Brasil

¿Final de la sobreexplotación?

Jugueras que exprimen hasta las piedras

Después de varias décadas en las que incrementaron sus ganancias sobreexplotando a sus trabajadores y a los productores, parece estar llegando el momento en que las grandes compañías productoras de jugo sean obligadas a cumplir con las leyes. Cutrale, quizás la más grande, reconoció que precisa construir una relación distinta con sus trabajadores y proveedores.

 

 

La industria de jugos comenzó a desarrollarse en Brasil a partir de la década del 70, cuando la dictadura militar decidió impulsar varios programas que favorecían procesos de industrialización de algunos rubros de la agricultura. Café, cacao y naranja fueron los rubros seleccionados, aunque el éxito se logró casi exclusivamente con los cítricos.

 

A ese éxito contribuyeron varios años de heladas que soportó la zona de Florida en Estados Unidos, principal productora de naranjas en uno de los mayores mercados consumidores.

 

Actores esenciales de ese éxito fueron empresas como Cutrale, Citrovita, Citrosuco y Coimbra (propiedad del grupo francés Louis Dreyfuss), que han disfrutado de los excelentes márgenes de rentabilidad de su producto que rondan el 15%.

 

Pero no fueron solamente los subsidios otorgados por el gobierno militar o las heladas en Estados Unidos lo que cimentó ese éxito. La inflexibilidad en las negociaciones con los productores y el incumplimiento de las leyes laborales son los otros dos pilares sobre los que fue construido ese gigante.

 

Como se establece en el Libro de los récord de Brasil1 “El principal secreto del negocio consiste en adquirir fruta a un precio bajo –precio de banana, bromean los proveedores– procesarla al menor costo posible y vender el jugo a un valor elevado”.

 

Para lograr comprar la fruta al menor precio posible resulta muy conveniente que el mercado esté controlado sólo por cinco empresas, las que acuerdan entre sí el precio a pagar por la caja de naranja y evitan que la competencia haga decrecer sus ganancias. En voz baja, para evitar las represalias, muchos productores se quejan de las presiones a las que se ven sometidos para aceptar esos precios. Un grupo que intentó una acción legal contra Cutrale se quejaba de que “Es muy difícil conseguir un buen acuerdo con alguien que puede decir no hasta que nuestra naranja se pudra”.

 

En 1994, el Consejo Administrativo de Defensa Económica (CADE) dio curso a una serie de denuncias contra Cutrale y otras empresas, acusadas de formar un cártel para formar los precios en perjuicio de los plantadores. El proceso concluyó con un acuerdo por el cual las empresas se comprometieron a no reunirse para fijar los precios.

 

En cuanto a los trabajadores, las empresas se han aprovechado hasta el límite de las debilidades de la legislación laboral para actuar al margen de ella. Uno de los mecanismos más utilizados son las supuestas cooperativas de trabajadores –“coopergatos”, como las denominan los trabajadores haciendo referencia a su condición de irregulares– que son las que figuran como contratantes de la mano de obra, y resultan casi imposibles de rastrear en el momento en que un trabajador pretende reclamar lo que le corresponde.

 

La actuación de estas “cooperativas” es absolutamente irregular. En primer lugar, no son cooperativas sino que un contratista particular concierta con la empresa y luego subcontrata a los trabajadores para que realicen la tarea, lo que constituye un mecanismo de tercerización no previsto en la legislación brasileña. Por si esto fuera poco, aprovechando las dificultades para su fiscalización estas “cooperativas” no pagan a los trabajadores los salarios que corresponden, muchas veces remuneran por debajo del mínimo nacional y tampoco respetan los demás derechos de los trabajadores.

 

Así se cierra el ciclo del gran secreto del negocio, se compra barato cartelizando la compra de materia prima, se procesa al menor costo posible con tercerizaciones irregulares, y se evitan las denuncias por dumping al poder presentar costos de producción muy por debajo de sus competidores de otras regiones del mundo.

 

El procurador Ricardo García, asesor de la Federación de Empleados Rurales del Estado de San Pablo (FERAESP), consultado por SIREL dijo que: “Hace más de diez años las empresas productoras de jugo montaron un esquema para desconocer los derechos de los trabajadores utilizando falsas cooperativas de trabajadores; crearon una gran confusión en la cadena productiva de la naranja perjudicando a los trabajadores y a los productores. Hoy, buena parte de la población dedicada al cultivo de naranjas se encuentra en la pobreza, mientras las empresas acumulan ganancias espectaculares”.

 

El 26 de enero de este año Globo Rural daba cuenta de que la Secretaría de Derecho Económico del Ministerio de Justicia había ejecutado la “Operación Fanta”, secuestrando más de 30 bolsas de documentos de varias de estas empresas. Junto a la documentación también fue decomisada una ametralladora Uzi en el escritorio de uno de los directores de Cutrale.

 

El procedimiento fue consecuencia de las denuncias que la FERAESP venía presentando desde el año pasado para obligar a las empresas a establecer una negociación seria. Ante el cúmulo de presiones, Cutrale solicitó que las negociaciones fueran retomadas. Consultado por SIREL, Elio Neves, presidente de la FERAESP, afirmó: “El Ministerio Público, retomando nuestros reclamos, estableció que la empresa tenía que cambiar de posición, porque si venía a negociar sin propuestas no había nada que hacer, y tenía que participar en la mesa de negociaciones alguien que pudiese tomar decisiones. La empresa delegó al Director Financiero, quien planteó que los intereses del mercado están exigiendo una nueva postura de la empresa”.

 

Al cabo de una extensa reunión celebrada el miércoles 1 de febrero, la empresa se comprometió a no tercerizar los trabajos en las plantaciones de su propiedad y a continuar negociando un nuevo modelo de contrato con los plantadores. Sobre esto último, Neves comentó a SIREL que ”Lo que plantean los productores es que la cosecha sea responsabilidad directa de la empresa, porque en realidad es Cutrale la que controla la cosecha, pero transfiere el conflicto a productores y trabajadores. La empresa manda y nosotros nos enfrentamos con los productores. En realidad es Cutrale quien nos manda a los dos. Lo que reivindicamos los productores y el sindicato es que el fruticultor sólo cultive las naranjas, para que cuando Cutrale compre la producción y asuma la cosecha los trabajadores deban ser contratados directamente por ella. Esa es la lucha que queda por delante.”

 

Para el 7 de febrero quedó citada una nueva reunión en la que cada una de las partes debe presentar su propuesta de contrato. La eliminación de las tercerizaciones es un paso adelante que marca una voluntad de cambio cuyo alcance se confirmará a partir de la próxima reunión.

 

 

Ariel Celiberti

© Rel-UITA

3 de febrero de 2006

 

 

1  http://www.rankbrail.com.br/mundial/economia/cutrale/default.asp

 

 

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