Agricultura en PERÚ

 
 

En los Andes

el Estado no existe


Las comunidades indígenas son
una expresión de resistencia

Entrevista con Alejandro Laos

Agricultura en PERÚ

 

Es antropólogo, y su otra vocación se vincula con la educación popular. Por eso forma parte de la asociación Servicios Educativos Rurales (SER), que trabaja muy vinculada a las diversas organizaciones de campesinos. Laos es directo, sin ambages, desconfiado de mitos e iconos, así como profundo conocedor de la idiosincrasia campesina peruana.

- ¿Qué es el SER?

- Es una institución fundada hace 28 años por profesionales católicos en el marco del compromiso de la Iglesia con los pobres, en este caso específicamente con los campesinos. Desde entonces el SER ha cambiado bastante, y aunque mantiene sus objetivos fundacionales ha incorporado temas nuevos como los derechos ciudadanos y la participación popular. Los profesionales que integramos actualmente la institución lo hacemos desde nuestro compromiso con la educación popular, seamos o no católicos.

El SER, además de efectuar un trabajo de capacitación e información del campesinado, promueve la defensa de sus derechos concretos ante el Estado, demasiado a menudo proclive a olvidar que existen.

- ¿Cuál es su análisis con respecto al tema indígena?

- Es un aspecto muy subestimado de la realidad peruana. En primer lugar hay que decir que en Perú hay dos etapas bien distintas con respecto al debate del tema indígena, y la primera fue marcada por la obra de Mariátegui,1 allá por 1930. El fue muy crítico con el conservadurismo indígena que preconizaba que todo tiempo pasado fue mejor, una concepción inmovilista de la cultura que le cercenaba su proyección. Además, esa posición era muy funcional a las ideas hegemónicas de aquel momento, cuando el Perú era básicamente un país de haciendas donde el “pombo” –término que identifica al siervo, al segregado- trabajaba en la hacienda. Yo tengo una observación directa del tema porque trabajo vinculado permanentemente con las comunidades campesinas.

- ¿Qué es una comunidad campesina?

- Desde siempre existió una reivindicación de ciertos bolsones de resistencia indígena sobre la propiedad de tierras que históricamente les habían sido entregadas a esos grupos o clanes por distintas autoridades que podían ser jerarcas coloniales o curas generosos. En los años 70, el gobierno del general Velasco2 intervino sumariamente en esta discusión, al estilo castrense, y decidió que el término indígena era peyorativo, que tenía evocaciones de atraso y postergación, y al mismo tiempo se atendió aquella antigua exigencia de propiedad de tierras. Entonces se crearon las comunidades o unidades territoriales de clanes o grupos más o menos vinculados por lazos familiares o de vecindad histórica, y a la palabra indígena se la sustituyó por “campesino”. Así quedaron creadas las comunidades campesinas, un estatus aceptado y defendido por los propios involucrados. Esas comunidades deberían ser las portadoras del legado cultural ancestral. Así mismo, se creó la categoría de “nativo”, que fue aplicada a los indígenas de la selva. El gobierno de Velasco decretó que no existían más pueblos indígenas, y por una ley vigente hasta ahora el Estado reconoce la existencia de “comunidades campesinas” y “comunidades nativas”, pero no de pueblos indígenas.

Esto provoca que sobre todo los andinos se asuman de ahí en adelante como campesinos y quiten de su lenguaje la palabra indígena para referirse a sí mismos. Ahí se puede decir que comenzó la segunda etapa. La identidad que reclaman los andinos es la de integrantes de una comunidad campesina. Actualmente los únicos que se reivindican como indígenas son las etnias amazónicas.

- ¿Quiere decir que el gobierno de Velasco, por el mismo acto, les otorgó un estatus social nuevo y aceptado y les suprimió el derecho a reivindicar su tradición, su cultura, su pasado? ¿No fue eso, para los andinos, algo así como pan para hoy y hambre para mañana?

- Es importante entender que en todo este proceso hay detrás una estrategia de resistencia que a lo largo de los últimos 150 años se ha visto con claridad. La estrategia del indígena siempre ha sido sobrevivir aprovechando lo que mejor puede obtener de cada sistema. Este cambio, un poco a los trompicones, los convirtió de siervos en ciudadanos. No es poca cosa. Pero ellos no han abandonado su identidad. Incluso, fue Velasco quien declaró al quechua como otra lengua oficial del Perú, que después ha sido obviada y hasta criticada, porque no se contempló el aymara. Creo que en las comunidades están depositadas más orgánicamente las tradiciones. De cierta manera son la mejor representación de lo que son las tradiciones étnicas del país, porque en Perú no existe una sola cultura indígena, aunque los incas intentaron teñir todo con su influencia. Hay una gran variedad étnica, y las comunidades se entroncan en ese mosaico histórico, y cada una tiene procesos históricos particulares y bien diferenciados. En Cusco, donde la tradición dominante es inca, los ritos tienen un gran peso en la vida comunal y agrícola, mientras que en Huancayo, que es otro tronco, la actividad  central de la comunidad es el comercio, porque ello deviene de su historia, de los huancas, que fue un pueblo, digamos, especializado en el trasiego y comercio de mercancías. Yo creo que las comunidades sí son depositarias de las tradiciones, y en todo caso es lo más representativo de las tradiciones étnicas peruanas. Más que una organización, las comunidades son una forma de vida con muchas caras diferentes, regulada por una asamblea comunal que es el órgano soberano y que está integrado con un delegado por familia. Las autoridades se eligen cada dos años y también existen comisiones temáticas y reglamentos internos. Esta forma de organización existió siempre. Lo que hizo Velasco fue oficializarlas y, por tanto, otorgarles estatus legal. Las comunidades son sujetos de derecho público. Los pueblos andinos han mantenido sus rasgos culturales. El tema de fondo es que la visión oficial del Perú intenta homogeneizar, aplanar los Andes, cuando en realidad el rasgo distintivo es la diversidad. Quien sepa pasearse por las sierras verá que siguen vivas las tradiciones, a pesar de enormes obstáculos como la migración, la violencia. En Perú hubo 20 mil muertos declarados y 100 mil no declarados.

- ¿Se refiere a Sendero Luminoso?

- Los últimos 15 años, con Sendero y Fujimori. Eso ha sido tremendamente destructor para las comunidades. Pero ellos igual no pierden su identidad. Aquí cerca de Lima hay un distrito donde se concentraron muchos inmigrantes provenientes de Ayacucho, que huían de la violencia, y ellos han traído su cultura. Allí están los mismos alfareros que en Ayacucho, la tuna, que es la planta emblemática de esa zona, los maíces de su lugar de origen.

- ¿Qué papel juegan estas comunidades en la agricultura?

- Las comunidades son “posesionarias” de casi el 40% de las tierras peruanas, pero son las más marginales en el sentido productivo. Las tierras que tienen valor en Perú son las calificadas como “de cultivo”. De toda la inmensidad que tienen las comunidades –14 millones de hectáreas-, menos del 10% entra en esa categoría. Para poner esto en números, digamos que ese porcentaje representa un millón de hectáreas que se distribuyen entre 6 mil comunidades, lo que significan unas 150 hectáreas por comunidad que en promedio tienen unas 200 familias. Incluso, dentro de esa categoría existe la primera clase de tierras que son las que tienen agua permanente. Pues de esas las comunidades apenas poseen unas 35 mil hectáreas. Las demás son de las llamadas “de secano”. Quiere decir que tienen tierras, pero son suelos con muchos problemas, tienen recursos pero también muchas limitaciones con las cuales bregar. A partir de esta ubicación, se puede decir que la producción de las comunidades tiene el destino principal de la autosubsistencia. Si no fuese así ya habrían muerto todos de hambre porque en los Andes el Estado no existe. Cuando tienen excedente se canaliza en los mercados locales y prácticamente no llegan al mercado de las ciudades grandes. Las comunidades tienen una cultura productiva desarrollada para enfrentar los retos de la agricultura andina, una de cuyas bases es la diversidad de cultivos, la opción de la calidad contra la gran escala, producir pequeños volúmenes para correr menos riesgos. La tradición inca fue siempre la de autoabastecerse por cada valle antes que andar trasegando alimentos de un lado a otro si no era imprescindible para la complementación de la dieta.

- Quiere decir que toda la economía que se mueve alrededor de la producción de las comunidades, así como su importancia social, pasan desapercibidas.

- Sin duda. Inclusive hay otra gran deuda que el Perú tiene con las comunidades, hasta ahora jamás reconocida. Y es que si ellos no se hubiesen opuesto a Sendero Luminoso la violencia probablemente aún continuaría. Cuando la agresividad de Sendero creció, muchas comunidades se organizaron en rondas que lo enfrentaron directamente.

- ¿Qué son las rondas?

- Las rondas campesinas son grupos u órganos especializados de las comunidades para proteger su territorio, y en las épocas de la violencia incluso repelían a Sendero. Eso surgió sobre todo en el sur y en el centro del país. En el norte no hay muchas comunidades sino que predominan los productores individuales. No había allí guerrillas, pero sí mucha delincuencia. Entonces se formaron grupos de campesinos no comuneros para protegerse. Con el tiempo las rondas han logrado mucha legitimidad. No tienen historia, pero si son muy eficaces y cumplen esas labores de seguridad, justicia y también de desarrollo.

Entonces, volviendo al tema, creo que desde el punto de vista agrícola las comunidades tienen un enorme potencial desaprovechado. Por ejemplo, tienen una enorme cantidad de tierras de altísima calidad orgánica; quiere decir que ellos podrían tener un gran volumen de producción orgánica.

- ¿Qué quiere decir “calidad orgánica”?

- Que por las zonas en donde se encuentran esas tierras están completamente fuera del circuito de producción comercial. Muchas comunidades producen papas orgánicas sin proponérselo, quinuas orgánicas, café orgánico, quihuicha que es otro cereal proteico, el yacón que es un tubérculo con propiedades antidiabéticas porque tiene azúcar natural, la maca, con propiedades energéticas muy peculiares que actualmente se propagandea falsamente como un “viagra natural”, unas 20 variedades de papas con colores y sabores diferentes que se cultivan solamente en los Andes. En carnes se produce la alpaca, que no tiene colesterol, y la llama.

- ¿Existe alguna organización que agrupe a todas las comunidades?

- Actualmente no. La violencia aquí fue terrible y las comunidades la sufrieron muchísimo. Atravesaron años de una enorme crisis de la cual recién comienzan a recuperarse. Por otra parte, las comunidades tienen tendencia a agruparse regionalmente por afinidades culturales o étnicas. Es otra lógica. No existen referentes nacionales, aunque de cierta forma las centrales campesinas contribuyen a establecer lazos nacionales. Pero la vida interna es local y regional.

-¿Cuánta gente vive en las comunas? ¿Cómo enfrentan la presión demográfica interna?

- Son 2 millones de comuneros en una población rural de entre 7 y 8 millones de personas. Hasta ahora se ha venido solucionando naturalmente. Por ejemplo, cuando un joven adquiere la mayoría de edad automáticamente es inscrito en una categoría llamada presocio, y luego accede a la de comunero. Hasta los años 90 la tierra daba para absorber a los nuevos, pero desde entonces creo que se ha entrado en una crisis de espacio disponible. La migración es una válvula de escape, por eso no hay muchos comuneros jóvenes, y la razón es que no hay suficientes recursos. Quizás se deberán elaborar nuevas estrategias para retener a más población. Muchos jóvenes emigraban hacia la selva, pero con la violencia ese dejó de ser un destino.

- ¿Cuál es la relación de las comunidades con los sindicatos campesinos?

- Es relativamente inexistente. Creo que los sindicatos agrarios como la CNA o la CCP, que en Perú se crearon con una ola de sindicalización que acabó en los años 80, no consiguen integrar a las comunidades porque, de hecho, niegan la importancia que tienen. Históricamente las comunidades son como boyas: se hunden, pero tarde o temprano vuelven a flotar. El principal problema es que los sindicatos deberían dejar que las comunidades ocupen el papel central allí donde ya lo tienen, e integren los planteos de los comuneros en lugar de hacer lo contrario, esto es, colocar al sindicato como generador de la línea a seguir en todos los aspectos. Los sindicatos tienen tendencia a uniformizar y les cuesta reconocer la enorme diversidad de las comunidades que, incluso, en ciertos momentos llegan a tener intereses opuestos. De alguna manera los sindicatos son tributarios de la ideología dominante peruana, o mejor, de la concepción de nación del Perú que fue acuñada por una elite que imaginó a este país como algo homogéneo y limeño. Si las elites actuales no integran ese cambio conceptual cualquier proyecto estará condenado al fracaso en Perú. Y eso es válido para el actual Presidente del Perú, Alejandro Toledo, para la izquierda o la derecha, para los sindicatos y para cualquiera.

Autor:

Carlos Amorín

© Rel-UITA

NOTAS


1 José Carlos Mariátegui (1895-1930), periodista, ensayista, político y pensador peruano. La peculiaridad de su pensamiento marxista influye hasta hoy en su país y en toda América Latina.

2 Juan Velasco Alvarado (1909-1977), fue inspector general del Ejército y presidente de la Junta de Jefes del Estado Fayor del Perú. En 1968 encabezó un golpe de Estado que derrocó el entonces presidente de la República, Fernando Belaúnde Terry. Velasco fue derrocado por otro golpe de Estado en 1975.

 

 

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