ALCA

 

 

Area de Libre Comercio

 de las Americas:

 

Se lanza una nueva negociación

 

Las negociaciones para constituir un Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), han cobrado un nuevo ímpetu en las últimas semanas. Las reuniones gubernamentales que se sucedieron en Buenos Aires y Quebec, el pasado abril, finalizaron con nuevos acuerdos, mientras que en las calles tenían lugar marchas y protestas ciudadanas.

En el ALCA participan todos los países de Latinoamérica y el Caribe, junto a Estados Unidos y Canadá, con la excepción de Cuba. En caso de concretarse será el bloque comercial más grande del mundo, con más de 800 millones de personas. Si bien la propuesta se ha venido discutiendo por años, y sus antecedentes se remontan a la Iniciativa de las Américas del entonces presidente George Bush (padre), fue la administración de Bill Clinton la que inició el proceso formal. Más recientemente, Clinton aceleró las negociaciones, coqueteó con Chile (para asestar un golpe al Mercosur y a las resistencias de Brasil), y llamó a las reuniones presidenciales. En efecto, la Cumbre Presidencial de las Américas, realizada en Quebec, Canadá (del 20 al 21 de Abril de 2001), fue la tercera de su tipo, y en ese caso la batuta pasó a manos del nuevo presidente de los EE.UU., George Bush, quien proclamaba que "ha llegado la hora de extender los beneficios del libre comercio a todos nuestros pueblos", defendiendo el comercio abierto como un instrumento clave para crear y expandir la prosperidad y apuntalar las libertades democráticas, poniendo como ejemplo el acuerdo de América del Norte.

En Quebec los presidentes aprobaron una serie de acuerdos generales, casi todos englobados en un Plan de Acción, que en líneas generales repite las ideas de la anterior cumbre de Santiago de Chile (1998). Se destacó la aprobación de una cláusula democrática como condición para integrar el ALCA, inspirándose en una medida similar del Mercosur, aunque los detalles de su implementación todavía no son claros. Si bien la condición fue apoyada por todos, el presidente venezolano, Hugo Chávez, marcó la posibilidad de eliminarla y propuso reemplazar el término "democracia representativa" por el de "democracia participativa". Entretanto, marchas de miles de personas se sucedían en las calles, vigiladas por el mayor dispositivo policial que conoce la historia reciente de Canadá.

LOS PASOS CONCRETOS EN BUENOS AIRES

Si bien la prensa ha dado mucho más cobertura a la Cumbre Presidencial de Quebec, en realidad los acuerdos más importantes sobre el ALCA se lograron antes en Buenos Aires (6-7 de abril). Examinaremos seguidamente los aspectos más destacados.

En primer lugar se acordó un cronograma preciso, manteniéndose como meta para terminar las negociaciones enero de 2005, y una puesta en marcha en diciembre de ese año. Las pretensiones de EE.UU. en adelantar las fechas no logró consenso, pero tampoco triunfaron los intentos brasileños de atrasar todo un poco más.

Este acuerdo no es un hecho menor, y deja en evidencia que el tiempo disponible es realmente escaso, ya que en diversos temas claves deben haber recomendaciones y resoluciones en abril de 2002, para iniciar negociaciones específicas el 15 de mayo de 2002. Bajo ese calendario, los gobiernos ya deberían estar trabajando con grupos técnicos y consultas, y por otro lado las organizaciones ciudadanas ya deberían estar reclamando participación.

En Buenos Aires también se logró otro acuerdo de enorme importancia: dar a conocer al público los borradores de la negociación. Todos esos textos venían siendo mantenidos en secreto por los gobiernos, lo que ha desatado las críticas de sindicatos y ONGs por años. Felizmente esa resolución se ratificó en Quebec y se esperan conocer todos los textos en las próximas semanas.

Los gobiernos acordaron que en el ALCA se respetaría un acuerdo único ("single undertaking"), donde no habrá acuerdo final hasta que todos los temas hayan sido resueltos. Esta cláusula es uno de los principales reaseguros de los gobiernos del Sur para lograr algunas concesiones, y a partir de ella se espera imponer el "paralelismo" en las negociaciones, donde las concesiones arancelarias que se otorgarán, debían recibir como contraparte desmantelamientos del proteccionismo agrícola de Estados Unidos y Canadá. En otros temas se mantienen las diferencias entre los gobiernos; es el caso de las medidas antidumping, subsidios y barreras fitosanitarias, usados con frecuencia por Estados Unidos y que obstaculizan la apertura.

Más allá de la polémica agropecuaria (que será analizada en detalle en un próximo SIREL), son pocos los gobiernos Latinoamericanos que reclaman reformas sustanciales en las prácticas comerciales de EE.UU. y Canadá. El presidente de Brasil, Fernando H. Cardoso, firmemente advirtió que su país sólo entraría a una zona de libre comercio si EE.UU. y Canadá aceptaban negociar sus barreras no arancelarias. Cardoso afirmó que el ALCA "será bienvenido si su creación significa un paso para dar acceso a los mercados más dinámicos, de lo contrario, sería irrelevante o, en la peor de las hipótesis, indeseable". Estas declaraciones en parte se deben a haber obtenido el compromiso argentino de negociar el ALCA desde el Mercosur y tras el anuncio de la intención de Venezuela de ingresar a ese mismo acuerdo.

Sin embargo, los demás países parecen entusiasmados con ingresar al ALCA rápidamente. Chile ya se ha adelantado en ese camino con una negociación por separado con los EE.UU., mientras el presidente uruguayo Jorge Batlle llegó a convocar a sus pares a "ayudar" al presidente de Estados Unidos en obtener el apoyo del congreso haciendo "lobby" con los congresistas del Partido Demócrata. Algunos gobiernos no ocultan su preocupación, pero no buscan un proceso de integración alternativo sino salvaguardas que atiendan preferencialmente a sus economías de pequeño porte (es el caso de varios países de Centroamérica y el Caribe).

 

LIBERALIZACION HACIA EL SUR

Toda la información disponible indica que la propuesta actual del ALCA, está inspirada en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que vincula a Estados Unidos con Canadá y México. La iniciativa se restringe al plano económico, y más específicamente al comercial, sin contrapesos políticos sustantivos. Por lo tanto, el viejo esquema de "un país un voto" queda en los hechos suplantado por poderes de negociación proporcionales a las economías. En su actual sentido, el ALCA es además un proceso asimétrico, donde las naciones de América Latina y el Caribe deberán reducir sus aranceles y protecciones, de hecho ya muy bajas, sin saberse cuáles serán las contrapartidas de EE.UU. y Canadá en rubros claves como el agroalimentario. La misma asimetría se repite en otras cuestiones, como la pretensión de Washington de mantener sus mecanismos de antidumping o de expandir sus exigencias en patentes. Finalmente, todo parece indicar que siguiendo el ejemplo del TLCAN, se transferirán enormes capacidades de acción a las empresas internacionales y su flujo de capitales, incluyendo serios recortes a la soberanía de cada país para regularlas. Justamente ese punto cobró notoriedad al filtrarse al público el borrador del capítulo en inversiones (que será analizado en un próximo boletín). Entremezclado con todo esto se encuentran las demandas sociales por mecanismos de regulación sobre la inversión y de protección laboral y ambiental.

Otros temas sustantivos se podrán sumar a la agenda, ya que se aceptó que cada país sume nuevos temas a la negociación. No es una posibilidad menor, ya que con ello ha quedado confirmado que las cuestiones laborales podrán ser ingresadas en la agenda, posiblemente en el grupo sobre inversiones.

 

DEBATE CIUDADANO y LA DIMENSION SOCIAL

Una de las más importantes polémicas sobre el ALCA se centra en la inclusión de condiciones laborales y ambientales. Si se desea poner el comercio en función de las necesidades de las personas, será necesario introducir salvaguardas laborales y ambientales. Sin embargo, casi todos los gobiernos están en contra de esa posibilidad, tanto en el sur como en la nueva administración Bush.

Ha sido la presión ciudadana en Canadá y en EE.UU. que ha determinado que algunos sectores políticos tengan presente ese reclamo (especialmente por las presiones de sus centrales sindicales). Lamentablemente algunos presidentes Latinoamericanos piensan esencialmente lo mismo. Ricardo Lagos de Chile ha sostenido que su país no aceptará reducir su capacidad exportadora bajo el pretexto de normas ambientales, y justamente en estos días su gobierno está discutiendo una nueva reforma laboral hacia abajo.

Desde la sociedad civil las posturas son claras. En el caso laboral, las declaraciones de las centrales sindicales reclaman puntos como asegurar el empleo y su calidad, apelan a los compromisos dentro de la OIT, y asegurar la atención de las asimetrías. Los mayores sindicatos del continente, junto a organizaciones agropecuarias, ambientales, indígenas y sociales se vienen movilizando para enfrentar este programa de liberalización. En especial la coalición "Alianza Social Continental" fue la que organizo varios de los talleres y marchas en Buenos Aires y Québec, con una masiva respuesta.

 

FUTURO DEL ALCA

Recordemos que para negociar el ALCA, Bush necesita una autorización del Congreso, la que se comprometió a obtener antes de fin de año. Existen fundadas incertidumbres sobre sus posibilidades. En especial, la reciente renuncia de un legislador republicano a su banca, para convertirse en independiente, dejó al partido de Bush en minoría.

En América Latina el panorama es igualmente complicado. La oposición al ALCA se desenvuelve en una coyuntura tensionada. Por un lado, la mayor parte de los gobiernos latinoamericanos alientan el acuerdo, donde cualquier cuestionamiento es mirado con recelo. Las posturas de cierta autonomía y nacionalismo, como en Brasil, pueden mover a la simpatía, pero un examen más atento deja en claro que el proyecto de integración del gobierno de Cardoso no implica nuevas alternativas sociales. Importantes sectores dentro de EE.UU. y Canadá, con el apoyo de importantes corporaciones, presionan por acelerar las negociaciones. Ante esas presiones, y la falta de nuevas posturas desde los gobiernos del sur, el panorama que se cierne sobre las organizaciones ciudadanas es preocupante. Pero antes que paralizarse ante la gravedad de esta propuesta, se hace más urgente informarse sobre el ALCA, organizarse frente a ella, coordinar con el mayor número posible de organizaciones ciudadanas, y comenzar a pensar sobre posibles alternativas en la integración regional.

Autor: Eduardo Gudynas

Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES)

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© Rel-UITA

 

Documentos y declaraciones sobre las posiciones de la sociedad civil en el ALCA están disponibles en la web de CLAES sobre integración: www.ambiental.net/integracion

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