ALCA

 

 

MAQUILAS

Trans-Textil International S.A. de C.V.

La maquiladora de San Cristóbal de las Casas

“Estas son las alternativas que durante mucho tiempo soñamos para Chiapas”

(Palabras del gobernador de Chiapas, Pablo Salazar Mendiguchía,

en ocasión de la inauguración de la Trans-Textil International,

el 11 de abril, 2002, en San Cristóbal)

 

Hace un año, el 11 de abril 2002, el presidente Vicente Fox voló en su avión presidencial a San Cristóbal de las Casas, Chiapas, a fin de inaugurar una nueva, y hasta ahora única, maquiladora 1 en esta ciudad, la Trans-Textil International, (TTI). La visita de Fox subrayó la importancia que su gobierno otorga a iniciativas como la TTI, resultado de un aporte directo de 17 millones de pesos (US$ 1.62 millones) de fondos públicos para que se estableciera esta fábrica, parte del programa federal Marcha al Desarrollo, y cuyo fin, según Fox, es “cerrar la brecha de desarrollo entre el sur de nuestro país y el norte del mismo”.

Para el gobernador de Chiapas, Pablo Salazar, la inauguración de TTI fue nada menos que “el punto de arranque del desarrollo industrial del estado.”2 Ante el desempleo que están dejando 20 años de políticas neoliberales, provocando, entre otros desbarajustes, intensa y creciente migración campesina, los gobiernos a todos los niveles están urgidos de crear fuentes de empleo, y han cifrado esperanza en las maquiladoras. De ahí el gesto de Fox de presidir la inauguración de TTI, ya que representa para él y el gobernador Salazar, una cabeza de playa, un ejemplo a seguir, un prueba ante los empresarios de que el sureste de México puede ser una alternativa para sus inversiones. Así podrían esparcir por el sureste las maquiladoras que hasta ahora han prevalecido en el norte del país.

¿Estaremos ante un nuevo espejismo? ¿Son las maquiladoras la solución al desempleo en el campo y el resultante desplazamiento, provocados por dos décadas de políticas neoliberales? Una mirada a la Trans-Textil en San Cristóbal, y a industria maquiladora de exportación en general, nos ayudará a responder si estamos ante el despegue industrial de Chiapas soñado por Fox y Salazar.

 

Incentivos

Para que una planta como la de TTI se instale, los gobiernos federal, estatal y municipal le otorgan “incentivos”, es decir, transfieren dinero de nuestros impuestos hacia las empresas, o se abstienen de cobrar montos que normalmente obtendrían. En el caso de TTI, la transferencia de (al menos) 17 millones de pesos consiste en 6 millones del programa federal Marcha al Desarrollo, y otros 11 millones del gobierno estatal. Los 6 millones se otorgaron con base en un compromiso hecho por la TTI de crear 1,500 empleos, con cada empleo prometido equivalente a una transferencia de 4 mil pesos. Nada más que son, hasta ahora, empleos prometidos, no creados. Al cumplir un año de vida en abril 2003, en Trans-Textil laboran 450 trabajadores, según el gerente, José A. Chehuán Borge. Pero en visitas a la planta, varios investigadores calcularon que hay menos gente laborando. En todo caso, el gobierno federal ya transfirió a TTI los 6 millones de pesos, que se usaron para el acondicionamiento de la nave industrial que hoy alberga a la maquiladora.

Por su parte, el gobierno estatal de Pablo Salazar compró en 10 millones de pesos la inmensa nave de 8.400 metros cuadrados a su anterior dueño, Bodegas Gigante, y se la dio a TTI en comodato, sin cobrar renta. El gobierno de Chiapas también está cubriendo, mediante “becas”, los salarios de los empleados de TTI durante los primeros seis meses de su estancia en la maquiladora, el tiempo que supuestamente tardan en capacitarse. Además de que el tipo de trabajo que se realiza requiere una capacitación mínima, las becas son en realidad el salario mínimo que ganan los trabajadores durante los seis meses, y que la TTI se ahorra, pero a costa de los contribuyentes chiapanecos. Asimismo, es durante los primeros seis meses que se da la mayoría de despidos o bajas voluntarias, y la empresa también se ahorra el costo de reentrenar a los nuevos ingresos.

Finalmente, el gobierno municipal de San Cristóbal puso otro toque a este paquete de incentivos, al construir una banqueta alrededor de las entradas principales de la nave. Pero en vez de agradecer estas cuantiosas transferencias del erario público, la Trans-Textil Internacional se da el lujo de no pagar en su totalidad a los que hicieron el acondicionamiento de la nave. Actualmente la TTI tiene pendiente una deuda de unos dos millones de pesos que no ha pagado a diversos constructores y trabajadores, entre ellos a la empresa Prefabricados S.A. de C.V. (adeudo de $ 574,678.36), al Ingeniero Juan Gilberto Gómez Díaz (adeudo de aproximadamente $ 466,000), SEPROFEL, S.A. de C.V. (adeudo de aproximadamente $ 200,000), así como adeudos pendientes con empresas de herrería, carpintería, fontanería, vidriería y profesionales de oficios varios, todos de San Cristóbal de Las Casas.3

Del asunto de la deuda se ha enterado el gobernador Salazar, y la oficina de Vicente Fox, sin que se haya hecho nada en un año. Según relata Amado Avendaño, conocido periodista y político chiapaneco, en su presencia Pablo Salazar habló por teléfono con el dueño de TTI para reclamarle los adeudos y la mala imagen que está dejando la maquiladora, pero el asunto sigue pendiente hasta hoy. Los empresas afectadas están contemplado una demanda legal, a pesar del vía crucis que les espera en los vericuetos de la justicia mexicana, a sabiendas que el contrincante es poderoso, pudiente y prepotente. “Es un individuo que ha hecho del no pago toda una forma de vida”, según el periodista David Páramo.4

 

Condiciones de los trabajadores 5

 

Los trabajadores de esta maquiladora textil son en un 60% mujeres, 40% indígenas, y la edad promedio es de 22 años. La mayoría de las mujeres tiene niños a su cargo. Los empleados reciben el salario mínimo, actualmente 40.30 pesos (US$ 3.84) por día correspondiente a la “zona C”, en la que menos se gana en el país, Oficialmente se trabajan 45 horas a la semana, repartidas en cinco días, más dos domingos al mes, “días de empacamiento”. Según el gerente Chehuán, hay premios de productividad para los trabajadores que han cumplido su “capacitación” de seis meses, basados en una producción por encima de una cuota mínima de prendas elaboradas. Estos incentivos pueden llegar a significar un 50% por arriba del salario mínimo. Reciben los empleados también las prestaciones de ley en cuanto a vacaciones, seguro social, etc. Los equipos de trabajo son “módulos” de 16 personas entre costureras, revisoras y empacadoras. Cuando incumplen su cuota mínima de prendas tienen que quedarse trabajando hasta completarla, sin pago adicional.

Ante la pregunta de si los trabajadores pueden formar un sindicato, el gerente Chehuán aduce que no hay ningún impedimento, pero agrega con una sonrisa, “oficialmente no lo hay”. De hecho el gerente comentó en noviembre pasado al periodista holandés Bertram Zagema que ya tenía todos los documentos preparados para formar un sindicato “fantasma” (existente sólo de nombre), en el momento en que supiera de un esfuerzo de los trabajadores por organizarse, y así desbaratar, con la protección que la ley otorga a los empresarios, todo intento de formar un sindicato real e independiente.

Al menos parte de los motivos por localizarse en San Cristóbal es que su gente todavía no está “maleada”, confesó Chehuán en otra entrevista. No como los indisciplinados de Acapulco, tal vez hubiera querido agregar. En 2002 hubo serios conflictos laborales en una planta de la misma empresa, en el puerto guerrerense. Los trabajadores de Acapulco reclamaron mejores condiciones laborales y la maquiladora respondió cerrando sus puertas. Para hacer efectiva la indemnización a que por ley tienen derecho, los trabajadores se posesionaron de la materia prima, la maquinaria y hasta la misma nave industrial. Pero para su infortunio todo estaba en nombre de terceros, nada era de la empresa que les adeudaba. Nuevamente, con la desfachatez que le permite la ley, la empresa dejó a los trabajadores en la calle, y trasladó la maquinaria a San Cristóbal, precisamente a la nave que en esas fechas estaba siendo acondicionada para Trans-Textil, a costa de los contribuyentes del país.

 

Productos y destino

Al abrir TTI sus puertas en abril de 2002, fabricaba suéteres de exportación. Ahora, por la reestructuración de todo el complejo industrial de que es parte, TTI recibe en San Cristóbal piezas de camisetas de plantas afiliadas en Puebla y Tlaxcala. Los trabajadores de TTI cosen las partes para armar la playera completa, a razón de 200.000 playeras por mes, meta que supuestamente crecerá a un millón al cabo de tres años.

Las playeras van en un 95% al mercado estadounidense, y son vendidas por los grandes almacenes minoristas como Sears, Target, Wal Mart, J.C. Penny. Las playeras portan marcas “de prestigio” que están de moda en el mercado de EEUU, como Tommy Hilfiger, casa con la que TTI tiene importantes contratos.

Resulta indispensable hacer el cálculo siguiente:

 

·  cada módulo de 16 personas tiene que sacar 1.500 playeras al día, es decir, casi 94 playeras por trabajadora;

·  significa que una trabajadora con su salario mínimo, gana 43 centavos de peso (4 centavos de dólar) por cada playera producida en Trans-Textil.

·  Una playera “Tommy Hilfiger” no se vende por menos de US$ 20 en Estados Unidos,

·  es decir, 500 veces más de lo que se le pagó a la trabajadora por ella.

 

En una investigación hecha sobre la industria textil que produce playeras, Alisa Solomón encontró que “el dueño de la fábrica y el distribuidor obtienen las partes más grandes” del precio final pagado por el comprador. Agrega “al moverse la mercancía [...] hacia las tiendas departamentales, las tiendas de descuento y las boutiques de prestigio, los altos costos de adherir una marca de moda y de la publicidad hacen subir los precios, pero también las ganancias. Así, los ejecutivos y accionistas de la industria de la vestimenta se hacen cada vez más ricos, con la cobertura de tratados de libre comercio, amigables para las corporaciones”. 6

 

El dueño

¿Quién es el gran beneficiado de todo esto? Sus iniciales, KN, de un metro de altura, están grabadas en bajo relieve en la fachada de la planta de Trans-Textil en San Cristóbal, es decir, Kamel Nacif, mexicano de origen libanés (nombre completo José Kamel Nacif Borge), el poderoso y acaudalado “rey de la mezclilla”. Nacif tiene un imperio textil en México, Estados Unidos y Hong Kong, y la maquiladora en San Cristóbal es una pieza relativamente pequeña en todo su complejo industrial, conocido como el Tarrant Apparel Group (TAG). El TAG tiene nada más en Tehuacán, Puebla siete maquiladoras, una planta en Puebla que produce 18 millones de metros de mezclilla al año, otra enorme planta (420.000 metros cuadrados) de procesamiento textil en Puebla, así como oficinas en China, Tailandia, Corea, Nueva York y Los Angeles. 7

Agresivo y prepotente, despótico en su trato, según informes periodísticos y de personas que lo han abordado, lleva consigo varios teléfonos celulares, lanzando órdenes a su séquito mientras fuma su puro. Pero es huraño y parco de palabra ante una multitud. Formalmente Nacif es un empleado más de Tarrant México, en la que años atrás cobraba un salario anual de un millón de dólares. Luego en 2000 se le redujo su salario anual a US$ 250.000, pero con derecho de comprar un millón de acciones adicionales de la empresa a precios reducidos.

Investigadores en Puebla de la Comisión de Derechos Humanos y Laborales del Valle de Tehuacán A.C. han encontrado que Nacif trabaja junto con la poderosa familia Guez —dueña de Sasson Jeans en los ochenta—. La estrategia principal de TAG, dice la CDHLVT, es el "paquete completo" o integración vertical, es decir, no sólo ensamblan pantalones vaqueros o camisetas, sino que producen el textil, lo cortan, lo ensamblan —costura y otros pasos—, lo lavan o le dan los terminados de moda (“sand blasting” —un acabado que luce “desgastado”—) empacan y entregan directo a grandes consorcios minoristas en EEUU. “Lo peor —dicen los investigadores— es que ésta forma de integración significa, además de la explotación laboral, un enorme peligro para los recursos hídricos de donde se asientan por los procesos de terminado”. 8

Aparte de su imperio textil, la prensa en México y EEUU registra que Kamel Nacif es uno de los grandes apostadores del mundo. En Las Vegas, los jugadores que arriesgan millonadas tienen el apodo de “ballenas”, y Nacif es una de las ballenas más grandes en la historia de esa ciudad. Ahí se le conoce desde hace más de 30 años, cuando, adolescente todavía, llegaba a Las Vegas con identificación falsificada para poder apostar antes de cumplir los 21 años requeridos por la ley. También se le conoce como uno de los apostadores que construyeron el Hotel Caesar’s Palace, con el dinero perdido en apuestas. Al llegar a Las Vegas, Nacif deja en depósito entre 4 y 5 millones de dólares. Su juego favorito es el bacará (o baccarat), y es capaz de apostar el límite máximo permitido por el casino en cada jugada, unos US$ 160.000. Es decir, con el equivalente de lo que tira Nacif sobre la afelpada mesa de bacará en una sola apuesta, alcanzaría para pagar todas las deudas que reclaman las diferentes empresas de San Cristóbal desde hace un año por bienes y servicios prestados a Trans-Textil, pero nunca liquidados.

En medio de sus habituales gritos, desplantes y golpes propinados a otros jugadores en las meses de Las Vegas, en 1993 Nacif fue detenido y encarcelado en esa ciudad, pero no por su mala educación, pues en los casinos a las ballenas se les permite todo. Fue arrestado por una orden de detención girada en México, acusado de evasión de impuestos. Pero Nacif pasó poco tiempo en los separos de Las Vegas, ya que el Sr. Jack Binion, dueño del Casino Horseshoe, sacó de su cartera los 2 millones de dólares fijados para lograr la libertad bajo fianza de esta ballena mexicano-libanesa, y luego le prestó otros 4 millones de dólares para seguir con su afición al juego. Según el periódico Chicago Tribune, el préstamo “fue un calculado riesgo personal con el que [Binion] esperaba congraciarse con el Sr. Nacif...[y] funcionó la estrategia: Nacif luego apostó en el Horseshoe de Nevada y perdió unos 13 millones de dólares”. 9

Si bien las autoridades mexicanas luego desistieron de las acusaciones contra Nacif, no fue lo suficiente para apaciguar las sospechas de la Junta de Supervisión del Juego del estado de Nevada de que Nacif participaba en actividades ilícitas como el tráfico de drogas y de armas, y el lavado de dinero. Años más tarde fue señalado como uno de los grandes deudores de los bancos mexicanos, entonces intervenidos, tras la crisis económica de 1995 que develó los fraudes que cometió la banca nacional, al prestar a clientes de dudosa reputación. Con los 50 millones de dólares que se alega debe Nacif a los bancos, “representa uno de los más fuertes quebrantos dentro del rescate bancario” 10 y podría ser uno de los grandes beneficiados del FOBAPROA y del IPAB. Los informes de prensa hasta finales de 2002 reportaban que Nacif seguía sin pagar su millonaria deuda a los bancos.

En México todo esto se sabe, pero las autoridades se hacen de la vista gorda. En 1998 Nacif llegó con otros empresarios textileros a la casa presidencial de Los Pinos para agradecer al presidente Ernesto Zedillo el apoyo otorgado por el gobierno federal al sector textil. En esta administración, Nacif ha estado muy de cerca de la Fundación Vamos México de Marta Sahagún, esposa de Vicente Fox.

Además de sus empresas ubicadas en los estados de Puebla y Tlaxcala, corazón textilero de México, y de su satélite en San Cristóbal, Nacif tiene al menos otra maquiladora cerca de Chetumal, en el sur del estado de Quintana Roo, también fábrica de playeras. A primera vista, estas maquiladoras tienen escaso sentido económico, ubicadas en puntos poco estratégicos del país, con poca infraestructura y personal capacitado, lejos del principal, quizás único, mercado de exportación, los EEUU. Hay factores a favor, ciertamente, los que ya se han mencionado de incentivos, bajos salarios, una fuerza laboral sin experiencia sindical, etc.

Pero aún así, la ubicación de maquiladoras en el extremo sureste del país no parece tener fuertes fundamentos económicos. De hecho la respuesta de las empresas ha sido pobre. No obstante la ocasional inauguración de alguna planta, no hay una respuesta empresarial contundente. Las maquiladoras de Kamel Nacif, en San Cristóbal y en Chetumal, parecieran ser excepciones, más que la regla.

Pero el rompecabezas se va armando. En febrero de 2002 se supo que Kamel Nacif había pagado 12.1 millones de dólares por el Condohotel Dunas, en Cancún, a fin de incursionar en la hotelería. Según “La Revista” de Quintana Roo, “la ubicación del terreno no podía ser mejor: a un costado del actual hotel Marriot Casa Magna, en la segunda fase de la zona hotelera. Se sabe que la cadena hotelera Double Tree, propietaria de 256 centros de hospedajes en los Estados Unidos, está interesada en la operación del nuevo Dunas”. 11

Para algunos analistas, la conexión entre maquiladoras, hoteles, cercanía a Vamos México, su pasado como apostador de grandes ligas, las sospechas sobre su participación en el tráfico de drogas y de lavado de dinero, apunta a una posible cuadratura del círculo: más que una fundamentada decisión empresarial, las maquiladoras en el sureste del país son acuerdos del Sr. Nacif con el presidente Fox, urgido éste por demostrar resultados de sus programas variopintos como el Plan Puebla Panamá, o el Marcha al Desarrollo. Nacif es un jugador, un tahúr por naturaleza. Si de por medio hay que invertir algo, poco, en un proyecto del presidente del país, y a cambio poder influir en los círculos de poder, las maquiladoras de San Cristóbal y de Chetumal podrían ser una inversión insignificante, y la recompensa grande. El premio mayor sería nada menos que una concesión para operar un casino en su recién adquirido hotel en la zona hotelera de Cancún.

Porque el negocio más atractivo, más económicamente rentable y de ganancias millonarias, no son las maquiladoras de playeras, sino el juego. En el Congreso mexicano se ha debatido durante años, y se sigue debatiendo, la legalización del “juego con apuestas”, o más bien la re-legalización del mismo, pues existió en México hasta que el presidente Lázaro Cárdenas lo prohibió en los años 30. Pero ahora hay grandes intereses detrás de su restauración en el país, incluyendo un “importante grupo de empresarios mexicanos, encabezados por la Confederación Nacional de Cámaras de Comercio (Concanaco) y la Asociación Nacional de Hoteles y Moteles, los cuales de manera personal, y a través de empresas de cabildeo como el Grupo Estrategia Política, trabajan a favor de la legalización del juego en México. En este bando se ubican los gobernadores de Quintana Roo, Joaquín Hendricks Díaz, y Guerrero, René Juárez Cisneros [...], quienes de manera directa, junto con sus funcionarios y los legisladores federales de sus estados, cabildean a favor del establecimiento de casinos.” 12

A fin de cuentas, la apuesta del Sr. Nacif es de un riesgo relativamente menor. Si la apuesta falla, las maquiladoras pueden ser clausuradas y su maquinaria transferida a otro local sin mayor problema, como fue el caso del equipo que llegó a San Cristóbal de la maquiladora desmontada en Acapulco.

 

Contexto internacional de las maquiladoras y conclusión

En términos más globales, la industria maquiladora de exportación en México está enfrentando cambios a nivel nacional y mundial que podrían significar la pronta desaparición de plantas como la Trans-Textil en Chiapas. Aparte del momento coyuntural de la recesión en Estados Unidos, estudios académicos recientes 13 indican que en los últimos años México ha perdido parte de sus ventajas competitivas en la maquila debido más a factores estructurales, relacionados con mayor burocratismo, deterioro de la infraestructura, falta de seguridad pública, aumento de la violencia, la corrupción y los secuestros, tendencia que no será revertida fácilmente.

Ahora China se despunta como el principal competidor de las maquiladoras mexicanas, “ya que mientras ese país paga salarios 4.5 veces más bajos que México [...], la mano de obra disponible supera más de 10 veces a la de México”, según los académicos Carrillo y Gomis, quienes agregan:

[...] ante la pérdida de ventajas competitivas y la creciente presencia de países como China [...] en la producción manufacturera mundial, parece inevitable que ciertas industrias emigren de México en un futuro cercano. Las empresas que basan su competitividad en procesos intensivos en trabajo no calificado con bajos salarios están perdiendo con rapidez su mercado ante estas nuevas circunstancias. Productos de consumo para el mercado estadounidense, como ropa, juguetes, calzado y electrónica se fabrican cada vez más en países como China. 14

Es decir, precisamente la situación de maquiladoras como Trans-Textil, y las maquiladoras textileras instaladas en Huixtla, Comitán, Villa Flores y Ocozocuautla, Chiapas. De hecho la huida ya empezó: en diciembre 2002, Kamel Nacif cerró una planta de Tarrant Apparel en Tlaxcala, dejando a 1.600 personas sin empleo, una planta más de las 424 que han cerrado en México desde octubre de 2000, y que han dejado a 250.000 personas en la calle.

De ahí la insensatez de las políticas económicas neoliberales seguidas a partir de los años 80, toda vez que las recetas neoliberales destruyeron la industria nacional, fincada en el mercado local, con encadenamientos hacia proveedores mexicanos, y con el resultante efecto positivo para el empleo. Las políticas neoliberales pusieron el énfasis en las supuestas “ventajas competitivas” de bajos salarios de países como México, en detrimento de una política industrial de largo plazo, que trascendiera estas ventajas para crear, con el tiempo, procesos productivos nacionales cada vez más sofisticados, con transferencia tecnológica y mediante la creación de tecnología propia. Ahora México enfrenta el peor de los mundos posibles, una planta industrial nacional desbaratada, y con las esperanzas cifradas en la maquila que en forma permanente está “en sus marcas” para mudarse a cualquier otro país que rivalice la efímera “ventaja” de tener obreros mal pagados.

No, señor gobernador Salazar, siga soñando, la maquila de exportación no es la alternativa que los chiapanecos deseamos para Chiapas.

 

Miguel Pickard (*)

CIEPAC, A.C.

www.ciepac.org

29 de abril de 2003

 

(*) El autor es miembro de: la Red Mexicana de Acción Frente al Libre Comercio (RMALC); http://www.rmalc.org.mx/; de la Convergencia de Movimientos de los Pueblos de las Américas (COMPA); http://www.sitiocompa.org; de la Red por la Paz en Chiapas; de la Semana por la Diversidad Biológica y Cultural http://www.laneta.apc.org/biodiversidad; del Foro Internacional "Ante la Globalización, el Pueblo es Primero", Alternativas contra el PPP, somos parte del Consejo Directivo del Centro de Justicia Económica (CEJ) http://www.econjustice.net; del Programa Ecuménico para Centro América y El Caribe (EPICA) http://www.epica.org; miembro de la Alianza Mexicana por la Autodeterminación de los Pueblos (AMAP) que es la red mexicana contra el PPP http://www.mesoamericaresiste.org/index.html; Red por la Paz de Chiapas.

 

(1)  La palabra maquiladora se utiliza para denominar cualquier fábrica en México, de propiedad nacional o extranjera, que cuenta con la autorización del gobierno mexicano para importar y exportar productos al amparo de un régimen especial de aranceles e impuestos sobre la renta. El término evoca, a menudo, imágenes típicas de la primera generación de maquiladoras: plantas muy grandes a lo largo de la frontera norte, propiedad de compañías transnacionales. Sin embargo, hay una gran diversidad en el sector maquilador: desde inmensas filiales de corporaciones transnacionales hasta pequeñas empresas que exportan sólo una parte de su producción bajo el régimen de maquila para complementar las ventas en el mercado nacional”. Tomado de “Los conglomerados locales en las cadenas globales: la industria maquiladora de confección en Torreón, México”, de Jennifer Bair y Gary Gereffi, Comercio Exterior, abril de 2003, vol. 53, No. 4, México, p.343.

(2)  Las declaraciones de Fox y Salazar provienen de la página web de la Presidencia, www.presidencia.gob.mx

(3)  Datos de las deudas proporcionados por algunos de los afectados. También ver La Jornada, 23 de febrero, 2003, p.2.

(4)  “Nacif juega en casinos fondos de contribuyentes”, de David Páramo, 28 de agosto, 2002. Disponible en www.lavisiondelciudadano.tipod.com/2002_3/CI02SEP02.htm. Comunicación personal con Amado Avendaño.

(5)  Información sobre condiciones laborales proporcionada durante entrevistas en TTI de parte de periodistas y académicos, entre ellos Jessica Roach de la American University, Washington, D.C.; Daniel Nemser, investigador independiente afiliado a CIEPAC; y del autor, además de datos aportados por CAPISE, San Cristóbal.

(6)        “Shirts Off Their Backs”, Alisa Solomón, Village Voice, 5-11 de diciembre, 2001, disponible en www.villagevoice.com/issues/0149/solomon.php

(7)  Datos disponibles en la página web de Tarrant Apparel Group, www.tags.com, así como en documentos entregados a las autoridades bursátiles de EEUU, también disponibles en la misma página.

(8)  Comunicación personal con Martín Barrios, coautor del estudio "Tehuacán: del calzón de manta a los blue jeans", Comisión de Derechos Humanos y Laborales de Tehuacán, A.C.

(9)  “Minority Pacts Cloud Binion Casino Bid”, reportaje por Douglas Holt y Maurice Possley, Chicago Tribune, 30 de junio, 2000. Datos adicionales sobre Nacif en Las Vegas pueden obtenerse fácilmente en internet.

(10)      “Nacif juega...”, Ibid.

(11)  “El magno fraude de Dunas”, por Elizabeth Martín López, La Revista, abril 1997, disponible en www.larevista.com.mx/ed393/boton_home.gif

(12)  “Inversionistas nacionales y extranjeros buscan el control de casinos en México”, de Armando Alcántara Esteves, sin fecha, en www.tvmexiconoticias.com/Reportaje1.htm

(13)  Ver el número sobre “La nueva maquiladora” de Comercio Exterior, abril de 2003, vol. 53, no. 4, México.

(14)      “Los retos de las maquiladoras ante la pérdida de competitividad”, de Jorge Carrillo y Redi Gomis, Comercio Exterior, abril de 2003, vol. 53, no. 4, México, p. 327.

 

 

 

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