Guatemala

Para las mujeres negras,

el color pesa

  

Dilia Palacios es la primera guatemalteca Comisionada Presidencial Garífuna que llegó a ese puesto, apoyada por la Asociación de Mujeres de esa minoría. Tiene 31 años de edad y es la única de esa raza en un puesto de toma de decisión.

 

Para Dilia, el mayor problema de discriminación hacia la población negra, de esta nación multicultural, radica, principalmente, en que aún no se asume que existe una parte de negritud en el país. Considera que los garífunas, esencialmente las mujeres, sufren dos veces más el racismo y la discriminación que las mayas.

 

La población a la que ella pertenece está conformada, por lo menos, por 5.000 habitantes, con un amplio predominio femenino, de unas 15 por cada 10 hombres. La mayoría de esa población emigra del país al llegar a la adolescencia, porque, a criterio de la Comisionada, no hay oportunidades para los habitantes negros en esta nación.

 

En esta entrevista, ofrece un panorama de lo que significa ser garífuna en un país en donde la discriminación y el racismo forman parte de lo cotidiano.

 

-¿Qué significa ser mujer negra en un país caracterizado por la discriminación y el racismo?

-En el contexto guatemalteco, es difícil que se reconozca la negritud, principalmente para las mujeres garífunas o afrodescendientes. Para mí, el ser negra en Guatemala es bastante difícil: primero, porque no hay visibilización de mujeres negras profesionales; segundo, porque nunca hemos estamos en puestos de toma de decisiones.

 

Si las mujeres mayas tienen pocas oportunidades, nosotras tenemos aún menos. Vivimos en una condición de vida pobre, sin oportunidades, y sólo se nos vinculan al baile o a la práctica de hacer trenzado en el pelo.

 

Por ejemplo, cuando alguien me ve, lo primero que me dice es que seguramente soy buena para el baile, pero nunca me han preguntado qué profesión tengo o qué pienso de determinado tema.

 

-¿Están en las mismas condiciones de racismo y discriminación las mujeres garífunas que las mayas?

-No. Nosotras sufrimos más el racismo y la discriminación. Se marca en dos cosas: primero, en que existe un problema de identidad nacional; aquí no se nos reconoce como ciudadanos negros o negras, siempre nos ven como una persona de origen beliceño, africano o jamaiquino, pero no contemplan que seamos guatemaltecos.

 

Y, si en el caso de las mujeres mayas se les ofende con decirles "María" o que se quiten el traje porque apestan, a nosotras, las garífunas, nos atribuyen que sólo sabemos hacer bien el pan de coco, bailar punta o, en el peor de los casos, que siempre vamos a oler a pescado. Ese es uno de los peores estereotipos.

Para las mujeres negras el color pesa horriblemente en Guatemala, de esa cuenta uno aprende y va abriendo campos.

 

-¿Eso las induce a auto discriminarse y vivir limitadas en una comunidad?

-No, no hay auto discriminación, lo que pasa es que no hemos encontrado una ruta por donde se pueden encaminar las cosas. No hay condiciones adecuadas para que podamos sobresalir y, por eso, siempre vamos a estar allá, en Livingston (comunidad donde habitan los garífunas, a unos 35º kilómetros de la capital), no hay fuentes de empleo y apenas somos un grupo de mujeres que ofrecemos trencitas. ¿De qué estamos hablando? De igualdad de condiciones, no.

 

Hay oportunidades para la población maya, pero no para nosotras las negras. Yo no conozco un proyecto autosustentable para ayudar a las garífunas.

 

-¿En qué aspecto coincide la discriminación de la mujer maya con la de la garífuna?

-En el tema de salud, infraestructura, educación, quizás, pero estamos después de ellas. Somos las últimas en ser beneficiadas.

 

-¿Cómo estima que debería corregirse la discriminación hacia la población garífuna, principalmente hacia la mujer negra?

-Se debe trabajar intensamente en el área de formación ciudadana en el sector educativo, y llegar con oportunidades para ellas. Ni siquiera en el tema de salud reproductiva hay conocimiento, no hay educación; ellas le temen a hacerse un Papanicolau porque nunca se les ha explicado en qué consiste y para qué se debe hacer.

 

-¿Está mal la salud sexual y reproductiva en el área garífuna?

-No hay una cultura, no hay una educación de que es importante hacerse esos exámenes. Me preocupa este tipo de casos por el índice de cáncer, pero a ellas les da miedo que las estén revisando. Un ejemplo fue cuando se hizo una jornada médica y ninguna mujer garífuna llegó a hacerse el examen.

 

-¿Cómo se vive el machismo en la vida de la mujer garífuna?

-Es más fuerte que en cualquier otra cultura del país, diría yo, aunque más solapado. Ellos siempre quieren ser cabeza de movimientos, tener la palabra en las opiniones y no dejan a la mujer hablar. También se vive al cerrar la puerta de la casa. Hay violencia, desintegración familiar. Quizás no se conoce mucho porque las mujeres no lo dicen, porque nuestra cultura es conservadora, y mi vecino puede estar golpeando a su mujer y yo puedo estar a su lado y no quiero saber nada, porque no nos gusta estar metidos en problemas.

 

-¿Cuáles son las causas por las que la mujer garífuna tiene baja autoestima? ¿Machismo y violencia de género? ¿Inciden otras razones?

-Sí, en parte es eso, pero también hay problemas con la discriminación y vuelvo a sacar el tema. Se baja su autoestima cuando se le dice que no hable el idioma, cuando se la asocia sólo con el baile de punta, además del poco valor que se le da al traje y, por eso, muchas se lo han quitado, obedientemente.

 

La mujer garífuna no se queja y es muy cuidadosa en lo que va a decir. No es muy expresiva, tiene muchas ideas, pero no es expresiva.

 

-¿Pesa el color en Guatemala?

-El color pesa mucho. Los términos peyorativos son muy fuertes, aquí te dicen 'negra' pero de forma despectiva, y por eso hemos optado porque nos llamen garífunas, pero eso se debe a que en Guatemala no se ha asumido que hay negritud.

 

Para las mujeres negras el color pesa horriblemente en Guatemala, de esa cuenta uno aprende y va abriendo campos. Por eso, mi consejo siempre ha sido que no se avergüencen de su color, porque igual no lo pueden esconder, más bien que aprendan a vivir con él y salgan a la calle en busca de oportunidades.

 

Alba Trejo

Tomado de SemLac

8 de julio de 2009

 

 

 

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