Calidad Alimentaria

 

 Con Javier Iguíñiz

La pobreza en el mundo

Javier Iguiñiz es natural de Lesaka, vive en Perú desde los 14 años. Es profesor principal de Economía en la Universidad Católica de Lima. Es conocido por sus estudios y reflexiones sobre el desarrollo, humano, integral y sostenible y la lucha contra la pobreza.

 

 

- ¿Qué le sugiere la palabra pobreza?

 

- Un asunto complejo, con muchas manifestaciones, diverso en las distintas culturas, lleno de particularidades. En los países empobrecidos el problema que se plantea es el de una pobreza absoluta. Carencias mortales o dañinas para la evolución de un ser humano. Desafíos graves sin resolver, tales como la nutrición, la salud o la alfabetización.

 

- ¿Cómo evoluciona la pobreza en el mundo? ¿Qué dicen los estudios?

 

- Un informe reciente del PNUD, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, dice que “La pobreza ha degradado la vida humana durante siglos, pero uno de los logros más importantes del siglo XX ha sido su notable reducción. La pobreza de ingresos se ha reducido más rápidamente en los últimos 50 años que en los últimos 50 decenios. Y, a fines del siglo XX, el número de personas con privaciones vitales oscilaba ente los mil millones y los dos mil millones, mientras que en el decenio anterior se tenía una oscilación de entre dos mil y tres mil millones” Uno en principio es reacio a creer esta afirmación, la cuestiona desde su propia impresión subjetiva o desde datos parciales. Y, sin embargo, los datos abundan en esa dirección y se confirma lo que dice el PNUD. Pero esos cálculos son sólo válidos si s consideran a nivel mundial.

 

- ¿Hay mucha diferencia entre las estadísticas mundiales y las que arroja cada país del Sur por separado?

 

- Asia y África, hace 30 años, eran muy parecidas en gran cantidad de indicadores sobre el nivel de pobreza. Hoy, si medimos evolución, son las antípodas. En Asia, felizmente, esta disminuyendo la pobreza en grandes magnitudes, pero en África, en cambio, aumenta la profundidad del problema. Europa del Este hace unos años estaba económicamente mejor que el promedio latinoamericano y ahora se ha hundido más que América Latina incluso.

 

- ¿Tener una visión global del mundo resulta útil?

 

- Daré un par de datos, del Banco Mundial, bien expresivos. Se estima que hay mil millones de personas en el mundo con un dólar diario per cápita; así que una familia formada por cinco personas vive con 150 euros al mes, y ese dato resulta útil para que nos miremos cada uno al bolsillo y comparemos nuestra situación con la de la sexta parte más pobre de la humanidad. El otro dato es que 2.800 millones de personas viven con ingresos de menos de 2 euros diarios; su familia, de 5 miembros, dispone pues de menos de 300 euros mensuales.

 

- La pobreza es mucho más que su medición.

 

- Claro. Decir que, con los indicadores, medimos la pobreza, es una audacia. Una persona que es pobre dos años seguidos, porque tiene todo ese tiempo un poder adquisitivo por debajo de los dos dólares diarios, al segundo año ya no es igual de pobre que en el primero. Estar por debajo de la línea de la pobreza y permanecer en ese nivel ya es deteriorarse, porque hay debilitamiento y desgaste. Tampoco medimos la profundidad de lo que sucede por debajo de las líneas de pobreza; es distinto estar un diez por ciento por debajo de esa línea que estarlo un cincuenta por ciento. Se sigue hablando del mismo número de pobres, año tras año, cuando la situación de una buena parte de ellos se va agravando.

 

- ¿Los pobres ganan en calidad de vida?

 

- Si entendemos por calidad de vida cuestiones como vivir más tiempo, alfabetizarse, resistir mejor a algunas enfermedades, no morir por enfermedades pulmonares o gastrointestinales, saber comunicarse, aprender a sumar y restar, las personas pobres del mundo están acercándose a la situación de quienes viven en países más avanzados. En muchos países del sur los pobres son muy pobres, pero cada vez más ilustrados y más enteros físicamente. En algunos otros países, africanos sobre todo, esto no es así, porque la guerra, el Sida, las crisis económicas y las catástrofes climáticas juegan en contra suya. Pero en las estadísticas mundiales pesa mucho la influencia de cinco países asiáticos: Bangladesh, China, India, Indonesia y Pakistán que juntos suman casi la mitad de toda la población del planeta, y dominan procesos que van resolviendo problemas.

 

- Sin embargo, la desigualdad en el reparto de la renta es cada vez mayor.

 

- La divergencia en el ingreso per capita es la característica dominante de la economía moderna. Todos los datos confirman que desde que se tienen estadísticas del ingreso per capita internacional -y la más antigua que se conoce es del año 1780- la divergencia económica entre países se está ampliando. A finales del siglo XVIII la desigualdad entre los países más ricos y los más pobres era de tres a uno, y al comenzar el siglo XXI terminó siendo de setenta a uno. Hay que subrayar que el setenta y cinco por ciento de la actual desigualdad mundial es desigualdad entre países y no dentro de los países.

 

- ¿Hay recursos en el Sur para erradicar la pobreza?

 

- Los hay. En los países pobres están los recursos. Pero hay también diferencias gigantescas entre la gente, y desinterés mutuo si es que no desprecio, humillación, opresión, herencias coloniales y procesos brutales de discriminación.

 

- ¿Qué sentido tiene la cooperación?

 

- La cooperación es importante, y el dinero que se recibe rinde frutos. Ese reproche de que se está tirando dinero en un pozo sin fondo y de que no se obtienen resultados es absolutamente falso. Los pobres con un poco de dinero, con una pequeña irrigación, o con la construcción de un puentecito, o con un tejado mejor en su casa, hacen milagros. La ayuda es muy importante. Y hay que tener amplitud de miras en la valoración de sus resultados: no sólo importa que la situación de una comarca mejore, importa que se está ayudando a personas.

 

- Pero la cooperación, única herramienta que redistribuye la riqueza mundial, es graciable. Quienes dan dinero no está obligados a hacerlo y pueden poner condiciones. ¿Habría que ir hacia un impuesto internacional sobre la renta?

 

- Yo creo que hay que hacer más exigentes la cooperación y sus requisitos, pero no me atrevo a hablar de fórmulas obligatorias. Cuando uno vive en un país pobre aprende a ser débil y a no pretender tener más fuerza que la que tiene. Son estrategias de los que han sido colonizados, eso es fibra psicológica.

 

- Pienso que, tristemente, las instancias de obligación al cooperar sólo van a llegar después de grandes conflictos. Y creo que el arte tiene que estar en adelantarse y ensayar la mayor cantidad de fórmulas democráticas, honradas y decentes, para estar listos cuando ese momento llegue. Pero no creo que eso vaya a llegar voluntariamente, sino como consecuencia de conflictos originados por la fuerte y creciente desigualdad, mezclados tal vez con otras componentes culturales, étnicas y religiosas.

 

- Sin embargo, muchos graves problemas se resolverían con un mínimo reparto.

 

- Todo lo que haría falta en el mundo para financiar los servicios básicos de salud, educación, agua potable y alimentación ha sido calculado en unos 40.000 millones de dólares, lo que equivale a sólo el cuatro por ciento de los bienes de las 225 personas más ricas del planeta. Es verdad que esas fortunas pagan más de un cuatro por ciento de impuesto por sus activos, pero ese dinero no llega a quienes más lo necesitan. Elevar los ingresos de todos los pobres de América Latina, que es el área más desigual del mundo, equivaldría al 0,7 por ciento del producto bruto de esa zona, o a un impuesto del 2 por ciento aplicado a la renta de la quinta parte más rica de la población.

 

 

Javier Pagola

Director de la revista “El Sur” de la ONG Medicus Mundi

Agencia de Información Solidaria

 

21 de agosto de 2003 

 

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