El siguiente artículo refiere a transnacionales de la industria
electrónica en México, pero bien podría tratar de las
transnacionales de la alimentación en el resto de América y
del mundo.
El Centro
de Reflexión y Acción Laboral (CEREAL) presentó la
semana pasada su segundo informe sobre las condiciones
laborales en la industria electrónica de México. En
forma por demás pertinente, este año incluye una comparación
sobre el estado en que éstas se encontraban el año anterior,
así como una evaluación de los intentos de las empresas por
mejorarlas.
Con la
convicción de que los abusos cometidos son graves, y de que
las quejas de los trabajadores tienen que ser
prioritariamente atendidas, de un universo de 237 casos, que
se desprenden de 2 mil quejas atendidas entre junio de 2006
y junio de 2007, documenta de manera profesional 74 casos
individuales y colectivos de violaciones a los derechos
laborales, en los que de manera directa, o por conducto de
las famosas agencias de empleo, están implicadas empresas
trasnacionales como
Hewlett Packard, Nokia,
Motorola, Intel, Dell, Solectron,
Sun Microsystems, Philips, Hitachi,
Toyota, Lenovo, Manpower,
Flextronics, Sanmina SCI, Jabil,
Foxconn y USI en varias de sus plantas en la
República.
Como en
cualquier informe responsable de esta naturaleza, los
ilustra, además, con la descripción particular de algunos de
estos casos, y da cuenta de las gestiones y respuestas que
se han hecho y recibido de algunas de las empresas. Para
contextualizar y apreciar mejor estos abusos, lo que es
imprescindible en documentos sobre esta materia, en el
primer capítulo del documento de 85 páginas presenta un
análisis sintético, objetivo y claro de la eufemísticamente
llamada “cadena de suministro” de la industria electrónica
mundial el último año, así como de sus repercusiones
económicas y, sobre todo, sociales en las también de manera
encubierta denominadas “zonas de bajo costo”, que abarca
países como China, Malasia, Tailandia,
India, Filipinas y desde luego México.
En el caso
de México -que presenta “ventajas competitivas” por
su vecindad con el mercado más grande del mundo, por el
TLC e “instrumentos gubernamentales” como el Pitex
(sic), que permiten a las empresas extranjeras importar
insumos con tasa cero o preferencial, para después
exportarlos a Estados Unidos como productos
manufacturados con valor agregado-, el Cereal afirma con
datos que la industria electrónica es el sector industrial
más grande y dinámico, incluso por encima de la industria
automotriz, pues cerca de mil 300 empresas de esta rama
operan en nuestro territorio y emplean aproximadamente 400
mil trabajadores.
Sus
exportaciones el año pasado ascendieron a 46 mil millones de
dólares, lo que representó casi 20 por ciento de las
exportaciones totales del país. El CEREAL apunta que
a pesar de ser una industria de gran tamaño, que produce
principalmente televisores de alta definición, computadoras,
teléfonos celulares, tarjetas electrónicas e impresoras, no
existe una industria electrónica mexicana, porque se compone
casi exclusivamente de empresas de origen extranjero
(naturalmente que también con capitales mexicanos
asociados), que no generan ni promueven una industria
nacional.
En ella,
sin embargo, se experimenta lo que una vez más
eufemísticamente se denomina como una “oleada global” para
reducir costos laborales, ya que en el actual sistema esta
industria requiere del uso intensivo de mano de obra para
competir en el mercado internacional. Esto ha propiciado el
surgimiento de una serie de fenómenos, a los que otra vez de
manera encubierta se ha calificado de “nuevas formas de
trabajo” o de “trabajo flexible”, que no son otra cosa que
métodos de administración de personal que vulneran los
derechos de los trabajadores. Como en los otros países
mencionados, en su informe el CEREAL vuelve a
detectar entre éstos los siguientes. En primer lugar el
abuso en la subcontratación de personal mediante las
agencias de empleo, las famosas
outsourcing*,
que propician la falta de equidad entre los trabajadores
directamente contratados por las empresas y los
subcontratados por las agencias, lo que está prohibido por
la Ley Federal del Trabajo, y con la que además evaden otras
responsabilidades laborales muy sensibles para sus
empleados.
A ella hay
que añadir la discriminación en el empleo por ser
estudiantes de derecho, tener algún pariente abogado o
sindicalista, pertenecer o haber pertenecido a algún
sindicato, defender sus derechos o los de sus compañeras,
hasta por el hecho de estar embarazadas o tener algún
tatuaje. Lo que también está prohibido por la ley. Sin
faltar la contratación temporal indiscriminada; las
presiones para que los trabajadores firmen sus renuncias,
incluso sin fecha y por anticipado; la prohibición expresa a
sindicalizarse; la exposición sin advertencia y sin medidas
preventivas a sustancias tóxicas y peligrosas; el trato
indigno y las condiciones laborales de “administración de
personal” que ponen en riesgo su salud; la cancelación por
vía de hechos de prestaciones consagradas en la ley,
etcétera.
Para el
CEREAL es importante que para solucionar todos estos
problemas no sólo intervenga el gobierno, sino también
organismos internacionales, como la ONU y la OIT,
y desde luego la ciudadanía conciente y organizada.
Miguel
Concha
La
Jornada, México
19 de
octubre de 2007
*Empresas que tercerizan servicios y mano de obra
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