La alimentación está en manos de un puñado de transnacionales. A través de la ingeniería genética, su poder será absoluto, avasallante. Un ejército de mercenarios quiere convencernos de lo fantásticas que son las lechugas con genes de pescado y las zanahorias voladoras.
Cacho: - Buenas tardes Francisca. Francisca: - ¡Cacho, que sorpresa! Cacho: - El portón estaba abierto y entré. Francisca: - Está muy bien. Usted es siempre bienvenido. Tomá un mate. Cacho: - Che, que linda está la huerta. Francisca: - Viste y ahora El GRUPO va a comenzar a criar conejos y gallinas. Cacho: - Está bien, porque de hojas no solo vive el hombre. También me enteré, que como todo el mundo está plantando, parece que faltan semillas. Francisca: - Si es cierto, pero en el interior todavía hay y están llegando. Me dijeron que un pequeño productor de Colonia, conserva semillas del tomate platense. ¿Te acordás aquel que tenía un sabor incomparable? Las semillas que hay en el mercado, son las que comercializa la industria, y a ella no le importa el sabor, ni lo nutritivo del producto, lo único que persiguen es el lucro. Y no le gusta que los productores tengan sus semillas, las reproduzcan y las den a otros productores. Pero ellos saben de su importancia y las conservan, como la gente conservaba los libros que la dictadura no quería que leyéramos. Así están las cosas. Cacho: - Con las semillas que comprás en la agropecuaria, ¿se puede producir sin agrotóxicos? Francisca: - Sí, no es lo mejor, pero se puede. Lo mejor sería utilizar semillas orgánicas. Pero…si prosperan los transgénicos y las semillas transgénicas, perderemos la poca independencia que hoy tenemos. Esas semillas no producen nada si no utilizas los químicos a los cuales es adicta y además serán estériles. Cacho: - ¿Trans…que, dijiste?
Francisca: - ¡Qué te parece! Pasar genes de una especie a otra. Jugar a ser Dios. Crear nuevos seres vivos que son lanzados a la naturaleza sin medir los daños y las consecuencias. Consecuencias que pueden ser terribles, los transgénicos son seres vivos que pueden reproducirse infinitamente. Cacho: - Claro, una mancha de petróleo en el mar la ves, y hasta se puede limpiar, pero la contaminación biológica, esa ….no se ve… Francisca: - Sebastián Pinheiro, el agrónomo brasileño que nos habló de agrotóxicos y escribió El llanto del Eucalipto, ¿te acordás?, dice que cuando se puso dentro de una sandía un gen de otra especie, no se pudo sacar ni con un milagro. Porque está intrínseco, es inherente. Es como si yo intentara quitarme los genes de ojos oscuros que me dio mi padre. Quedaría ciega. Cacho: - ¡Tus ojos que nadie me los cambie!¿Y quiénes están detrás de esta locura? Francisca: - Las mismas empresas que hace 40 años hablaban que los agrotóxicos y la Revolución Verde iban a terminar con el hambre y producirían mejores alimentos.
Cacho: - ¿Y en Uruguay cómo estamos? Francisca: - Aquí ya andan, aunque nadie los llamó. Dame un mate y escuchá al payador.
31-12-02
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