A la reducción de personal en Paraguay, se le suma ahora el cierre de 
plantas en Colombia. En nombre de la eficiencia y teniendo a la 
globalización como excusa, para las transnacionales los trabajadores son 
un insumo cada vez más prescindible.
Paraguay
El 2 de 
julio último, Paraguay Refrescos S.A. (Paresa) notificó a 50 empleados la 
culminación de sus contratos individuales de trabajo, aduciendo 
 
“reducción parcial definitiva de las 
tareas”. Los trabajadores despedidos gozaban de estabilidad 
especial, con 15, 20 y 32 años de antigüedad. Sus tareas son desempeñadas 
ahora por personal tercerizado. Entre sus argumentos, 
 
Coca-Cola 
esgrime la 
crítica situación económica que padece el país y la  
“competencia desleal en el mercado de 
bebidas sin alcohol, particularmente de marcas producidas localmente que 
no pagan impuestos”. En este último punto cabe puntualizar que 
si hay empresas que no pagan impuestos, entonces operan violando la ley. 
Sin embargo, ante esa situación, Coca-Cola respondió retaliando ojo por 
ojo, violentando el ordenamiento jurídico y lo dispuesto en los contratos 
colectivos de trabajo vigentes en la empresa que, entre otros puntos, 
establecen el modo en que se debe seleccionar el personal a ser afectado 
en una reducción de faenas.  
 
Un día 
después que la representante legal de Paresa Zully Almiron, comunicara los 
despidos al ministerio de trabajo, Ruben Marturet, director de Coca-Cola 
para la región, salió al cruce a los rumores sobre el cierre de la planta 
y el posible abandono del país, y en relación a la cancelación de 
contratos consignó: 
 
“lo que se 
anunció ayer es una acción considerada vital para hacer viable la empresa, 
ya que al reducir 50 puestos de trabajo, la expectativa es poder tomar 100 
en un futuro, como consecuencia de un eventual crecimiento de la 
industria”.1 Según la 
lógica del señor Marturet, los despidos deben entenderse como una 
contribución de Coca-Cola a la lucha contra el desempleo. ¿Sarcasmo 
neoliberal? El objetivo real es prescindir de los trabajadores con 
estabilidad, quedándose con los menos antiguos, mucho más dóciles y 
fáciles de manejar.
 
Un 
comunicado sindical dio a conocer que los sueldos de los cargos 
gerenciales (gerente general, comercial, financiero, industrial, de 
recursos humanos) y de 18 subgerentes de la firma representan un total de 
520 salarios mínimos nacionales, es decir, la posibilidad de 520 empleos. 
Según la Dirección General de Encuestas, Estadísticas y Censos (DGEEC), de 
cada 100 paraguayos casi 11 están en situación de desempleo abierto, 
mientras el desempleo total alcanza al 17 por ciento de los trabajadores.
 
De los 50 
despedidos en Coca Cola, 23 continúan luchando por su reintegro. El 17 de 
setiembre, el Ministerio de Justicia y Trabajo ordenó su reincorporación. 
Dos días después los empleados se presentaron en la planta, pero no se les 
permitió ingresar con el argumento de que la empresa apelará tal decisión.
 
Paresa 
inició sus actividades en 1964 como embotelladora autorizada de “The 
Coca-Cola Company” en Paraguay. En octubre de 2000, The Coca-Cola 
Interamerican Corporation adquirió el 95 por ciento del paquete accionario 
mediante una inversión de 105 millones de dólares.
 
Colombia
El 23 de 
diciembre pasado, la compañía de bebidas Fomento Económico Mexicano (Femsa) 
llegó a un acuerdo para adquirir en 3.600 millones de dólares a 
Panamerican Beverages Inc. (Panamco). El presidente del consejo de 
administración de Femsa, Antonio Fernández Carvajal, minimizó el trabajo 
de los negociadores al afirmar que la compra fue 
 
“un regalo muy grande que Dios nos está 
permitiendo en Navidad”. No era para menos, dado que Femsa se 
convertía en la segunda embotelladora de Coca-Cola del mundo, luego de la 
casa matriz de Atlanta, con franquicias en nueve países de la región 
(México, Brasil, Argentina, Venezuela, Colombia, Guatemala, Panamá, 
Nicaragua, Costa Rica) y ventas que ascienden a unos 4.600 millones de 
dólares. Fuentes de la empresa, que tiene su cuartel general en Monterrey, 
dijeron que la compañía venderá cerca de 29 millones de litros diarios, 
que significan 1.900 millones de cajas de 24 botellas de ocho onzas, a 167 
millones de personas en toda la región.
 
Con la 
adquisición de Panamco, Femsa triplicó las ventas. En México, donde 
controlaba el 30 por ciento del mercado, pasará al 50 por ciento. Con esta 
operación, su participación en el mercado crecerá a un tercio en América 
Latina y a un 10 por ciento en el mundo. Es decir, que una de cada 10 
coca-colas en el planeta será embotellada por Femsa, como una de cada tres 
que se consuma en América Latina.
 
Aunque 
económicamente Femsa goza de buena salud, desembarcó en Colombia 
anunciando que aplicará un plan para mejorar su eficiencia. ¿Qué significa 
esto? El cierre de 11 de sus 17 plantas. En principio, esa operación se 
traducirá en el despido de 343 trabajadores, en un país donde, según el 
FMI, 22 millones de los 40 millones de habitantes se hallan en el umbral 
de la pobreza extrema y nueve millones se encuentran desempleados. 
 
"Se trata de una iniciativa tendiente a 
una activación del mercado colombiano, con programas para mejorar la 
eficiencia y la productividad de la compañía", manifestó a la 
agencia noticiosa Reuters Juan Carlos Domínguez, director de asuntos 
legales y públicos de Panamco Colombia S.A. ¿Otro humorista?
 
Colombia 
es el cuarto mayor mercado de bebidas gaseosas y aguas de mesa de la 
región. El sector de bebidas no alcohólicas y gaseosas registró en 2002 
ventas por 2,11 billones de pesos (unos 750 millones de dólares actuales), 
un 10,4 por ciento más frente que en 2001, cuando alcanzó los 1,91 
billones.2
 
Gerardo Iglesias
© 
Rel-UITA
25 de 
setiembre de 2003
 
NOTAS
1  Diario 
ABC Color, Asunción. 3 de julio de 2003.
2  Fuente, 
revista empresarial La Nota. Colombia.