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    Colombia CRISIS

Movilización cafetera:

Expresión del inmenso sufrimiento que padece el sector

 

Cae la producción y cae el precio. 560 mil familias en 600 municipios, que no ganan ni el salario mínimo. 70 por ciento del consumo interno es café importado. La revaluación le roba a cada cafetero 30 pesos de cada 100. Responsables del desastre, el gobierno y la cúpula de la Federación. No más impuestos a los cafeteros.

 

El 13 de agosto hubo una enorme marcha de caficultores a la ciudad de Manizales. Creo que casi todos los colombianos se enteraron. Esta marcha no es la primera vez que se hace, pero hacía muchos años no se hacía.

 

Desde la profunda crisis de la década del 90 no había una protesta de caficultores como esta. Asistieron unos 20 mil productores, de Caldas, Risaralda, Antioquia, Quindío, Valle, Cauca, Tolima, Huila y Santander y hasta Cesar, un sitio bien remoto, vino una pequeña delegación.

 

Se hicieron presentes indígenas, campesinos, obreros agrícolas y empresarios. Fue un fenómeno de unidad del sector. Y esa marcha la acompañamos, aunque no la organizamos, algunos congresistas, incluido yo. Estuvimos acompañándola ocho congresistas de distintos sectores políticos. Hubo tres congresistas huilenses que no alcanzaron a llegar por problemas de aviones.

 

Pero resalto que esa marcha es una especie de convergencia nacional con buenos propósitos, diría que mejores que los de la unidad nacional. Eso fue lo que se expresó allí como un fenómeno interesante de resaltar.

Hay una proporción muy grande de productores que no está sacando ni los costos de producción. Esa es la realidad. Aquí podrá decirse que ha habido tiempo peores y que las tablas dicen no sé qué, pero lo cierto es que en la combinación producción-precio lo que hay es un desastre.

 

Cuando uno oye al gobierno o los dirigentes de la institucionalidad cafetera tradicional, cabría sacar la conclusión de que los caficultores se volvieron locos, es decir, que las cosas no justifican una movilización de ese calibre.

 

Quiero llamarles la atención al gobierno y a quienes tienen la responsabilidad oficial de dirigir. Esas movilizaciones son la expresión del inmenso sufrimiento que hay en el sector. Si los recursos fueran mayores, habrían ido cuatro o cinco veces más, pero no tienen con qué, porque en general todos iban financiándose por cuenta propia de una u de otra manera.

 

Entonces la primera idea que quiero transmitir es que hay un problema gravísimo en el mundo de la caficultura colombiana, tan grave que exige ser atendido con todo rigor y seriedad.

 

Estamos hablando de 560 mil familias en 600 municipios. Buena parte del consumo nacional sale de ahí. Su pobreza no es solo la de ellos, sino la de mucha gente que de manera indirecta vive también del negocio cafetero. No están locos, el gobierno verá si atiende su clamor con toda seriedad y hace verdaderos esfuerzos para poder resolver el problema o si lo deja de ese tamaño.

 

¿Cuáles son las causas del fenómeno?

 

Una primera tiene que ver con la caída de la producción cafetera. No solo de 12 a 8 millones de sacos, como se señala, sino que viene cayendo desde casi 17 millones de sacos que alcanzó a producir en los años noventa.

 

Son esos mismos cafeteros los que han sufrido la caída primero a 12 y ahora a ocho, desde una producción de casi 17 millones de sacos al año. Ese es un sector con una crisis que ya puede estar durando 20 años.

 

Gentes que vendieron un pedazo de sus fincas, un pedazo de sus casas, que sacaron a sus hijos del estudio. El área de las fincas viene reduciéndose. Un sector que mueve mucha plata, colombianos, pero que cuando se analiza en detalle tiene particularidades. Mueve mucha plata sumada, pero son 560 mil familias y resulta que el 95 por ciento de los cafetales colombianos tiene menos de cinco hectáreas, es un sector estructuralmente débil, estructuralmente pobre. Si se hacen las cuentas, una buena proporción de esas familias no  saca ni siquiera el salario mínimo si se suman todos los ingresos del año.

 

Hay otro fenómeno, la caída del precio interno, particularmente en el último año. Digamos que de ocho meses hacia atrás se tuvo la fortuna de un precio internacional menos malo, no diría que bueno, y algo palió la caída de la producción.

El que crea en ese cuento del neoliberalismo de que los subsidios son indeseables no tiene ni idea de que está hablando. Y si aplica esa fórmula, destruye su aparato económico. No es posible desarrollar el agro, ni aquí ni en ninguna parte del mundo, sin respaldo del Estado.

 

Pero resulta que se nos juntó la baja de la cosecha con la caída del precio. Hoy el precio está pagando con mucha dificultad los costos de producción en el caso de los productores que tienen en mejores condiciones sus cafetales y su negocio. Hay una proporción muy grande de productores que no está sacando ni los costos de producción. Esa es la realidad. Aquí podrá decirse que ha habido tiempo peores y que las tablas dicen no sé qué, pero lo cierto es que en la combinación producción-precio lo que hay es un desastre.

 

Colombia está importando cerca del 70 por ciento del café que consumimos

 

De este café que me estoy tomando aquí el 70 por ciento es café importado. Es realmente un espectáculo bochornoso. Mientras otros países, como Vietnam, han disparado su producción, Malasia, el propio Brasil, la producción cafetera colombiana está sufriendo un desastre.

 

Es un debate que está por hacerse a fondo. ¿Por qué otros países pueden prosperar en el mundo cafetero y Colombia, que tiene condiciones positivas, tanto que fue el segundo productor en el mundo por muchos años, va en caída libre?

 

Diría que no es culpa de los caficultores, ni de los campesinos, ni de los indígenas ni de los empresarios, sino de la orientación cafetera. Una parte de la responsabilidad corre por cuenta de la Federación Nacional de Cafeteros y me refiero particularmente a su cúpula, y la otra de los gobiernos nacionales, porque al final quien decide en el Comité Nacional de Cafeteros son los ministros y el propio presidente de la República a través de ellos.

 

Por el tiempo tan escaso, voy a dar un ejemplo de malas orientaciones. Hoy hemos oído al ministro de Agricultura y al ministro de Hacienda, y seguramente lo va a decir el gerente de la Federación, que ha habido una importantísima renovación de cafetales en los últimos años y se viene un futuro mejor.

 

Ojalá haya un futuro mejor. Me alegraría muchísimo que mejoraran las cosas, porque están muy mal. Pero ese ufanarse de una renovación grande lo que dice es que no hicieron bien las cosas antes y dejaron envejecer la caficultura. Porque cualquiera que esté en los asuntos cafeteros sabe que un cafetal bien mantenido, y es verdad para la finca o para un país, debe renovarse en una quinta parte todos los años o si no, el cafetal envejece. Y si se envejece es obvio que el esfuerzo para recuperarlo será mayor y el impacto del envejecimiento ya está hecho.

 

Entonces cuando aquí el gobierno y la Federación nos dicen: hemos renovado muchas hectáreas de café en los últimos años, ojalá así sea, pero también digamos que sucede porque dejaron envejecer el parque cafetero colombiano.

 

Se dice que ahora se está renovando con variedades resistentes a la roya, un fenómeno que lleva más de veinte años. Que se ufanen ahora, pregunto: ¿Qué pasó en los años anteriores, qué pasó con las variedades que se diseñaron en Cenicafé que se suponen eran resistentes a la roya y que ahora resultó que no?

 

Lo señalo simplemente para mostrar que aquí hay una responsabilidad inmensa de quienes han dirigido el aparato y la orientación cafetera colombiana, distinto de lo que sucedió en otros países como Vietnam y Brasil, por ejemplo, donde la producción ha avanzado bastante en los últimos años.

 

Se dice que el gobierno está contribuyendo con 300 mil millones de pesos este año. La cifra podrá ser importante, pero sin duda es por completo insuficiente. Y estemos seguros de que sí en otros países va mejor, es porque el Estado ha contribuido de mejor manera, porque está demostrado hasta la saciedad que agro sin respaldo del Estado no progresa en ninguna parte del mundo.

 

El que crea en ese cuento del neoliberalismo de que los subsidios son indeseables no tiene ni idea de que está hablando. Y si aplica esa fórmula, destruye su aparato económico. No es posible desarrollar el agro, ni aquí ni en ninguna parte del mundo, sin respaldo del Estado.

 

Hay un aspecto de la responsabilidad del gobierno nacional sobre el cual quiero detenerme, que es la mencionada revaluación de la moneda. Un miembro del Comité Nacional de Cafeteros señalaba por estos días que, por cuenta de la revaluación, hoy del orden del 30 por ciento –Colombia es el país más revaluado del mundo–, se ha perdido el valor de dos cosechas cafeteras. Es como hacer de cuenta que en los dos últimos años no se ha producido ni una pepa de café, todo por cuenta de la revaluación. ¿Saben ustedes lo qué significa sacarle a un sector dos años enteros de su ingreso? Es que la revaluación le roba a cada cafetero 30 pesos de cada 100.

 

Esto un problema gravísimo y no es tampoco responsabilidad de los cafeteros. Estados Unidos y Europa están dedicados a la labor irresponsable de falsificar dólares y euros con el propósito de envilecer sus monedas y revaluar las nuestras para acabarnos de destruir con las políticas del libre comercio.

 

Pero también sostengo que no es cierto que el gobierno y el Banco de la República estén haciendo todo lo que se puede hacer. Aquí hay un problema grave y de fondo y es que ha habido un cambio del modelo económico, como dice Aurelio Suárez.

 

Un país que se debía desarrollar por el agro y por la industria lo quieren desarrollar por la minería. Les importa un pepino que se acabe el agro y la industria. En estos días le dijeron al ministro Echeverri, doctor, se están arruinando el agro y la industria, ¿y saben qué dijo? Que entre las dos solo producen el 20 por ciento del Producto Interno Bruto y tenemos carbón y tenemos petróleo.

 

¿Saben ustedes cuánto pesa en Estados Unidos el agro en el Producto Interno Bruto? El 2 por ciento, nada, y sin embargo, hay que ver todo lo que respaldan a su agro, no porque los gringos sean estúpidos, sino porque ellos saben que el agro y la industria generan los encadenamientos que no genera la minería.

Un país que se debía desarrollar por el agro y por la industria lo quieren desarrollar por la minería. Les importa un pepino que se acabe el agro y la industria.

 

Aquí hay entonces un pleito con el modelo económico y es la reflexión que los colombianos tenemos que hacer. El gobierno del presidente Juan Manuel Santos y del ministro de Hacienda, doctor Echeverri, se la ha jugado a la minería para que sea esta la que resuelva todos los problemas. Y se los podrá resolver a unos cuantos, a las trasnacionales y a los sectores parasitarios de la economía nacional, pero a la industria y al agro y al empleo nacional por supuesto que no.

 

Termino contándoles que quienes estuvimos en Manizales nos comprometimos con esos 20 mil cafeteros a llevarle una carta al presidente de la República.

 

Espero que los amigos del gobierno se encarguen de conseguir la cita. Se trata de explicarle al jefe del Estado qué es lo que se está planteando. En resumen, qué es lo que piden los cafeteros: que no pueden ser abandonados a su suerte; que así se cacaree mucho, es insuficiente por completo el respaldo oficial tal como está hoy; que se necesita un precio interno más alto, bastante más alto, si se quiere que este trago amargo se supere de manera positiva.

 

Hay un grave problema de créditos. A unos no les prestan y otros no son capaces de pagar. Parece paradójico y contradictorio, pero esas son las realidades, y se necesitan las dos cosas, que haya créditos suficientes, pero que además se atiendan los problemas de deudas de cafeteros que están entrampados. Que se dé solución al lío de las plagas. Es casi inconcebible que a estas alturas de la vida todavía las plagas azoten como lo hacen. Y está la situación de los precios de los insumos, en fin, todo un cúmulo de problemas graves de costos que golpean la capacidad productiva.

 

Ojalá el ministro Restrepo, el presidente de la República, todas las autoridades cafeteras, se borren de la cabeza la idea de aumentar los impuestos cafeteros, la llamada contribución, un impuesto particular, pero impuesto en la medida en que se lo sacan a la gente del bolsillo, así tenga sus particularidades.

 

Hablar en este momento de aumentarles a los caficultores sus gravámenes es como echarle sal a la herida de un sector empobrecido, estructuralmente pobre y débil. Entonces, mi llamado muy cordial al gobierno nacional, es a que le ponga la cara a la brisa y asuma las responsabilidades que le correspondan.

 

Y decirles a mis queridos amigos cafeteros que no dejen de movilizarse. Urge que desarrollen el movimiento por la dignidad cafetera. No están pidiendo limosnas, están pidiendo con toda dignidad y con todo el valor civil que el gobierno, el único que puede, les atienda sus grandes necesidades.

 

 

En Bogotá, Senador Jorge Enrique Robledo*

17 de agosto de 2012

 

 

* Intervención del senador Jorge Enrique Robledo

  en el debate sobre la situación cafetera,

  plenaria del Senado, 14 de agosto de 2012.

 

VIDEO

 

 Video: publicado por JERobledo en YFROG.com

 

 

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