8 de marzo, Día Internacional de la Mujer

La violencia mata más

mujeres que la malaria,

el SIDA y la guerra

 

 

La violencia contra las mujeres en sus diversas modalidades es una de las manifestaciones más agudas e indignantes de la discriminación machista. Su denuncia estuvo presente desde el nacimiento de los primeros grupos feministas y movimientos de mujeres de las últimas décadas. El reclamo por políticas generales y medidas concretas que prevengan, contengan y castiguen esa práctica, así como las dirigidas a proteger a las agredidas y asegurarles el disfrute de su derecho a una vida digna, figuraron y continúan apareciendo en todas las plataformas y pautas reivindicativas de las mujeres organizadas en todo el mundo.

 

Mucho se ha logrado, desde el reconocimiento social de la existencia del problema hasta leyes, pasando por espacios concretos de elaboración y aplicación de políticas específicas. Como lo señala Virginia Vargas*, autora del informe que aquí presentamos, el tema ingresó en los ámbitos de debate internacional “a través de recomendaciones de la CEDAW (Comité para la eliminación de la discriminación contra la mujer, por sus sigla en ingles), las Plataformas y Programas de Acción de las Conferencias mundiales, entre ellas la de Viena sobre Derechos Humanos; la del Cairo, sobre Población; y especialmente la IV Conferencia de la Mujer en Beijing, en 1995. Desde 1993, existe la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Desde 1994, existe una Relatora especial sobre violencia. También desde esa fecha, existe la Convención de Belem do Pará, contra la Violencia hacia la Mujer, y en la OEA hay una Relatora especial sobre derechos humanos de las mujeres”.

 

En la mayor parte de los países latinoamericanos existen leyes contra la violencia hacia las mujeres, pero a pesar de tanta lucha, de tanta letra escrita en negro sobre blanco, de tantas energías y recursos invertidos en debates y declaraciones, nada de esto es aún suficiente para producir cambios sustanciales en la raíz del problema.

 

La violencia contra las mujeres continúa siendo un flagelo social y moral de esta sociedad, los avances alcanzados, aún siendo claramente insuficientes, llaman a prolongar y profundizar el esfuerzo, a redoblar la lucha no sólo en los ámbitos colectivos, sino también, y especialmente, en el fuero interno de cada una y cada uno, en ese territorio de la subjetividad donde la autocomplacencia suele sabotear los cambios que la reflexión demanda.

 

En la inminencia de un nuevo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, nos permitimos sugerir la lectura del informe elaborado por Virginia Vargas “Violencia contra las mujeres y estrategias democráticas en América Latina”. Por su riquísimo contenido recomendamos, además, su utilización como material de base en trabajos colectivos, grupos de estudio o debates referidos al tema.

 

 

Rel-UITA

          5 de marzo de 2008

 

 

 

 

Suplemento:  Dia Internacional de la Mujer

 

 

 

* Virginia “Gina” Vargas es socióloga y feminista peruana, integrante del directorio del Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, organización no gubernamental con una antigua y rica vinculación con la UITA. Gina hizo uso de la palabra representando a la sociedad civil global ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en ocasión de la llamada Cumbre del Milenio + 5, en septiembre de 2005.

 

 

 

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