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                    México 
  
  
    
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            Ciudad Juárez: 
            
            La interminable 
            violencia de cada día 
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                    A pesar 
                    de su apariencia frágil y voz suave, Esther Chávez Cano es 
                    una mujer con fuertes convicciones que la llevaron a 
                    emprender una dura lucha contra un monstruo de mil cabezas: 
                    la violencia social contra las mujeres en una ciudad donde 
                    la ley y la justicia parecen ser parte de una fantasía 
                    lejana.  
                      
                    Aunque Ciudad Juárez –separada de El Paso por un puente– 
                    tiene oficialmente 1.188.000 habitantes (datos 
                    correspondientes al año 2000), no es exagerado decir que en 
                    realidad alberga al doble de personas, que conviven en una 
                    sociedad donde la principal fuente de empleos es la 
                    industria "maquiladora", seguida por la construcción y el 
                    comercio. Pero gran parte de su población es pasajera, y la 
                    constituyen los que pretenden cruzar a Estados Unidos o 
                    quienes se quedaron atrás en esa aventura.  
                      
                    Cuando el caso de las mujeres jóvenes asesinadas se convirtió 
                    en epidémico (en los últimos diez años se han encontrado los 
                    cadáveres de más de 400 mujeres, casi todas con síntomas de 
                    haber sido violadas y hasta torturadas) la justicia local 
                    respondió con arrestos y hasta sentencias dudosas. Pero los 
                    asesinatos no se detuvieron.  
                      
                    "Es una ciudad donde predominan las mujeres, muchas porque no 
                    quieren casarse, otras porque sus maridos cruzaron al norte 
                    y no regresaron y también porque la industria maquiladora 
                    emplea muchas mujeres", dice Chávez, quien visita el Valle 
                    Central de California para realizar unas presentaciones en 
                    el simposio "Victimología en las Américas", organizado por 
                    la Universidad Estatal de Fresno, del 27 al 30 de abril.
                     
                      
                    "Hay muchos casos de incestos, violaciones y de mucha, mucha 
                    violencia… Llegan mujeres quemadas, mordidas, humilladas al 
                    punto de que hablan de suicidio", comenta Chávez, cuya 
                    organización Casa Amiga presta servicios de ayuda legal, 
                    psicológica y médica –esta última muy limitada– a las 
                    víctimas de violencia doméstica. Durante el año 2004, 
                    atendieron a 5800 personas, mientras que en el aspecto 
                    preventivo buscan educar a la sociedad sobre las causas y 
                    consecuencias de la misma. "Por medio del teatro llegamos a 
                    los niños, para enseñarles a cuidar sus cuerpos". La 
                    organización también cuenta con un refugio para familias 
                    víctimas de violencia doméstica.  
                      
                    La tarea parece titánica. Aunque al principio varias 
                    organizaciones trabajaban juntas y eran apoyadas por 
                    familiares de varias de las víctimas, el gobierno estatal de 
                    Patricio Martínez (1999-2004), del Partido de la Revolución 
                    Institucional, implementó una política divisionista y de 
                    cuasi persecución organizaciones y activistas de los 
                    derechos humanos involucrados en estos casos. El sistema 
                    político, agrega Chávez, parece no estar muy comprometido en 
                    solucionar la situación.  
                      
                    Para Chávez, los asesinatos son el extremo de una situación 
                    generalizada de violencia familiar y particularmente contra 
                    las mujeres. "Las políticas impuestas por el Fondo Monetario 
                    Internacional y el Banco Mundial a México generaron pobreza 
                    y un rápido éxodo del campo a la ciudad". Esto, a su vez, 
                    produce una descomposición social y familiar que sumado a 
                    aspectos culturales patriarcales, son un caldo de cultivo 
                    para la violencia doméstica. Los niños, testigos y víctimas, 
                    repetirán casi con toda seguridad lo aprendido en el hogar, 
                    conviertiendo la situación en un círculo vicioso. 
                     
                      
                    "En Ciudad Juárez no se hablaba de acoso sexual, de incesto y 
                    violación… en nuestra cultura se considera que estos son 
                    temas privados", afirma Chávez, quien asegura que no son 
                    actos sexuales sino de poder de hombres contra mujeres. 
                    "Estos hechos ocurren en todos los niveles sociales, pero 
                    mientras las mujeres ricas buscan atención con psicólogos 
                    privados o en clínicas, las de bajos recursos dependen de 
                    nosotros o de los hospitales". Dentro de este ambiente, el 
                    consumo de drogas y de alcohol agudizan la violencia; pero 
                    también las frustraciones laborales, el desempleo, la 
                    pobreza permanente, las desigualdades.  
                      
                    Ante esto, muchos son los que buscan refugio en las 
                    religiones. "Me parece contradictorio que las religiones le 
                    digan a las mujeres que no usen contraconceptivos cuando en 
                    las maquiladoras no las aceptan si están embarazadas, aunque 
                    es anticonstitucional". Además, la prédica de muchas 
                    religiones contra los condones contribuye al aumento de las 
                    enfermedades venéreas y del SIDA. Chávez no confía en la 
                    aplicación de la justicia en México, por lo que afirma que 
                    controlar la violencia contra las mujeres y la de tipo 
                    doméstico en general deberá ser principalmente una tarea 
                    conjunta de varios sectores sociales a partir de la 
                    educación y la prevención.  
                      
                    Pero a pesar de las dificultades, Esther Chávez es optimista: 
                    "Cómo no serlo cuando ves la sonrisa de un niño que apenas 
                    un par de días antes llegó al refugio aterrorizado por lo 
                    que ocurre en su hogar. Por ellos vale la pena el esfuerzo".
                     
                      
                      
                    Eduardo 
                    Stanley  
                    Convenio 
                    La Insignia / Rel-UITA 
                    29 de 
                    abril de 2005 
                      
                      
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