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La organización 
no gubernamental Repórter Brasil, coordinada por el periodista y bloguero 
del medio UOL Leonardo Sakamoto, ha divulgado este lunes (10) un 
reportaje multimedia revelando que tres de los principales frigoríficos 
brasileños -Brasil Foods, JBS e Marfrig- someten sus 
trabajadores a condiciones degradantes. 
  
Titulado “Moliendo 
Gente”, el reportaje contiene textos, videos y datos relacionados a 
la rutina de trabajo en los tres frigoríficos, proveedores de carne para las 
principales redes de fast-food, supermercados e industrias alimenticias ubicadas 
en 150 países. 
  
Estos tres 
frigoríficos están entre los 20 principales grupos exportadores de Brasil, 
que actualmente es el mayor exportador mundial de pollo y carne bovina. 
 
  
En 2011, este 
sector exportó 15,64 millones de dólares. En los últimos diez años, la cantidad 
de animales faenados se ha duplicado. Actualmente, solo en Brasil son 209 
millones de reses y más de mil millones de pollos. 
  
Licencias médicas 
  
En una de las 
plantas frigoríficas visitadas, Brasil Foods, en Rio Verde (GO) se 
registraron cerca de 90 mil pedidos de licencia médica entre enero de 2009 y 
setiembre de 2011, de acuerdo con un informe del Ministerio Público del Trabajo 
(MPT). 
  
Es como si cada 
10 meses todos los 8 mil empleados del frigorífico se ausentasen por lo menos 
una vez, debido a problemas laborales de salud. 
  
Las licencias 
médicas por disturbios musculoesqueléticos (también conocidos como LER/DORT) 
han sido las más frecuentes: el promedio es de 28 certificados por día, 842 por 
mes. 
  
Además, en la 
unidad de Barretos (SP), de la compañía JBS, 14 por ciento de los 1.850 
empleados han sido dados de baja por incapacidad permanente debido a accidentes 
y enfermedades laborales -y sobreviven gracias a un beneficio otorgado por el 
INSS (Instituto Nacional de Seguridad Social)-. 
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En el abate de aves, la probabilidad de un trabajador generar un 
trastorno de humor, como una depresión por ejemplo, es 3,41 veces mayor. 
Además, en el abate porcino y de aves, el riesgo a sufrir una lesión en 
el puño o en los plexos nerviosos del brazo es 743 por ciento más 
grande. |  
  
Nada más que en 
el primer semestre de 2011, ya se habían registrado en dicha unidad 496 pedidos 
de licencia médica temporal (aquellas licencias con duración menor a 15 días) 
motivadas por disturbios psíquicos y problemas esquelético musculares. 
  
El reportaje 
además informa sobre el caso de la compañía Seara (del grupo Marfrig), 
que en 2011 fue condenada a pagar una indemnización de 14,6 millones de reales 
(cerca de 7,3 millones de dólares) por daños morales colectivos causados a los 
trabajadores en la unidad de Forquilhinha (SC) 
  
La Justicia ha 
determinado también que Seara conceda pausas para “recuperación térmica” 
de 20 minutos cada 1 hora 40 minutos trabajadas, cumpliendo lo estipulado por la 
ley. La determinación obliga además que el frigorífico libere sus 
trabajadores para ir al baño, sin la necesidad de previa autorización de un 
supervisor. 
  
Movimientos repetitivos 
  
Según el 
reportaje, uno de los principales problemas del trabajo en los frigoríficos es 
la elevada carga de movimientos repetitivos en un corto espacio de tiempo. 
Trabajadores de la industria de aves, por ejemplo, deshuesan, como mínimo, 
cuatro muslos de pollo por minuto. 
  
En esa función, 
hay trabajadores que realizan hasta 120 movimientos diferentes por minuto, 
siendo que estudios ergonómicos informan que el límite de acciones por minuto 
debe estar entre los 25 a 33 movimientos, evitando con eso el surgimiento de 
enfermedades osteomusculares. 
  
El texto además 
relata que las fiscalizaciones hechas por el Ministerio Público del Trabajo y 
por el Ministerio de Trabajo y Empleo han constatado una extensión irregular de 
las horas de trabajo, cuyas jornadas laborales superan comúnmente las 15 horas 
diarias. 
  
Enfermedades y accidentes 
  
Datos oficiales 
del Ministerio de la Previsión Social denuncian que los problemas de salud 
generados específicamente por la faena y procesamiento de carne son mucho más 
recurrentes que los daños generados por los demás segmentos. 
  
En el abate de 
bovinos, ocurren dos veces más traumatismos cerebrales, tres veces más 
traumatismos abdominales, de hombro y de brazo, y seis veces más quemaduras. En 
el abate de aves, la probabilidad de un trabajador de generar un trastorno de 
humor, como una depresión por ejemplo, es 3,41 veces mayor. Además, en el abate 
porcino y de aves, el riesgo a sufrir una lesión en el puño o en los plexos 
nerviosos del brazo es 743 por ciento mayor. 
  
La legislación 
laboral de Brasil prevé una serie de medidas buscando la protección de la 
salud de los trabajadores del sector frigoríficos. Hay normas para mitigar los 
problemas generados por los movimientos repetitivos. Según este reportaje, las 
empresas no siempre cumplen con esas determinaciones, y, por este motivo, se ven 
judicialmente demandadas por el Ministerio Público del Trabajo. 
  
Indemnizaciones mínimas 
  
Otro problema 
recurrente que está presente en el reportaje es el pagamento de indemnizaciones 
muy bajas a aquellos trabajadores que se han accidentado o que han adquirido 
enfermedades laborales. Para los expertos entrevistados, las condenaciones 
impuestas por el Poder Judicial a los frigoríficos resultan en indemnizaciones 
de valor muy bajo que, en lugar de inhibir, terminan por permitir que nuevos 
accidentes ocurran.  
  
En Goiás, por 
ejemplo, un trabajador de una planta industrial de Marfrig debió ser 
sometido a una cirugía después de sufrir un corte profundo en su brazo izquierdo 
que llegó a sus nervios y tendones, perjudicando la movilidad de su mano. 
  
Por no haberle 
brindando los Equipos de Protección Individual (EPIs), este frigorífico fue 
condenado a pagar los gastos de la cirugía y a indemnizar al empleado con la 
suma de 5.000 reales (unos 2.500 dólares) por daños y perjuicios. Mientras que 
si comparamos, vemos que en el mismo estado de Goiás una clienta procesó un 
banco por haber llevado su nombre a la Serasa Experian* y fue contemplada con 
una indemnización de 10 mil reales (cerca de 5 mil dólares). 
  
  
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