ALCA

  

 

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ALCA,

 maquilas y

 paraísos fiscales

 

Mientras la opinión pública recibe el anuncio de que 34 países de América establecerán la mayor zona de libre comercio del mundo, nuevos modelos de explotación destrozan a la sociedad civil de muchos países centroamericanos. La tímida apuesta de los países que pusieron una zona de libre comercio a través de MERCOSUR nunca fue del agrado de EEUU que ahora controlará el mercado de todo un continente. Los excedentes de producción del coloso del norte no encontrarán obstáculos para invadir los mercados de 800 millones de personas.

¿En qué situación queda el resto de los países ante este monopolio de un continente?

Mientras tanto, algunas islas caribeñas han sido convertidas en paraísos para blanquear capitales y eludir al fisco. En otros lugares, la instalación de las llamadas zonas francas muestra hasta dónde puede llegar la codicia salvaje para extraer la máxima ganancia sin necesidad de invadir militarmente un país.

Una nueva explotación es la de las maquilas que, en países centroamericanos, se ha transformado en fuente de riqueza para capitales transnacionales en las zonas francas creadas por gobiernos complacientes.

Mano de obra barata y ningún pago de impuestos al país anfitrión es la máxima de estos negocios. Las zonas francas son consideradas como situadas fuera del territorio nacional a efectos fiscales, mientras tampoco están sometidas a la legislación laboral. Las maquilas son empresas subcontratadas y que se instalan en estas zonas de esclavitud; se encargan de una parte de la producción textil, de calzado, aluminio, orfebrería o del tabaco, que luego se exporta al mercado norteamericano.

El año pasado, las ganancias fueron varias veces superiores a lo obtenido por la producción conjunta de café, banano y caña de azúcar.

La vida de miles de trabajadores transcurre en jornadas de más de 10 horas frente a una máquina, cobrando muy bajos salarios. El 85% de los empleados son mujeres porque los patronos las consideran más sumisas. Bajo amenaza de despido, trabajan sábados y domingos, y están obligados a hacer horas extras, para cumplir las entregas.

Proliferan los contratos de menores sin respetar las normas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Cada protesta se considera "un ataque a la inversión extranjera, algo que no favorece el desarrollo del país". Igual sucedía en los países comunistas con las huelgas, eran crímenes de Estado.

Ante la inminencia del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), no podemos perder de vista esos ghetos de explotación. El desarrollo ha de ser endógeno, sostenible y equilibrado para que sea humano.

 

Autor:

José Carlos García Fajardo

Profesor de Pensamiento Político y Social y

Presidente de la ONG Solidarios

27 de abril de 2001

 

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