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					España 
						
						
						De 
						nuevo el 28 de abril, Día Internacional de Salud y 
						Seguridad en el Trabajo, recordamos a los más de dos 
						millones de trabajadores y trabajadoras que fallecen 
						cada año en todo el mundo 
						
						
  
						Así como a los 270 millones de 
						accidentados y 160 millones que enferman, todos ellos 
						víctimas de unas condiciones de trabajo inseguras, 
						insalubres o insostenibles.
 En España, la jornada coincide con el décimo aniversario 
						de la entrada en vigor de la Ley de Prevención de 
						Riesgos Laborales. Durante estos 10 años se ha producido 
						una gran transformación: hemos conseguido un importante 
						avance en el reconocimiento social del derecho a la 
						salud y seguridad en el trabajo, elevándolo a la 
						categoría que se merece como asunto político, social, 
						laboral y de salud de primer orden. También nos hemos 
						dotado de un volumen considerable de personas, 
						conocimientos, medios, políticas e instituciones 
						preventivas de los que carecíamos. Todo ello ha hecho 
						posible que en numerosas empresas los trabajadores estén 
						más protegidos y reducir los índices de mortalidad en el 
						trabajo.
 
 Pero, a pesar de estos avances, 
						la siniestralidad laboral sigue siendo un gravísimo 
						problema y el peor indicador socioeconómico. Hoy todavía 
						siguen muriendo cinco trabajadores a diario en España, 
						en 2005 se produjo casi un millón de accidentes; 906.836 
						de ellos en el puesto de trabajo; 1.369 mortales (379 de 
						ellos in itínere), alrededor de un 3% más que en el año 
						2004. Accidentes a los que se deben añadir otros muchos 
						que ni tan siquiera aparecen en las estadísticas como 
						ocurre con los falsos autónomos en la construcción y el 
						transporte o con los inmigrantes sin papeles en la 
						agricultura y los servicios.
 
 La falta de aplicación de las normas por 
						parte de los empresarios, la degradación del mercado 
						laboral, el mantenimiento de una tasa de temporalidad 
						que triplica a la media de la Unión Europea, el uso 
						abusivo de la subcontratación, el todavía insuficiente 
						compromiso político de las Administraciones, hacen que 
						en España se sigan manteniendo las tasas de 
						siniestralidad más altas de la Unión Europea. La Unión 
						General de Trabajadores y Comisiones Obreras 
						consideramos que esta situación es inaceptable para la 
						sociedad e insoportable para los trabajadores y 
						trabajadoras.
 
 Por ello, exigimos un mayor compromiso de quienes tienen 
						la responsabilidad legal de cumplir con las normas, los 
						empresarios, y de quienes tienen la responsabilidad 
						política de hacer cumplirlas, las Administraciones 
						públicas. Todavía hoy existe un déficit manifiesto de 
						implicación de los empresarios en la prevención de 
						riesgos laborales, más preocupados por la transferencia 
						de responsabilidad que por asumir la prevención como un 
						elemento fundamental de la organización productiva. 
						También hay enormes carencias formativas y ausencia de 
						mecanismos efectivos de participación de los 
						trabajadores y sus representantes, fundamentalmente en 
						las empresas más pequeñas.
 
 Asimismo, esperamos un papel más activo del Ministerio 
						Fiscal, desarrollando su función constitucional de 
						promotor de la acción de la justicia frente a los 
						delitos contra la seguridad de los trabajadores. La 
						nueva figura del fiscal coordinador de siniestralidad 
						Laboral cuenta con todo nuestro apoyo para el desempeño 
						de su importante labor.
 
 Para corregir las deficiencias de nuestro sistema 
						preventivo se está ahora debatiendo en el seno del 
						Diálogo Social lo que será la primera Estrategia 
						Española de Salud y Seguridad en el Trabajo, que deberá 
						ser la piedra angular de todas las políticas en salud 
						laboral de los próximos años, al igual que lo fue el 
						Plan Nacional de Acción contra la Siniestralidad Laboral 
						acordado por todas las Administraciones y agentes 
						sociales en 1998.
 
 El inminente acuerdo de reforma del Sistema de 
						reconocimiento de Enfermedades Profesionales debería 
						servir para visualizar una realidad oculta. El volumen y 
						gravedad de las enfermedades contraídas en el trabajo 
						exige políticas protectoras específicas. El primer paso 
						debe ser el conocimiento de las enfermedades 
						profesionales que realmente se producen y que hoy no se 
						reconocen.
 
 Uno de los máximos exponentes de la gravedad de las 
						enfermedades profesionales lo representa el amianto. Los 
						sindicatos españoles nos unimos a la campaña sobre la 
						prohibición mundial del amianto liderada por la CIOSL. 
						En España, al igual que en otros países da la UE, aunque 
						el uso y comercio del amianto está ya prohibido, sus 
						secuelas forman parte de nuestras vidas y sigue habiendo 
						dos millones de toneladas instaladas con riesgos para la 
						salud pública y el medio ambiente, lo que obliga a los 
						poderes públicos a adoptar medidas que garanticen la 
						seguridad en el proceso de desamiantado y que den 
						respuesta urgente a las demandas de las víctimas 
						originadas por el amianto. Lo merecen. Como todas las 
						víctimas laborales.
 
 Joaquín Nieto es secretario confederal de medio ambiente 
						y salud laboral de Comisiones Obreras (CC OO) y Dolors 
						Hernández es secretaria confederal de salud laboral y 
						medio ambiente de la Unión General de Trabajadores 
						(UGT).
 
						Tomado de
						www.conmia.info
 
					28 de abril de 2006   
                      |  
        
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