Perú

Trabajo sin calidad

 

Según Fernando Villarán, ex Ministro de Trabajo y Promoción del Empleo, dos de cada tres peruanos no tiene acceso a un empleo adecuado y se ven obligados al desempleo, subempleo y la actividad informal, sólo uno consigue un trabajo adecuado y bien remunerado

 

 

Villarán en su artículo “Un punto en la agenda del próximo gobierno: La promoción del Buen Empleo”, advierte que la falta de empleo adecuado sigue siendo considerada por la población como su principal problema.

 

La precariedad laboral alcanza al 72 por ciento de la población del país que trabaja en microempresas -que emplean de dos a nueve trabajadores-, de manera independiente no profesional o es trabajador familiar no remunerado. Todos laboran en condiciones de baja productividad y con escaso apoyo de las políticas públicas, sin adecuadas condiciones remunerativas y carentes de protección social.

 

Según el economista Julio Gamero en el último año, la creación de nuevos empleos en empresas de más de diez trabajadores ha alcanzado tasas entre 7 y 8%, sin embargo, señala que la tendencia en la recuperación del empleo formal lamentablemente no se ha traducido de una manera similar en una mejora de los ingresos de los trabajadores, autoempleados y profesionales independientes.

 

A un gran porcentaje de trabajadores se les paga mediante recibos por honorarios, comprobantes de pago que deben entregar al momento de cobrar por los servicios prestados quienes ejercen una profesión, oficio, ciencia o arte en forma individual, y que no los liga laboralmente con la empresa para la que laboran ni les da derecho a ningún beneficio o compensación laboral. El proceso es regulado por la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria.

 

La mayor explotación esta en la agroindustria, sector que pese a tener un crecimiento sostenido y ser para muchos una alternativa importante para el futuro del Perú, los empresarios ofrecen un trato inhumano y atentatorio contra la dignidad a cientos de mujeres y hombres que, con su trabajo, contribuyen a que las empresas recauden ingentes ingresos, especialmente por el espárrago, producto bandera de la agroexportación.

 

Las mujeres son piezas clave por su habilidad manual para la cosecha de esta hortaliza, trabajan durante 10 horas, desde las cuatro de la mañana, bajo las inclemencias del sol o los vientos cargados de arena que abundan en las zonas productoras, sin ningún tipo de protección.

 

“Las trabajadoras y trabajadores de la agroindustria están sujetos a un régimen laboral especial que establece menores remuneraciones, gozan de la mitad de las vacaciones y la tercera parte del monto indemnizatorio, en caso de despido laboral”, señala Karim Flores, responsable del Área de Propuestas de Políticas Laborales y Educativas de la Asociación Aurora Vivar.

 

Los menores estándares laborales creados con esa legislación regirán hasta 2021. Con esa decisión, el Estado peruano ha otorgado indebidamente factores de productividad y competitividad a costa de los derechos humanos de los trabajadores, explica Flores.

 

“Es abiertamente discriminatorio, atenta contra el principio de igualdad ante la ley y pone en cuestión convenios internacionales de la Organización Internacional del Trabajo, firmados por el Estado peruano”, agrega.

 

La inequidad social y los niveles de pobreza de trabajadoras y trabajadores quedaron en evidencia el miércoles 15 agosto, cuando un terremoto de siete grados en la escala de Richter le cambió el rostro a varias ciudades de la región Ica, a 250 kilómetros al sur de la ciudad de Lima. Sus viviendas precarias, la mayoría construidas con paja y adobe (bloques de arcilla), sucumbieron ante el movimiento telúrico.

 

La región Ica, junto con el departamento de La Libertad, a 500 kilómetros al norte de Lima, son las principales zonas agroexportadoras del país y generan el 3,8 por ciento del Producto Bruto Interno nacional.

 

Sin embargo, la pobreza afecta al 50,3 por ciento de la población de Ica y pasará mucho tiempo para conocer el porcentaje de trabajadores agroindustriales de esta región afectados por el sismo. Ellas y ellos, cargando su dolor a cuestas, han sido el primer sector productivo en reintegrarse a trabajar, desde el lunes pasado, porque en opinión de los empresarios “la producción no puede parar”.

Julia Vicuña Yacarine

© Rel-UITA

30 de agosto de 2007

 

 

 

 

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