Monocultivos, monopolios, mitos y la masculinización de la agricultura

 

Estoy escribiendo esta declaración en el hermoso valle de Doon en el Himalaya, donde llegaron los monzones, y donde nuestro equipo de Navdanya (Nueve Semillas, nuestro Movimiento Nacional para la Conservación de la Biodiversidad) trabaja en el transplante de más de 300 variedades que estamos conservando junto con la rica diversidad de nuestros cultivos agrícolas. Nuestra finca no usa ningún tipo de producto agroquímico o insumo externo. Es un sistema autoregenerativo que preserva la biodiversidad a la vez que satisface las necesidades humanas las necesidades de los animales de la finca. Nuestros dos bueyes son la alternativa que utilizamos en vez de los fertilizantes químicos que contaminan el suelo y el agua, y de los tractores y combustibles fósiles que contaminan la atmósfera y desestabilizan el clima.

 

Una de las variedades de arroz que conservamos y cultivamos es el basmati, el arroz aromático por el cual es famoso Dehra Dun.

 

El arroz basmati que los agricultores de mi valle han cultivado durante siglos hoy por hoy es proclamado como “la invención instantánea de una nueva línea de arroz” por una corporación estadounidense llamada RiceTec (Nº 5.663.454). El “neem” (árbol que se utiliza como insecticida) (1) que nuestras madres y abuelas usaron durante siglos como plaguicida y fungicida fue patentado para esos usos por W.R. Grace, otra corporación estadounidense. Hemos desafiado la patente de la Grace a través de los Verdes en el Parlamento, en la Oficina Europea de Patentes.

 

El fenómeno de la biopiratería, por la cual las corporaciones occidentales están robando siglos de conocimiento e innovación colectivos adquiridos por las mujeres del Tercer Mundo, actualmente está alcanzando proporciones epidémicas. Ahora esta “biopiratería” se está justificando como una nueva forma de “sociedad” entre las agroindustrias y las mujeres del Tercer Mundo. Para nosotras, el robo no puede ser la base de una sociedad. La sociedad implica igualdad y respeto mutuo. Esto significaría que no hay espacio para la biopiratería, y que aquellos que se han embarcado en tal piratería deben disculparse con los grupos a los que han robado, y cuya creatividad intelectual y natural ellos pretenden socavar por medio de los monopolios de DPI (2) (Derechos de Propiedad Intelectual). Una sociedad con las mujeres del Tercer Mundo exige cambios en el acuerdo de ADPIC (3) (Aspectos de Derechos de Propiedad Intelectual) de la Organización Mundial del Comercio que protege la piratería y castiga a los innovadores originales, como en el caso de la disputa sobre ADPIC entre EE.UU.y la India. También requiere cambios en la Ley de Patentes de los Estados Unidos de América, que permite la piratería sin límites de nuestros conocimientos sobre biodiversidad. Estos cambios son esenciales para asegurar que nuestro conocimiento e innovación colectivos estén protegidos y que las mujeres sean reconocidas y respetadas como conocedoras y expertas en biodiversidad.

 

Las agricultoras han sido las guardianas y mejoradotas de las semillas durante milenios. El basmati es apenas una entre las 100.000 variedades de arroz desarrolladas por los agricultores indios. La diversidad y la perennidad representan nuestra cultura de la semilla. En la India Central, que es el Centro Vavilov de la diversidad de arroz, al inicio de la temporada agrícola, los agricultores se reúnen ante la deidad del pueblo, le ofrecen sus variedades de arroz y luego comparten las semillas. Este festival anual de “Akti” renueva la tarea de guardar y compartir la semilla entre las comunidades de agricultores. Establece una sociedad entre los agricultores, y de ellos con la tierra.

 

Pero ahora los DPI y las nuevas tecnologías de ingeniería genética sobre semillas penalizan y tratan de evitar esta tarea que se realiza para la tierra y para otros, convirtiendo en ilegal el almacenamiento e intercambio de semillas. Delta and Pine Land (actualmente propiedad de Monsanto) y el Departamento de Agricultura de los EE.UU. (USDA) han creado una nueva sociedad mediante una patente de propiedad común (Nº 5723785) para sembrar lo que fue creado mediante ingeniería genética, para asegurar que no germine en cosechas, obligando así a los agricultores a comprar la semilla en cada estación de siembra. La abundancia de la naturaleza para los agricultores disminuye, a la vez que los mercados crecen para Monsanto. Cuando sembramos una semilla, rezamos: “Haz que esta semilla se termine para que nuestras ganancias y nuestro monopolio no tenga fin”.

 

Las dos cosmovisiones no solo se oponen, sino que se excluyen mutuamente. No puede haber una sociedad entre la lógica de la muerte sobre la que Monsanto basa su imperio en expansión y la lógica de la vida sobre la cual las agricultoras del Tercer Mundo basan su sociedad con la tierra para proporcionar seguridad alimentaria a sus familias y comunidades.

 

La aplicación más difundida de la ingeniería genética en la agricultura es la resistencia herbicida, o sea el mejoramiento de cultivos para que sean resistentes a los herbicidas. La soja Roundup Ready y el algodón de Monsanto son ejemplos de esta aplicación. Cuando fueron introducidos en los sistemas agrícolas del Tercer Mundo, se produjo un aumento del uso de agroquímicos, agravando los problemas ambientales. También destruye la biodiversidad que es la base del alimento y sustento de las mujeres rurales. Lo que para Monsanto son malezas, para las mujeres del Tercer Mundo es comida, forraje y medicinas. En la agricultura india, las mujeres utilizan 150 especies diferentes de plantas como vegetales, forraje y para el cuidado de la salud. En Bengala occidental, 124 especies de “malezas” recolectadas en los campos de arroz tienen importancia económica para los agricultores. En la región Expana de Veracruz, México, los campesinos utilizan alrededor de 435 especies de plantas y animales silvestres, de las cuales 229 son comestibles.

 

La difusión de los cultivos Ready podría destruir esta diversidad y su valor para los agricultores. También socava las funciones de conservación del suelo que proporcionan los cultivos de cobertura y los cultivos mixtos, produciendo una erosión acelerada del suelo. Contrariamente a lo que afirman los mitos de Monsanto, los cultivos Roundup Ready son una receta para la erosión y no un método para la conservación del suelo.

 

En vez de disfrazar los proyectos patriarcales de derechos de propiedad intelectual de semillas e ingeniería genética en la agricultura, que están destruyendo la biodiversidad y a los pequeños agricultores del Tercer Mundo, haciéndolos aparecer como formas de “sociedad” con las Mujeres del Tercer Mundo, sería más productivo redirigir la política agrícola hacia sistemas centrados en las mujeres, que promuevan la agricultura en pequeñas fincas, basada en la biodiversidad.

 

Un mito común difundido por Monsanto y la industria de la biotecnología es que sin ingeniería genética, el mundo no podría alimentarse. Sin embargo, mientras la biotecnología se proyecta como aumentando cuatro veces la producción de alimentos, las fincas ecológicas pequeñas tienen una productividad cientos de veces mayor que las grandes fincas industriales basadas en métodos convencionales.

 

Las agricultoras del Tercer Mundo son predominantemente pequeñas agricultoras. Son quienes proporcionan la base de la seguridad alimentaria y en sociedad con otras especies. La sociedad entre las mujeres y la biodiversidad ha mantenido alimentado al mundo a lo largo de la historia hasta nuestros días y lo seguirá alimentando en el futuro. Es esta sociedad la que necesita ser preservada y promovida para garantizar la seguridad alimentaria.

 

La agricultura basada en la diversidad, la descentralización y el mejoramiento de la productividad de la pequeña finca a través de métodos ecológicos es una agricultura que no agrede a la naturaleza y que se centra en las mujeres. En esta agricultura centrada en las mujeres, el conocimiento se comparte, las demás especies y plantas son familia, no “propiedad”, y la sustentabilidad se basa en la renovación de la fertilidad de la tierra y la renovación y regeneración de la biodiversidad y riqueza de las especies en las fincas, para proporcionar insumos internos. En nuestros paradigmas, no hay lugar para el monocultivo de semillas creadas genéticamente ni para monopolios de DPI sobre las semillas.

 

Los monocultivos y monopolios simbolizan la masculinización de la agricultura. La mentalidad de guerra subyacente de la agricultura militar-industrial se hace evidente a través de los nombres de los plaguicidas que destruyen la base económica de la sobrevivencia de las mujeres más pobres en las áreas rurales del Tercer Mundo. Los plaguicidas de Monsanto se llaman “Roundup” (acorralar), “Machete” o “Laso” (lazo). La American Home Products, que se fusionó con Monsanto, llama a sus plaguicidas “Pentagon” (pentágono), “Prowl” (cazar), “Scepter” (cetro), “Cadre” (cuadro), “Lightning” (relámpago), “Assert” (imponer), “Avenge” (venganza). Este es lenguaje de guerra no de la sustentabilidad. La sustentabilidad se basa en la paz con la tierra.

 

La violencia intrínseca de la destrucción de la diversidad mediante los monocultivos y la destrucción de la libertad de guardar e intercambiar semillas, practicada por los monopolios de DPI, no es coherente con las formas no violentas y diversas que se dan las mujeres para conocer la naturaleza y lograr la seguridad alimentaria. Esta diversidad de sistemas de conocimiento y sistemas de producción es la forma de asegurar que las mujeres del Tercer Mundo continúen con un papel central como conocedoras, productoras y proveedoras de alimentos.

 

La ingeniería genética y los DPI robarán a las mujeres del Tercer Mundo su creatividad, innovación y poder de decisión en la agricultura. En vez de que las mujeres decidan qué se planta en los campos y qué se sirve en la cocina, la agricultura basada en la globalización, la ingeniería genética y el monopolio empresarial de semillas crearán un sistema alimentario y una cosmovisión en la cual los hombres que controlan las corporaciones mundiales controlarán lo que se planta en nuestros campos y lo que comemos. Los ejecutivos de las corporaciones que invierten capital en el robo y la biopiratería se presentarán ellos mismos como creadores y propietarios de la vida.

 

No queremos una sociedad en esta situación de usurpación violenta de la creatividad de las mujeres del Tercer Mundo por parte de las corporaciones mundiales de la biotecnología, que se llaman a sí mismas la “Industria de las Ciencias de la Vida”, aún cuando llevan a la extinción a millones de especies y millones de pequeños agricultores.

 

 

Dra. Vandana Shiva*

LOLApress

13 de agosto de 2004

 

 

 

* Es una de las fundadoras de la Diversidad de Mujeres para la Diversidad, y Directora de la Fundación para la Ciencia, la Tecnología y la Ecología.

El artículo fue escrito como declaración para presentar en el taller sobre “Conocimiento de las Mujeres, Biotecnología y Comercio Internacional – Promoción de un nuevo Diálogo hacia el Nuevo Milenio”, realizado en Washington del 28 de junio al 2 de julio de 1998.

 

  


(1)  Neem: árbol que se utiliza como insecticida, entre otros muchos usos. Símbolo de la resistencia a la patentación de la vida y de la oposición a la biopiratería.

(2)  DPI: Derechos de propiedad intelectual: incluyen derechos de autor, patentes, marcas, etc.

(3)  ADPIC: Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio. Integra los acuerdos del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio).

 

 

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