Colombia

El país lechero

bajo amenaza

 

 

La gastronomía de los pueblos es muy variada: los hay quienes consumen principalmente pescado o carne, incluso crudos, otros que privilegian las verduras; millones a los que no les puede faltar el arroz, el trigo en forma de pasta o pan.

 

Los frijoles y el maíz en múltiples combinaciones constituyen el plato diario de diversas comunidades, en fin, es una extensa lista de nunca acabar la que se podría elaborar reuniendo las costumbres culinarias de la humanidad entera; sin embargo a pesar de que encontremos grandes diferencias en sus hábitos alimentarios existe una excepción: en todas, la leche es el nutriente que ingieren los niños hasta su destete, es decir hasta que son capaces de digerir otros alimentos y luego en forma líquida o en sus derivados continúa formando parte de la ingesta de los adultos.

 

Tan importante resulta esta secreción nutritiva producida por las glándulas mamarias de las hembras de los mamíferos, que el valor de su producción conjuntamente con la carne, de lejos, tiene un valor mayor que cualquier otro producto agropecuario incluidos los cereales.

 

Razones suficientes entonces tiene el universo agropecuario reunido el miércoles pasado en las instalaciones de la Asociación de Jóvenes Cristianos en Bogotá para acordar una política de defensa del sector lácteo, inversa a la que desde la casa de Nariño se dicta en contra del futuro de los colombianos.

 

Allí tuvieron oportunidad los boyacenses de contarle al país como de 125 mataderos con que disponía la región para el sacrificio del ganado ya clausuraron 110, lo que ha degenerado en el consumo de carnes de vacunos degollados en cualquier esquina o potrero a la sombra de la noche para esquivar los controles de las autoridades, que no dispusieron de recursos para mejorar la infraestructura de frigoríficos, sino que a pie juntillas han aplicado los textos de decretos que exigen condiciones imposibles de cumplir por el tamaño de los mercados locales, que hacen inviables inversiones orientadas a comercios de monopolio.

 

Los comercializadores de leche del llano confesaron el viacrucis en que se encuentran, pues se endeudaron en 2000 millones de pesos para adelantar el plan de reconversión que exigió el Ministerio de la Protección y están cerca de perderlo todo dado que la actividad no genera el flujo de caja suficiente para cumplir con la obligación.

 

Al igual que ellos, Ricardo, desde el Paramo del Ruiz, Manuel Tombe de Silvia- Cauca, los ganaderos de Guasca que antes de la apertura de Gaviria eran agricultores de Cebada y Trigo, Patricia García que representa a los ganaderos de Arauca y por supuesto Chepe el opita, ellos y muchos otros, todos comentan los desastrosos efectos de unas medidas del gobierno que no oculta su propósito de entregarle el mercado a las multinacionales lácteas, esas que como lo denunciara el presidente del sindicato de trabajadores de una de estas empresas ya mezclan leches en polvo importadas vencidas y de mala calidad para reempacarla y ubicarla en bolsas en tiendas y supermercados para el consumo de los nacionales.

 

A pesar de tantas angustias, en lo que coincidió el Congreso Nacional de la Cadena Láctea Popular es en la urgencia de frenar la aplicación del Acuerdo de Libre Comercio negociado con la Unión Europea y el trámite con Nueva Zelandia y el Mercosur, estos tratados son la lápida de la producción pecuaria nacional, con ellos ni siquiera funcionaría el planteamiento del documento CONPES lechero que recomienda concentrar los escasos recursos en las ganaderías de las cuencas que llama “de talla mundial” que por supuesto excluye la totalidad de la ganadería de doble propósito, un híbrido colombiano que los campesinos de ladera en su sabiduría han desarrollado para sobrevivir y suministrar alimento barato y de calidad a millones de niños cuyos padres no disponen de ingresos suficientes para pagarle la gana a los especuladores del gran capital.

La amenaza nos persigue a todos, a quienes atienden la ganadería en los potreros, a los que comercializan leche y carne, a quienes las procesan y a los que aún podemos consumirlas.

 

Libardo Gómez Sánchez

Tomado del Diario del Huila

Neiva, noviembre 29 de 2010

 

 

 Foto: UITA - Colombia

 

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