El 
atún es el tercer producto del mar que se consume en el mundo, solamente 
superado por los camarones y los llamados pescados de fondo. En la industria 
del atún se integran dos grandes sectores: el sector extractivo (flota 
atunera) y el sector transformador (conservero, congelador y 
comercializador). La flota de la Unión Europea, compuesta 
fundamentalmente por España (60 por ciento) y Francia (40 por 
ciento) captura cada año 500 mil toneladas de atún. Las empresas españolas 
con sus flotas atuneras congeladoras, capturan cerca del 60 por ciento en 
aguas internacionales y el resto mediante acuerdos con terceros países.
 
El 
58 por ciento (en volumen) de las conservas producidas en España 
corresponden al atún, alcanzando en el año 2004 un total de 182 mil toneladas, cuyo valor 
ascendió a 518 millones de euros (unos 700 millones de dólares ). De esa 
forma España, con un 16,4 por ciento de la producción mundial, se 
constituyó en el tercer productor de atún en conserva, solamente superada 
por Tailandia (19,3 por ciento) y Estados Unidos (16,5).
Según 
Ramón
Núñez
Gamallo
en la Revista Galega de Economía (vol.15, 
núm.1, 2006) “El mayor reto [que tienen las conserveras] consiste 
en eliminar las restricciones que existen en la extracción de recursos y en 
el comercio”, esto último contempla, entre otras cosas, el pago de 
aranceles, y aquí encontramos ya una primera pista.
 
Según la Asociación Nacional de Fabricantes de Conservas, las 
fábricas instaladas en Galicia son responsables por más del 70 por 
ciento de la producción de conservas y semiconservas de pescados en 
España. Se trata de una industria que se está internacionalizando 
aceleradamente, empresas armadoras, acuícolas, elaboradoras y conserveras 
gallegas son propietarias de unas 35 plantas industriales fuera de España 
y más de 50 filiales radicadas en otros países. Las dos conserveras más 
grandes por su volumen de ventas de Galicia -y de España- son
Jealsa y Calvo. Juntas, en el año 2005, ambas compañías elaboraron 120 
mil toneladas de conservas.
| 
Jealsa 
En 1958 Jesús Alonso Fernández creó una conservera que 
llevaba su nombre y que en 1974  pasó a constituirse en una sociedad 
anónima denominada Jesús Alonso S.A. (Jealsa). En el 
año 2000 se conformó la sociedad Mare Aperto, un joint 
venture con Star de Italia. En diciembre de 2005 
adquirió la división de conservas de pescados y mariscos de 
Robinson Crusoe, la mayor conservera de Chile. Siendo 
este su segundo emprendimiento en América Latina, ya que 
cuenta con una planta de tratamiento y transformación de atún en 
Guatemala. | 
 
 
Grupo Calvo
 
Es 
líder en España con 25 por ciento del mercado de atún y la cuarta atunera 
a escala mundial, en 2005 facturó 350 millones de euros (unos 470 millones de 
dólares). Posee dos plantas de producción en Galicia, 
una en Italia, otra en El Salvador y dos en Brasil, poseía 
una en Venezuela que fue cerrada a mediados del año pasado. Su filial 
brasileña Gomes da Costa, adquirida hace tres años, capta 50 por ciento 
de ese mercado, facturando cerca de cien millones de euros al año. Gomes da 
Costa acaba de inaugurar en el sureño estado de Santa Catarina -donde 
también tiene instalado en la ciudad de Itajaí su complejo de captura, 
recepción y procesamiento, considerado el mayor de América Latina- una 
fábrica de latas para conservas de sardinas y atún que le permitirá incrementar 
su producción y exportaciones. Calvo cuenta con una flota pesquera 
compuesta por once atuneros, dos buques de apoyo y tres mercantes.
 
¡Que me vendo!
 
En 
octubre de 2006 la industria conservera española entró en pánico. Distintos 
medios de prensa anunciaron la posible venta del Grupo Calvo nada menos 
que a la tailandesa Thai Union, la mayor procesadora de túnidos del 
mundo. La noticia movilizó a algunos sindicatos,  a las autoridades 
locales y representantes del sector, todos preocupados por el futuro de una 
industria emblemática del mercado español. La situación de una empresa familiar 
se convirtió en un asunto de Estado y, como veremos más adelante, también de la 
familia real. Los problemas que generaría la venta de Calvo no eran 
pocos. En primer lugar, el valor de la empresa se estima entre los 300 y 350 
millones de euros, cifra que nadie en Galicia y pocos en España 
hubieran pagado, por lo tanto su destino era caer en manos de capitales foráneos 
que en definitiva resultarían los beneficiados por las subvenciones otorgadas a 
la empresa en el pasado por el Estado. Además, se jugaba el futuro de las 
comunidades locales, vinculado a los 3.000 empleos directos generados por la 
empresa en una región donde el trabajo no abunda. 
 
Luego 
de varias semanas en las cuales se sucedieron las reuniones entre integrantes de 
la familia Calvo, autoridades de la Xunta de Galicia, sindicatos y 
miembros del sector conservero, llegó la gran noticia: “la empresa se queda en 
casa”. Resulta difícil saber lo que realmente ocurrió. Algunos representantes de 
la familia Calvo argumentaron que la decisión de vender obedeció a que se 
habían quedado sin relevos generacionales en momentos en que la segunda 
generación estaba de salida. Otros, manejaron argumentos menos creíbles, tal el 
caso de Manuel Calvo García Benavides quien manifestó: “la 
pusimos en venta para saber que valor tenía”. Fuera cual fuera el motivo de 
la anunciada venta, lo cierto es que al mismo tiempo que la facturación crecía, 
la rentabilidad mermaba, al punto que al cierre de 2006 el Grupo había perdido 
la nada desdeñable cifra de 12,5 millones de euros. Además, pérdidas de ese 
tamaño resultan difíciles de digerir para los socios minoritarios -el 22,2 por 
ciento de las acciones está en manos de Caixanova, Caja Castilla-La 
Mancha y Caja Burgos- seguramente nada proclives a enternecerse con 
sentimentalismos familiares.
 
Finalmente, culminando ya el 2006, la compañía quedó en manos de la tercera 
generación de los Calvo sin otro trauma visible que el despido del hasta 
entonces director general Ramón Calvo Arechavaleta, quien pese a su 
apellido no es integrante de la familia. Al finalizar el primer trimestre de 
2007 se echaban las campanas al vuelo: el beneficio neto en el período había 
sido de 2 millones de euros.
 
Calvo 
Conservas El Salvador
 
Dolores de parto
 
Calvo inició sus 
operaciones en El Salvador en 2002 cuando comenzó la construcción de una 
planta procesadora de lomos de atún en la localidad de La Unión. En el 
acto de colocación de la primera piedra celebrado el 10 de abril de aquel año, 
participó José Luis Calvo, presidente del Grupo y el Vicepresidente de la 
República Carlos Quintanilla Schmidt. Según las crónicas de la época, 
durante el acto José Calvo lloró repetidamente, justificando su emoción 
en que a partir de ese día ostentaba el cargo de cónsul de El Salvador 
para la comunidad autónoma de Galicia. En relación a la futura fábrica, 
manifestó que para el país se trataba simplemente de una nueva inversión pero 
“para nosotros significa parir un nuevo hijo”, es posible que ese detalle 
también provocara sus lágrimas.
 
Por su 
parte el vicepresidente, entre otros conceptos de un largo discurso, citó 
textualmente las declaraciones de otro Calvo, en este caso Ramón, 
a la revista Cinco Días explicando las razones del éxito del Grupo: 
“…Nunca tuvimos una huelga; no sabemos lo que es ir a un tribunal; contamos con 
gente de gran fidelidad desde hace muchos años. Estimulamos el trabajo en equipo 
y la formación continua”. Lo que don Ramón se olvidó de aclarar es 
que más de la mitad de los 62 años que llevaba la empresa de fundada 
transcurrieron bajo la dictadura franquista, donde solamente eran permitidos los 
llamados sindicatos  verticales, creados por Franco para representar 
simultáneamente los intereses de los trabajadores y de los patronos. ¿Será ese 
el modelo que los Calvo añoran?
 
La derecha unida
 
La 
designación en 2002 de José Calvo como cónsul de El Salvador en 
Galicia constituye una pista importante que se complementa con otra: El 
20 de septiembre de 2001, con la firma de Manuel Fraga Iribarne, la 
Xunta de Galicia le había concedido al ya citado Carlos Quintanilla 
Schmidt (vicepresidente de El Salvador) la Medalla de Galicia en su 
categoría de plata.
 
En lo 
que tiene que ver con la planta conservera, finalmente fue inaugurada en 
septiembre de 2003 por el entonces presidente de la República, Francisco 
Flores, perteneciente al  ultraderechista partido Alianza  Republicana 
Nacionalista (ARENA) y por el presidente de la Xunta de Galicia 
Manuel Fraga Iribarne, ex ministro de Francisco Franco y fundador del 
también derechista Partido Popular (PP). 
 
 2004
| 
La Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) gobierna El 
Salvador desde 1989. Fue creada en 1981 por el mayor del 
ejército Roberto D’Aubuisson (1944/1992) 
fundador de los escuadrones de la muerte y considerado el autor 
intelectual del asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero; 
sus seguidores y las personas que lo financiaron provenían de la 
oligarquía, las fuerzas armadas y organizaciones paramilitares. 
Leyendo sus estatutos no se necesita mucho esfuerzo para comprender 
que los objetivos de ARENA son perpetuar el dominio sobre la 
sociedad mediante las Fuerzas Armadas y el económico a través del 
sector ya dominante, especialmente la oligarquía financiera. Puede 
definirse como un partido nacionalista de derechas en lo político y 
neoliberal en lo económico. | 
 
 
En el 
año 2004 Calvo El Salvador despidió cerca de 300 trabajadoras por 
realizar un paro espontáneo en protesta por las abusivas condiciones de trabajo 
(jornadas extenuantes y no cumplimiento de los descansos semanales en la 
descarga de los barcos atuneros) y la falta de elementales medidas de seguridad: 
fugas en el sistema de refrigeración habían provocado que varias trabajadoras 
cayeran desmayadas, así como una serie de graves accidentes de trabajo. Además, 
las trabajadoras denunciaban que eran tratadas por los jefes y encargados con 
insultos y palabras soeces.
 
En 
marzo resulta electo presidente de la República Elías Antonio (“Tony”)
Saca González, con lo cual ARENA logra su cuarta elección 
presidencial consecutiva. 
 
 
2006
 
Resultó un año particularmente movido para Calvo en El Salvador. 
El 25 de enero Tony Saca asistió a la inauguración de la 
nueva planta enlatadora de atún -con una capacidad de 200 mil latas diarias- en 
el puerto de La Unión donde, según los directivos del Grupo, se 
invirtieron seis millones de dólares, generando 300 empleos directos. A la hora 
de los discursos, el primer mandatario manifestó que el Grupo Calvo
“se ha consolidado como líder de la producción de conservas de atún, 
expandiéndose a nivel mundial y llevando el prestigio de su marca y por ende, 
del buen desempeño de los salvadoreños, a muchos rincones del planeta”. 
Destacó además que el Grupo logró exportar en 2005 por 54 millones de 
dólares. Con relación a la nueva planta, explicó que la misma “permitirá 
llevar la conserva de atún a más lugares del mundo, lo cual representa más 
fuentes de empleo” y que esta será una de las empresas favorecidas con la 
próxima entrada en vigencia del TLC con Estados Unidos. También se 
refirió al plan social que la empresa desarrolla entre sus empleados, que 
consiste en beneficio y prestaciones, “con las que se reconoce la dedicación 
y el esfuerzo que hasta la fecha ha demostrado la fuerza laboral”. 
Finalmente, felicitó a la familia Calvo en nombre del gobierno y del 
pueblo salvadoreño, invitándolos a continuar depositando su confianza en el 
país, confiados de que se les está facilitando sus operaciones a través de 
reglas claras y en un clima de negocios estable.
| 
 
 
Elías 
Antonio Saca, en el acto de inauguración 
de 
la nueva planta de Calvo | 
 
 
También se escuchó la alocución del entonces presidente del Grupo, 
José Luis Calvo, quien se encargó de anunciar una inversión en el Área de 
Responsabilidad Social Empresarial de un millón de dólares -sólo para 2006- 
estando destinada la mayor parte de esos fondos al desarrollo de un plan social 
que incluye incentivos y beneficios para los trabajadores, entre los que  
destacó el aumento del salario base. Para no ser menos, Miguel Ángel 
Peñalva, director de operaciones, resaltó la existencia de un programa de 
becas para los hijos de los trabajadores, “hasta la fecha tenemos seis 
becados de tercer ciclo y un universitario”. Encomiable, pero muy magro 
porcentaje si tenemos en cuenta las 1.500 personas empleadas. Y por las dudas 
que estuviera presente algún sindicalista contestatario, don José Luis 
aclaró que “los avances en la empresa son buenos, porque hace cuatro años 
aquí lo único que había era serpientes”.
 
Que ya 
no existan serpientes en el puerto de La Unión  no significa que se hayan 
eliminado todos los peligros, es así que a mediados de año comenzaron a llegar 
noticias ponzoñosas desde la Unión Europea (UE). En junio de 2005 
la UE había aprobado el denominado Sistema Generalizado de Preferencias 
plus (SGPp) aplicable a países subdesarrollados que a su vez asumen la 
responsabilidad de ratificar ciertos convenios internacionales sobre derechos 
humanos y laborales, protección del medio ambiente y gobernanza. El Salvador 
fue contemplado por el SGPp y por lo tanto una serie de productos con ese 
origen comenzó a ingresar a la UE sin pagar aranceles, en el caso del 
atún el arancel pasó de 24 por ciento a cero.  
 
La 
exigencia de la UE de que El Salvador ratifique los convenios de 
la OIT resulta un bocado difícil de tragar para cualquier partido que 
represente los intereses que ARENA representa. Los gritos de protesta de 
la oligarquía salvadoreña se podían escuchar desde Bruselas, siendo sus 
argumentos más utilizados el que la OIT no tiene facultades para imponer 
obligaciones a los estados miembros (razonamiento tramposo porque
la imposición es de la UE y no de la OIT)  
y que suscribiendo esos convenios no hay desarrollo posible (argumento utilizado 
por las dictaduras y por la derecha en todo el mundo) en virtud de lo cual, “en 
nombre del honor y la dignidad nacional” se debía renunciar al SGPp.
 
| Los convenios de la OIT que El Salvador debía ratificar eran el Nº 87 (relativo a la libertad sindical y derecho de sindicación); Nº 98 (relativo al derecho de sindicación y de negociación colectiva); Nº 135 (relativo a la protección y facilidades que deben otorgarse a los representantes de los trabajadores en la empresa) y Nº 151 sobre el derecho a sindicación en la administración pública) | 
 
Condescendientes, las autoridades de la UE le otorgaron un plazo a El 
Salvador hasta el 31 de diciembre de 2006 para ratificar los mencionados 
convenios, de lo contrario a partir del 1º de enero de 2007 el país quedaba 
fuera del SGPp. Como el gobierno salvadoreño, con Tony Saca a la 
cabeza, vacilaba en cumplir con lo solicitado, el Grupo Calvo decidió que 
había llegado el momento de ayudarlo a definirse. De manera que a mediados de 
junio organizó una reunión con los empresarios de la región donde está instalada 
su planta conservera para informarles que estaba estudiando la posibilidad de 
trasladar sus operaciones a Nicaragua. Al día siguiente, requerido por la 
prensa, el ya mencionado Miguel Ángel Peñalva se negó a confirmar 
la versión, aduciendo que aún no existía una decisión y que la empresa estaba 
aguardando para definirse, los resultados de una próxima entrevista con el 
Presidente de la República.
| 
No es seguro que Calvo pudiera abandonar tan fácilmente El 
Salvador. En España existe desde 1990 la Compañía 
Española de Financiación del Desarrollo  (COFIDES)
una sociedad anónima de capital mixto creada para ofrecer apoyo 
financiero a inversiones españolas en “países emergentes o en 
desarrollo”. En la lista de proyectos de la cartera de inversiones 
de COFIDES al 31 de diciembre de 2005 puede leerse: País: 
El Salvador; Empresa: Luis Calvo El Salvador; 
Actividad: Industria Conservera; Empresa española:
Luis Calvo Sanz; Inversión inicial: 52,60 millones de
euros. ¿Será posible cambiar tan fácilmente de un país 
beneficiario a otro? | 
 
 
O bien 
la entrevista no se realizó o bien los resultados no fueron los esperados, lo 
cierto es que el 26 de junio, en un comunicado de prensa, la empresa expresaba:
“Ante la incertidumbre que genera la situación arancelaria del SGP plus para 
el país, Grupo Calvo lamenta tener que reducir en la mitad sus operaciones en El 
Salvador, lo que significa cesar uno de los dos turnos de producción, 600 
puestos de trabajo, que son representados (sic) mayormente por mujeres. 
La decisión ha sido difícil de tomar para la atunera, pero no ha habido otra 
alternativa”.
 
La 
derecha salvadoreña lejos de amedrentarse contraatacó: “Si quieren marcharse 
que se marchen”, porque otras empresas como Dell de Estados Unidos 
han dado más y mejores empleos, dijo el diputado de ARENA Roberto
D’Aubuisson, hijo mayor del fundador de aquel partido. Por su parte el 
periódico conservador El Diario de Hoy manifestaba que “aceptar el 
chantaje [de la UE] equivaldría a entregar a las fuerzas más 
retrógradas y violentas el funcionamiento de Estado” y que por más dolorosa 
que resulte la retirada de Calvo, “no se deben aceptar las 
imposiciones favorables al sindicalismo”. A su vez el diputado Norman 
Quijano, también de ARENA y opositor a la ratificación de los 
convenios, con una extraña sintaxis argumentó: “se alejan más las fuentes de 
trabajo cuando generamos inestabilidad política, se alejan más cuando estamos 
haciendo marchas callejeras violentas”. Y el ministro de Trabajo, José 
Roberto Espinal, comentó: “Respeto las decisiones de la empresa, pero en 
un momento dado son decisiones y uno tiene que afrontarlas. Como gobierno 
también vamos a ver cuantos de estos puestos de trabajo que ha dejado 
Calvo en la ciudad de La Unión pueden ser llenados o 
satisfechos con otro tipo de inversiones”. A todo esto, el eurodiputado del
PP español, Daniel Varela Suanzes, solicitaba al Parlamento 
Europeo flexibilizar los plazos para que El Salvador ratifique los 
convenios de la OIT. Agregando que la exclusión de El Salvador del
SGPp “supondría una catástrofe económica para dicho país y para las 
empresas españolas que tienen instalaciones allí, como la conservera del 
Grupo Calvo”.
 
Entra en 
escena el Príncipe
Felipe de 
Borbón y Grecia
 
Así 
las cosas, algunos españoles decidieron que había llegado la hora de jugar 
pesado y comenzaron las presiones más o menos oficiales y más o menos 
disimuladas. El 9 de mayo de 2006 España firmó un acuerdo a través del 
cual otorgó al Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) 40 
millones de dólares destinados a proyectos medioambientales a ser realizados en
Centroamérica. Pese a que la sede del BCIE se encuentra en 
Tegucigalpa (Honduras) el acuerdo se firmó en San Salvador con 
la presencia del Príncipe Felipe, quien también se dio tiempo para 
inaugurar en esa ciudad el Encuentro Empresarial España-Centroamérica-Panamá. 
Allí se analizaron las posibilidades de inversión española en la región y el 
heredero de la corona se encargó de destacar el crecimiento de las relaciones 
comerciales mediante las cuales España se ha convertido en el primer 
socio e inversor de la UE en la región, subrayando que solamente en el 
año anterior (2005) los intercambios comerciales ascendieron a 1.324 millones de 
dólares. No es necesario ser un erudito en diplomacia para comprender que el 
mensaje de su majestad al gobierno salvadoreño, traducido a nuestro lenguaje 
coloquial, era: Miren todo lo que arriesgan, ¡no jodan!
 
Luego 
del encuentro con los empresarios, el Príncipe Felipe y el presidente de 
la República Tony Saca atravesaron el país en helicóptero para llegar al
Golfo de Fonseca y visitar la planta atunera del Grupo Calvo. 
Nadie puede ser tan inocente para pensar que el interés de ambos era ver como se 
despachurran los atunes, por lo tanto,  todo lleva a pensar que la visita 
también encerraba un claro mensaje y que fue una ocasión creada para encontrar 
una salida al problema que afectaba a la conservera española. Los acuerdos a los 
que las tres partes arribaron se mantienen en secreto y no tenemos forma de 
conocerlos pero, por las pistas que van dejando los actores, no es muy difícil 
imaginarse sus alcances.
| 
 
Mayo de 2006 
El Príncipe Felipe 
y Tony Saca durante la visita 
a la fábrica de 
Calvo en El Salvador | 
 
 
Finalmente, en agosto de  2006 la Asamblea Legislativa ratificó los 
cuatro convenios de la OIT. Parecía que todo volvía a la normalidad, 
hasta que seis meses más tarde -ya en 2007- los trabajadores de Calvo 
entendieron que había llegado el momento de aplicar los convenios e intentaron 
constituir su sindicato. La respuesta de la empresa fue inmediata y fulminante. 
En febrero despide a la compañera Berta Menjivar, integrante del 
sindicato y esposa del secretario general del mismo. En marzo son 
despedidos José Joaquín Reyes, secretario de relaciones de la 
directiva del sindicato y Roberto Hernández, secretario de asistencia 
social.  Actualmente, mientras el caso de los despidos se encuentra en la órbita 
judicial, la empresa se niega a reconocer la existencia legal del sindicato, 
pese a que oportunamente los trabajadores presentaron ante el Ministerio de 
Trabajo toda la documentación que la ley exige. 
 
Queda 
claro entonces que el interés del Grupo Calvo por los convenios de 
la OIT era simplemente comercial y que no pensaba -ni piensa- acatarlos. 
Después de haber presionado para que se ratificaran, no deja de constituir un 
escándalo que ahora Calvo se niegue a cumplir con lo que esos convenios 
disponen y en esta infamia junto a la empresa están involucrados -como hemos 
pretendido demostrar- el gobierno salvadoreño, la Xunta de Galicia, 
el Príncipe Felipe, el gobierno español, la UE y la propia OIT. 
(+ 
info)
 
Epílogo 
(provisional)
 
Recientemente, los ejecutivos de la empresa en El Salvador se negaron a 
recibir a los representantes de la UITA y a los dirigentes de la central 
española Comisiones Obreras  -“hablemos en España” dijeron, no 
sabemos si en una muestra de soberbia o de cobardía-, mientras tanto los 
funcionarios del ministerio de Trabajo miran para otro lado y la policía 
permanece al servicio de la empresa, atenta para reprimir la mínima 
manifestación de protesta. 
 
Mientras el Grupo Calvo se niegue a brindar explicación alguna y los 
convenios de la OIT sigan sin aplicarse, tenemos el derecho y la 
obligación de interpretar lo que está sucediendo y por qué. De manera que, según 
lo narrado anteriormente, nos atrevemos a opinar que estamos frente a un arreglo 
en el que las dos partes salieron ganando. Por un lado, el gobierno aceptó 
ratificar unos convenios que no le traerían ninguna consecuencia política pues 
el Grupo Calvo asumió el compromiso de que los mismos no se aplicarán en 
su fábrica. Por otro, la empresa transnacional continuará exportando a la UE
con arancel cero y explotando mano de obra barata, pues el Ministerio de 
Trabajo y la policía impedirán que los trabajadores y las trabajadoras se 
organicen sindicalmente. 
 
Hasta 
aquí la trama de una novela que está lejos de finalizar. 
 
Enildo Iglesias y Gerardo 
Iglesias
© Rel-UITA
31 de mayo de 2007