Uruguay

El cuerpo del trabajador

no es una herramienta más

 

El parlamento uruguayo está tratando una iniciativa para declarar el 28 de abril “Día de la Salud y Seguridad en el Trabajo”.

 

La Diputada Ivonne Passada, presidenta de la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de Representantes, presentó el martes 17 de abril un proyecto de ley muy breve, con un artículo único que reza: “Declárase el día 28 de abril de cada año, ‘Día de la Seguridad y Salud en el Trabajo”. La finalidad de asignar un día en particular a la conmemoración de la salud y la seguridad en el trabajo es, según la exposición de motivos, potenciar el compromiso de la tarea permanente, cotidiana, el resto de los días del año. Se eligió esa fecha porque es la que reconoce la OIT desde 2003.

 

En el mismo documento se expresa que “la organización del trabajo se ha convertido en el principal productor de desequilibrios en la salud de los uruguayos”. Se establece que la falta de empleo presiona para que el trabajador acepte condiciones de trabajo precarias e inseguras. También se manifiesta la necesidad de coordinar eficazmente las acciones en materia  de formación y contralor de los diversos organismos con competencia en salud y seguridad en el trabajo. Se hace énfasis especial en la defensa del medio ambiente. En materia de Convenios Internacionales ratificados por el país, se recuerda la necesidad de reglamentar el Nº 184 referido a la salud y seguridad en la agricultura, de actualizar el Nº 121 sobre enfermedades profesionales, y de ratificar el Nº 152 sobre trabajo portuario.

 

La Organización Internacional del Trabajo indica que el riesgo de contraer una enfermedad profesional se ha convertido en el peligro más frecuente al que enfrentan los trabajadores en sus empleos. Estas enfermedades causan anualmente unos 1,7 millones de muertes relacionadas con el trabajo, además de 268 millones de accidentes no mortales y unos 160 millones de nuevos casos de enfermedades profesionales. Por otra parte, en Uruguay según un artículo publicado por la UITA en 20051, se informaba que en 2004 se produjeron 30.156 casos que costaron la vida de 33 personas y dejaron a 299 con incapacidades permanentes, superando las cifras del año anterior en que habían sido contabilizados por el Banco de Seguros del Estado2 24.613 accidentes.

 

Corresponde reflexionar sobre las causas de estos números. Los sociólogos Carlos Bianchi y Rodolfo Levin3 definen los cambios en las relaciones de trabajo producidos en los últimos años: a) el desarrollo de modos de producción más flexibles que, al incorporar las condiciones de trabajo a una lógica de mercado, lleva al trabajador a asumir los riesgos vinculados al trabajo; b) el llamado proceso de desregulación que implica la inestabilidad e inseguridad del empleo; c) la rotación de trabajadores por distintas tareas para las que no siempre tienen el conocimiento y la experiencia necesarias y d) la adopción de formas jurídicas que reafirman la situación de inseguridad y vulnerabilidad del trabajador.

 

Este nuevo modelo de relaciones laborales es totalmente incompatible con el concepto de trabajo decente. Juan Cordero, coordinador del Departamento de Salud Laboral y Medio Ambiente del PIT-CNT ha denunciado que en no pocas empresas se le impone al trabajador un ritmo mínimo y se le dice que está determinado por la máquina. El trabajador se transforma en un apéndice de la máquina y generalmente contrae lesiones por esfuerzos repetitivos (LER) que no son reconocidas como enfermedades profesionales por el Banco de Seguros. Cordero hacía referencia a la industria metalúrgica pero también debe recordarse el caso de las trabajadoras de plantas procesadoras de pescado, entre las cuales abunda la tendosinovitis, inflamación de la capa que cubre los tendones de la mano.

 

Es inaceptable esa concepción deshumanizada del trabajo para la cual el accidente de trabajo y la enfermedad profesional son riesgos normales. Una cosa es vender la fuerza de trabajo para cubrir las necesidades propias y de su familia. Otra muy distinta es que al trabajador se le imponga la pérdida de la salud o el riesgo de perder la vida. Por lo tanto, corresponde asumir que el trabajador como ser humano es mucho más importante que el capital.

Es fundamental la realización de acciones preventivas, identificando los riesgos a los efectos de minimizarlos, en lugar de centrar la atención en la reparación y la recuperación, las más de las veces insuficientes. Por otra parte es indispensable regular en forma más amplia las enfermedades profesionales. Ya se ha señalado las lesiones por esfuerzos repetitivos que no están cubiertas por la normativa vigente. Por otra parte no puede ignorarse que muchas veces no son factores orgánicos los que afectan la salud sino agentes psico sociales. Las relaciones interpersonales en el trabajo, los ritmos inadecuados, la remuneración por producción, pueden generar úlceras o enfermedades cardiovasculares que no están comprendidas en la lista de enfermedades profesionales.

 

Una vez más, será fundamental la conciencia de los trabajadores para valorar debidamente la defensa de su salud y su seguridad y actuar en consecuencia a los efectos de afirmarse como sujeto creador y no como “apéndice de la máquina”.

En Montevideo, Uruguay Ortiz

© Rel-UITA

26 de abril de 2007

 

 

 

 

1 Friedmann, Deborah “Tres uruguayos por hora sufren accidentes de trabajo” 12-10-2005.

2 Ente público que se encarga de la reparación y  de la recuperación de los trabajadores afectados por accidentes de trabajo y enfermedades profesionales en el Uruguay.

3  “Construcción de indicadores epidemiológicos para la industria de la construcción en el Uruguay” en el marco del proyecto “La negociación de los umbrales aceptables de riesgo en la industria de la construcción uruguaya” que lleva adelante la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República. http://www.rau.edu.uy/fcs/soc/Publicaciones/Libros/Archivos

 

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