene vocación de convertirse en "Estado libre asociado" de la Unión.

 

Una vez asimilados los resultados del proceso electoral, conviene analizar con detenimiento el contenido y alcance de los mensajes enviados por los presuntos autores de los atentados de Madrid. Al emplear los condicionales, el que esto escribe procura no caer en la trampa de atribuir automáticamente la autoría de las matanzas a grupos radicales desconocidos, que no dudan en apuntarse inexistentes éxitos, como por ejemplo el gran apagón de la costa Este de los Estados Unidos.

 

Aunque la mayor parte de los indicios apuntan hacia la gigantesca telaraña integrista liderada por Osama Bin Laden, en este caso concreto, conviene hacer hincapié en el cambio de tono y/o de vocabulario empleado por los autores de los distintos comunicados recibidos en las últimas horas. Se trata de documentos redactados en un tono más escueto, más directo y menos simbólico, que carecen de las habituales citas coránicas. Hay quién no duda en calificar los mensajes de apócrifos, recordando el sofisticado lenguaje empleado por al Qaeda en anteriores ocasiones. Por otra parte, el mero hecho de que los comunicados no procedan de la dirección política de al Qaeda levanta sospechas. Sin embargo, los expertos en cuestiones islámicas advierten que los textos podrían tener una lectura completamente diferente. En primer lugar, por tratarse de partes de guerra (y no de simples advertencias) procedentes de células autónomas de la red, que se atribuyen cierta autoridad en el continente europeo. En segundo lugar, porque los mensajes enviados anteriormente por el propio Bin Laden (18 de octubre de 2003) y sus lugartenientes (hacia finales de febrero), llaman claramente la atención sobre la inminencia de acciones dirigidas contra los aliados de Washington, es decir, contra los países que enviaron contingentes militares a Irak: Reino Unido, Italia, España, Polonia, Rumanía, Australia, etc.

 

En resumidas cuentas, no conviene minimizar el alcance de las advertencias. Si las amenazas proferidas por al Qaeda contra Italia y Estados Unidos llegan a materializarse, no cabe la menor duda de que nos hallamos ante una auténtica ofensiva de gran envergadura del islamismo radical contra los "infieles" que osan profanar la tierra del Islam. Ello supondría, claro está, un paso más hacia el "choque de civilizaciones" ideado por Samuel Huntington y ansiado, sí, ansiado, por el apocalíptico tándem Bush-Bin Laden.

 

 

Adrián Mac Liman

Agencia de Información Solidaria

19 de marzo de 2004

 

 

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