América Latina

América Latina y el Caribe lejos de las metas del milenio en salud y nutrición

 

En términos de salud y nutrición, América Latina confronta una serie de problemas de por sí acuciantes en la actualidad, pero que comprometen seriamente el pleno desarrollo de las actuales y futuras generaciones.

 

A esa conclusión se llega luego de escuchar la presentación que el doctor Manuel Peña, representante para América Latina y El Caribe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), hizo en esta ciudad durante la conferencia mundial La Ciencia de la Papa para los Pobres: Desafíos para el Nuevo Milenio, y el diálogo posterior que sostuvo con SEMlac.

 

Aunque la desnutrición crónica infantil sigue siendo el principal problema de salud en América Latina -con uno de cada tres niños en ese estado- otros problemas relacionados van emergiendo, como la obesidad en la pobreza y el incremento en la deficiencia de hierro, configurando una situación crítica, especialmente para las mujeres y las niñas y niños de los estratos más pobres y del área rural.

 

A ellos se añaden los problemas endémicos de América Latina, como la maternidad precoz, el escaso acceso a servicios sanitarios, a fuentes seguras de agua y el alto grado de analfabetismo femenino, todo lo cual hace muy difícil cumplir con muchas de las Metas de Desarrollo del Milenio acordadas por las Naciones Unidas al inicio del siglo XXI. “Se requiere atender a los niños desde que están en el útero materno”, afirma categórico tras señalar el vínculo directo que existe entre estado de salud, edad y grado de instrucción de la madre, con una buena perspectiva de vida para los niños por nacer.

 

En la conferencia mundial, realizada del 25 al 28 de marzo en esta ciudad, como parte de las actividades por el Año Internacional de la Papa, declarado por la ONU, participaron más de un centenar de científicos de todo el mundo especializados en papa y temas de desarrollo. El temario fue muy amplio pues trató no solamente asuntos relacionados con el cultivo y la producción de este tubérculo, sino otros estrechamente vinculados con la seguridad alimentaria y el alivio de la pobreza en los países en desarrollo.

 

Durante su exposición, Peña comparó la desnutrición con un iceberg: vemos sólo el pico de la montaña, pero no lo que hay debajo, dijo. Y, en términos de desnutrición crónica, lo que hay debajo es un alto riesgo de muertes prematuras o de contraer enfermedades infecciosas, escaso desarrollo mental e intelectual, pobre desempeño físico y escasa habilidad para el trabajo. “La desnutrición está fuertemente vinculada con el desarrollo individual y social de un país y refleja objetivamente el desbalance social”, comentó a SEMlac.

 

Guatemala es el país con mayor porcentaje de desnutrición crónica en la región. El 50 por ciento de la infancia guatemalteca menor de cinco años está calificada de desnutrida. En las áreas rurales el porcentaje llega hasta el 70 por ciento. Perú ocupa el segundo lugar, con 35 por ciento. En este país se produce una paradoja pues, mientras algunas ciudades como Lima, la capital, y Tacna, al sur del país, tienen estándares comparables con los de Estados Unidos o Canadá, la desnutrición infantil entre las poblaciones más pobres de los Andes como Huancavelica y Cusco es comparable a la de los estados africanos más pobres, refiere Peña. La desnutrición crónica se manifiesta principalmente en retraso en el crecimiento, lo cual implica baja talla. “Eso no significa que ser bajito sea malo”, aclara. “Lo malo es lo que refleja en cuanto a otros elementos del desarrollo humano”.

 

“Las poblaciones indígenas por ejemplo son de baja estatura porque traen consigo 500 años de hambre y marginación”, añade. Y nos cuenta que existen muchos ejemplos de pobladores con desnutrición crónica que emigraron a otros países, tuvieron sus hijos rodeados de todas las seguridades físicas y emocionales que se requieren y una alimentación adecuada en la nación de acogida y cuyos descendientes, al cabo de dos generaciones, habían superado los problemas de retardo en el crecimiento. “Eso significa que la desnutrición crónica puede prevenirse y hasta revertirse con políticas alimentarias adecuadas”, afirma. En ese sentido, menciona un estudio realizado en Bolivia, que determinó que la producción de cultivos locales era suficiente para satisfacer los requerimientos alimenticios de la población. “Sin embargo, ¿qué come nuestra gente?: grasas, azúcares, carbohidratos, porque en nuestros países es más barato comprar una gaseosa o una bolsa de papas fritas que comida auténtica: frutas, hortalizas, alimentos autóctonos”, se lamenta.

 

Obesos pero pobres

 

Esa mala alimentación ha traído consigo no sólo desnutrición, sino un nuevo problema: los pobres obesos. Un estudio realizado por la OPS encontró que el 40 por ciento de niños con retardo en el crecimiento eran hijos de madres con sobrepeso. Este problema se origina, igualmente, en malos hábitos alimenticios por parte de las mujeres, lo cual -a su vez- tiene fundamentos culturales. “En las poblaciones más pobres, toda la carga doméstica recae sobre la mujer. Ella es la que primero se levanta y la última en acostarse. Si es muy pobre, preferirá quedarse sin comer por alimentar al marido, el proveedor del sustento, y a los hijos, y terminará “picando” a lo largo del día alimentos de mala calidad que la engordan pero no la nutren”, explica. “En resumen, como come mal, trabaja mucho y descansa poco termina con anemia, osteoporosis, sobrepeso, diabetes y problemas de presión. ¿Qué servicio de salud la va a atender?, ninguno porque no tiene dinero, cae pues en el abandono”, continúa.

 

De allí que sea un convencido de que para enfrentar la desnutrición y los problemas de mala alimentación, la educación a las mujeres es fundamental. Según la OPS, existe una relación directa entre el grado de desnutrición infantil y el grado de instrucción de la madre. Así, en Bolivia, más de 50 por ciento de niños desnutridos son hijos de madres analfabetas. En Guatemala, esta proporción sube hasta 70 por ciento y en Perú a 65 por ciento. Por el contrario, los infantes con madres con alto nivel educativo presentan tasas muy bajas de desnutrición: 15 por ciento en Bolivia y menos de 10 por ciento en Guatemala y Perú.

 

Otro camino que conduce a la desnutrición es el embarazo precoz. La tasa de embarazos en adolescentes en las áreas rurales de Sudamérica y América Central es de 58 por ciento. Pero como los promedios son engañosos, detrás de estas cifras se esconden realidades escalofriantes: niñas de 12 y 13 años esperando un bebé y perpetuando para ellas y sus descendientes el círculo de la pobreza, expresa. “Una niña en crecimiento no está preparada para albergar otro cuerpo en crecimiento, es una competencia desleal donde la madre pierde”, indica. Y subraya que el problema se agrava porque, por lo general, se trata de gestantes adolescentes desnutridas. “Tenemos que trabajar temas de salud sexual y reproductiva, independientemente de las creencias morales y religiosas, abordando todos estos aspectos”, exhorta.

 

La conversación se prolonga y otros periodistas esperan turno para entrevistarlo. Muchos temas se quedan para una próxima entrevista, entre ellos, la anemia, que se presenta desde los seis meses de edad en los bebés de la región. “Pero la anemia es el punto de llegada, antes hay toda una etapa previa de deficiencia de hierro que va minando la capacidad de los individuos”, asegura.

 

Pregunta final: ¿qué hacer? “El abordaje tiene que ser simultáneo y multisectorial, involucrando a los líderes nacionales, regionales y locales, comprometiendo también a los promotores de salud, esos que trabajan en comunidades donde, a veces, son el único especialista que existe”, concluye.

 

 

Cuba, Costa Rica y Chile son los países de la región con menores tasas de desnutrición infantil crónica. Le siguen Argentina y Uruguay.

 

Las mayores tasas de desnutrición se dan en Guatemala, Perú, Bolivia y Ecuador. En un nivel intermedio se sitúan Colombia, Venezuela y Paraguay.

 

La prevalencia de anemia entre los bebés de seis a 35 meses es de 15 por ciento, pero la deficiencia de hierro, que muy probablemente terminará en anemia, afecta al 50 por ciento de los infantes de esa edad.

 

Chile, Bolivia, Perú y Uruguay son los países que encabezan la lista con la mayor tasa de obesidad en menores de cinco años, según un estudio realizado en 2000 y presentado por Peña durante su exposición.

 

Los factores que contribuyen a la desnutrición son: el grado de instrucción de la madre (43 por ciento), la alimentación (26.1 por ciento), el estado de salud (19.3 por ciento) y el estatus de la mujer (11.6 por ciento).

 

Zoraida Portillo

SEMlac

2 de abril de 2008

  

 

artículos relacionados

5-3-2008
Obesidad infantil
Mientras unos mueren de hambre otros padecen empacho

José Luis Dacal

 

  

 

  UITA - Secretaría Regional Latinoamericana - Montevideo - Uruguay

Wilson Ferreira Aldunate 1229 / 201 - Tel. (598 2) 900 7473 -  902 1048 -  Fax 903 0905