Transgénicos

 

05/03/02

 

Científicos británicos se vuelven

contra los alimentos genéticamente manipulados


Paul Brown, corresponsal sobre medio ambiente
The Guardian
- martes 5 de febrero de 2002
 


Los efectos potenciales de los alimentos genéticamente manipulados deberán ser investigados rigurosamente antes de permitir su incorporación a alimentos para bebés o de ser comercializados a embarazadas, mujeres que están amamantando, personas mayores y personas con enfermedades crónicas, manifestó ayer la Sociedad Real.

Los científicos también están preocupados de que la nueva generación de cultivos genéticamente modificados pueda causar alergias, particularmente a agricultores y trabajadores de la industria de la alimentación.  Un informe publicado ayer señala un cambio del órgano científico más eminente del país, con respecto a su informe positivo sobre alimentos genéticamente modificados de 1998, y se espera que ello influya en la postura del gobierno.

La sociedad manifestó que no hay efectos sanitarios conocidos de los alimentos genéticamente manipulados que se encuentran en el mercado, pero la tecnología de manipulación genética “podría conducir a cambios perjudiciales no previstos en el estado nutricional de los alimentos”. 

Hasta ahora ningún alimento para bebés con productos genéticamente modificados ha sido presentado para su aprobación, pero la Sociedad recomendó que cualquiera que fuese presentado, debería ser sometido al comité para su asesoramiento científico sobre nutrición antes de ser permitido en el mercado.

Jim Smith, quien presentó el informe, manifestó que los niños que comen alimentos para bebés son particularmente susceptibles porque tienen una dieta muy limitada.  De existir deficiencias nutricionales en la alimentación –por ejemplo menos ácidos grasos- su estado de salud podría sufrir, especialmente la función intestinal.  Pequeños cambios nutricionales podrían provocar una obstrucción intestinal.

El Profesor Smith también está preocupado por cualquier grupo con una dieta restringida, por ejemplo los pobres de América Central, para quienes el maíz constituye 50 % de su alimentación y cuya salud podría verse afectada por niveles nutritivos más bajos en los nuevos cultivos.

No hay efectos sanitarios conocidos de los alimentos genéticamente manipulados, pusieron de relieve los científicos, y todavía existe potencial de mejorar la nutrición con los cultivos genéticamente manipulados, pero todavía no se ha elaborado ninguno comercialmente.

Los científicos manifiestan la inquietud de lo que se conoce como la regla de la equivalencia sustancial, que las autoridades de Estados Unidos habían empleado en muchos casos para decidir que un producto genéticamente manipulado no necesitaba ser analizado porque era sustancialmente equivalente a un alimento existente.  El informe expresa que ello podría disimular la presencia de toxinas desconocidas, antinutrientes, o alérgenos, y no debería ser aceptado en el Reino Unido ni en el resto de Europa, donde deberían efectuarse rigurosos análisis.

Un segundo golpe a la industria de los alimentos genéticamente manipulados provino ayer de English Nature,.  Las malezas en los márgenes que demostró que en Canadá está surgiendo una generación de supermalezas de los campos o a cierta distancia de cultivos genéticamente manipulados “apilaron” genes de cultivos modificados y se volvieron resistentes a una serie de herbicidas.

Estas malezas “voluntarias” que recogieron genes manipulados constituyen un acontecimiento alarmante, que equivale a que las distancias entre los cultivos genéticamente manipulados y los comunes sembrados en el RU no eran los suficientemente importantes como para evitar la polinización cruzada, según el organismo oficial de control de la naturaleza.  En Canadá estas semillas son resistentes a diversos herbicidas ampliamente utilizados y los agricultores tienen que recurrir habitualmente a viejos herbicidas para controlarlos.  En efecto están en camino de convertirse en malezas molestas. 

Brian Johnson, asesor en biotecnología de English Nature manifestó:  “El código de distancia es probablemente inadecuado para evitar la acumulación de genes en Gran Bretaña.  Las consecuencias para los agricultores podrían ser que los cultivos “voluntarios” fuesen más difíciles de controlar y podrían tener que usar herbicidas diferentes y más perjudiciales para el medio ambiente”
 

Enviado por:

Gregorio Alvaro (Goyo)

Ecologistas en Acción (España)

 

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