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    Brasil  

 

Con Melquíades de Araújo

Minerva es una gran exportadora, y una gran explotadora

   

El Grupo Minerva, que acaba de extender su actividad al Uruguay y ya tiene también un pie en Paraguay, desde hace años mantiene a sus trabajadores en Brasil con salarios muy inferiores a los del resto del sector. La gente ha dicho basta y se encuentra movilizada. Sirel dialogó al respecto con Melquíades de Araújo, presidente de la Federación de Trabajadores en la Industria de la Alimentación del estado de Sao Paulo (FETIASP).

 

-¿Cómo continúa evolucionando el conflicto en el Frigorífico Minerva en Barretos?

-Nuestra fecha para la negociación de salario y condiciones laborales de los trabajadores del sector en el estado de Sao Paulo es en mayo, pero este frigorífico la estableció en diciembre, porque desde hace años viene pagando salarios más bajos que en las demás empresas utilizando este mecanismo de negociación individual. 

 

Es particularmente significativo que Edivar Vilela de Queiroz, presidente de Minerva, sea a su vez presidente del Sindicato de las Industrias Frigoríficas del Estado de Sao Paulo (SINDFRIO).

 

El Sindicato de Trabajadores de Minerva está luchando desde hace tiempo para acompasar su fecha de negociación con la general del estado, pero esta empresa viene eludiendo esa opción porque sabe que debería subir bastante los salarios y mejorar las condiciones de trabajo de sus empleados.

 

-Es por eso que no se ha llegado a un acuerdo en diciembre pasado…

-Así es, y ahora que ya estamos en febrero la discusión está enfocada en estos puntos: el traslado de la fecha de negociación a mayo, pagar una participación en los lucros semejante a las demás empresas del estado y adoptar el mismo piso salarial que el resto del sector.

 

-¿Cuántas plantas tiene Minerva?

-Tiene ocho unidades productivas y una más en construcción, pero su gran centro de actividad está en Barretos, aquí en Sao Paulo, y es donde se esfuerzan por negociar fuera del sector estadual.

Hay que pensar que allí donde ha comprado intentará poner en práctica la misma política de bajos salarios que aplica aquí

 

Para nivelar los salarios con el resto de la actividad paulista Minerva debería acordar un incremento salarial del 30 por ciento, siendo que la inflación anual es de apenas el 4,5 por ciento. Quiere decir que ella está muy por debajo en las remuneraciones que paga a su personal.

 

-¿Qué reclaman concretamente los trabajadores de Minerva?  

-Ellos plantean un piso mínimo de 401 dólares mensuales, una participación en los lucros de 168 dólares y una cesta básica de 50 dólares. Ni siquiera a estas modestas pero justas reivindicaciones accede la empresa.  

 

-¿Cuál es el piso salarial en el resto de las empresas del estado?  

-Es de unos 450 dólares, pero la enorme mayoría gana bastante más que eso.

 

-¿Qué opinión te merece que Minerva, al mismo tiempo que oprime a sus trabajadores en Brasil, haya comprado uno de los principales frigoríficos del Uruguay por 65 millones de dólares?

-Minerva es una gran exportadora, y también una gran explotadora, porque se está negando a conceder un piso que representa prácticamente el salario mínimo nacional.

 

Los trabajadores ya realizaron dos Asambleas que implicaron paralizaciones de dos horas cada una, y aún así Minerva se mantiene en la negativa. Hay que pensar que allí donde ha comprado en Uruguay, intentará poner en práctica la misma política de bajos salarios que aplica aquí.

 

-¿Cómo continuará esta lucha a partir de ahora?

-El Sindicato ya presentó una demanda ante el Tribunal para que los acuerdos básicos de Minerva sean emparejados con los del resto del estado, pero la justicia puede requerir de un año para conceder una audiencia.

 

Para acelerar este trámite es necesario realizar una huelga, parar completamente la planta, y en esos casos el Tribunal falla rápidamente. Tal vez ése sea el camino que está siendo preparado por el Sindicato.

 

Por nuestro lado, estamos intentando presionar a Minerva para que no sea necesario esperar la decisión del Tribunal y esto pueda solucionarse de la mejor manera, pero por ahora la empresa se mantiene inflexible.

 

Quizás no crea que los trabajadores puedan parar la planta, pero está jugando con fuego.

 

 

En Montevideo, Carlos Amorín

Rel-UITA

1 de febrero de 2011

 

 

 

  

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