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 República Dominicana 
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La verdadera 
cara de Nestlé 
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Incumplimiento de acuerdos con el sindicato y de normas de 
salud e higiene en sus plantas, despidos abusivos, maniobras 
para que el gobierno le conceda mayores cuotas de 
importación de leche: en República Dominicana, la 
trasnacional Nestlé está lejos de ser el modelo de empresa 
que machaca continuamente en su propaganda, y a veces logra 
imponer. 
  
Bernabel Matos, William Tejeda y Ramón Castillo trabajan en 
distintas fábricas de 
Nestlé 
en República Dominicana, la trasnacional basada en Suiza que 
en ese país emplea directamente a unas 700 personas y a 
muchas más a través de empresas subcontratadas. Los tres 
participaron recientemente en Buenos Aires en la VII 
Conferencia de Trabajadoras y Trabajadores de 
Nestlé, 
organizada por la Regional Latinoamericana de la Unión 
Internacional de Trabajadores de la Alimentación y 
auspiciada por la Fundación Friedrich Ebert. 
  
El encuentro permitió, entre otras cosas, observar la 
distancia sideral existente entre el discurso de los 
directivos de la multinacional y la realidad que se vive 
concretamente en sus plantas, en particular en América 
Latina. 
  
"Las trasnacionales sólo piensan en sus ganancias. No les 
importa la suerte del pueblo, de los trabajadores. Por más 
propaganda que hagan de que son empresas modelo, que 
disponen de códigos de ética, que defienden relaciones 
laborales justas y que contribuyen al bienestar del país en 
que están instaladas, su única lógica auténtica es la del 
lucro", dice Bernabel Matos. 
  
Matos, al igual que William Tejeda, es dirigente sindical de 
Codal, una empresa de lácteos perteneciente a 
Nestlé 
ubicada en la localidad de San Francisco de Macorís y que 
emplea a unas 150 personas. En esa planta, la trasnacional 
suprimió en setiembre de 2002 unos 45 puestos de trabajo, 
tras la eliminación de la línea de leche en polvo, y otros 
11 en octubre pasado. La particularidad de estos últimos 
despidos, que no serían los últimos (se habla de 15 más, 
afirman los sindicalistas) es que fueron dispuestos por la 
dirección pocos días después de haber firmado un convenio 
con el sindicato, precisamente para evitar que se suprimiera 
personal. "El supuesto motivo por el cual fueron despedidos 
también es inaceptable", denuncia Matos. 
Nestlé 
adujo "falta de compromiso con la empresa y falta de interés 
en la realización de su tarea". "Son trabajadores con 15, 
20, 25 años al servicio de la compañía. ¿Qué método 
científico utilizó para determinar que un trabajador que 
durante casi un cuarto de siglo, o bien durante una década, 
le dejó su trabajo y le generó ganancia, tiene poco 
compromiso con ella? Es gente de entre 50 y 55 años, a la 
que después de sacarle todo el jugo, 
Nestlé 
la tira como basura para que vaya a morirse a la calle con 
su familia. Es muy difícil que encuentren otro trabajo dada 
la situación de recesión económica que se vive en el país y 
el alto nivel de desempleo", dice el dirigente de Sitracodal. 
William Tejeda apunta a su vez que para "probar" la "falta 
de compromiso con la empresa" de algunos de los despedidos
Nestlé 
invocó inasistencias al trabajo de muchísimos años atrás, 
"algo no sólo absurdo sino ilegal". Además, agregó, la 
empresa puede ser acusada de represión antisindical, porque 
varios de los que perdieron su trabajo un mes atrás habían 
jugado un papel importante en un conflicto laboral que tuvo 
lugar en enero último. 
  
UNA CRISIS PROVOCADA 
  
"Las consecuencias de los despidos no son únicamente 
individuales (a muchos de los compañeros el sindicato tiene 
todavía que proporcionarles asistencia psicológica, porque 
están afectados de depresión) sino sociales", observa Matos. 
Cuando se cerró la línea de pulverización, el año pasado, no 
sólo perdieron su empleo 45 trabajadores de la planta. Se 
afectó a muchos pequeños productores de leche de la zona, 
señala el sindicalista. "Es una cadena, con efectos 
dramáticos en un área pobre como es San Francisco de 
Macorís, pero de esas consecuencias sociales 
Nestlé 
no se preocupa". 
  
Por otra parte, el sindicato sospecha que fue la empresa la 
que provocó que se generara un sobreestock de leche y 
derivados en sus almacenes, una situación que tuvo fuertes 
consecuencias sobre los ingresos de los propios trabajadores 
y sobre las condiciones laborales en las diferentes plantas. 
Todo comenzó en junio último, cuando 
Nestlé 
decidió aumentar los ritmos de producción (en hasta un 60 
por ciento en alguna de sus plantas), al tiempo que era 
obligada por el gobierno a recibir leche de 
Parmalat. 
Esta trasnacional de origen italiano procesa leche para el 
Estado destinada a los niños de las escuelas públicas del 
país. Al comenzar las vacaciones escolares, en junio, 
Parmalat 
se quedó sin colocar gran parte de sus productos, y fue
Nestlé 
la que debió reciclar esa leche. Consecuencia: en tres 
meses, entre junio y setiembre, los almacenes de las 
empresas de la multinacional se llenaron. Con un agravante: 
en vez de bajar sus precios para colocar esos productos 
excedentarios, 
Nestlé 
los aumentó, por encima de los de la competencia. En un 
contexto de crisis como el actual, pautado por ejemplo por 
la pérdida de 60.000 plazas de trabajo en el último 
cuatrimestre, según datos oficiales, el resultado fue 
catastrófico, y las ventas se desplomaron. En noviembre, la 
compañía anunció una rebaja de sus precios al público y un 
aumento paralelo de lo que paga a los ganaderos nacionales 
por su leche, pero ambas medidas (anunciadas con gran pompa, 
con el objetivo manifiesto de dar una imagen de "compromiso 
con el país y su gente") resultaron insuficientes, la 
primera para permitirle aligerar su stock y la segunda para 
"ayudar" a un sector en crisis como el de los productores de 
leche. Sugerencias formuladas por los trabajadores (fue el 
caso del sindicato de Sodocal, la fábrica de productos 
culinarios ubicada en San Cristóbal) para que la empresa 
realizara campañas de promoción y marketing que le 
permitieran aumentar los niveles de comercialización, no 
fueron tenidas en cuenta por los directivos. "Lo que sucede 
es que 
Nestlé 
no quiere vaciar sus almacenes. Todo esto forma parte de un 
plan para presionar al gobierno dominicano con el objetivo 
de que le permita aumentar su cuota de importación de leche. 
Los trabajadores estamos siendo utilizados como punta de 
lanza de ese plan. Por un lado se nos amenaza con despidos, 
y por otro 
Nestlé 
nos dice que debemos compenetrarnos con ella para ejercer 
presión sobre el gobierno", destaca Bernabel Matos. 
  
La empresa no ha dudado un segundo en trasladar los costos 
de sus propias decisiones a los trabajadores. Luego que la 
dirección amenazó con despedir personal, y eventualmente con 
trasladar su producción hacia otros países, el sindicato de 
Codal se vio obligado a pactar un acuerdo de reducción de la 
jornada laboral. En virtud de ese convenio, firmado el 17 de 
octubre, se trabajaría 40 horas semanales, en vez de 44, con 
la disminución salarial correspondiente, al tiempo que se 
disponía un plan de vacaciones colectivas. Sin embargo, el 
31 de octubre la empresa despidió a 11 trabajadores, 
violando el convenio suscrito dos semanas atrás. La 
situación en Sodocal es similar. Allí, el sindicato (Sitrasodocal), 
para evitar el despido de 17 compañeros, inevitables según 
la empresa en virtud de que no se podían vaciar los repletos 
almacenes con el nivel de ventas del momento, suscribió 
primero un convenio de reducción de la jornada laboral de 44 
a 40 horas semanales y aceptó anticipar las vacaciones de 
2004 para tomar colectivamente una licencia de tres semanas. 
Pero una semana después de regresar de sus vacaciones, 
señala Ramón Castillo, los trabajadores se encontraron con 
que la empresa decía que la situación permanecía incambiada 
y que debía proceder a una nueva disminución de la jornada 
laboral, a 32 horas por semana. Finalmente, aquí se llegó a 
un acuerdo: se laborará 36 horas semanales, que la empresa 
abonará como 40, y cuando la producción se normalice el 
personal "compensará" esa diferencia, trabajando 44 horas a 
la semana, cobrando también como si fueran 40. 
  
MALAS CONDICIONES DE TRABAJO 
  
Los sindicatos de las diferentes plantas de la firma 
denuncian, por otra parte, las malas condiciones en las que 
trabajan. "La empresa cumple con la obligación legal de que 
haya un comité de higiene y seguridad en cada planta, pero 
no se le da funciones, y este organismo toma decisiones que 
después no son ejecutadas", dice William Tejeda. En la 
planta de San Francisco, y en la de helados de Manogayabo, 
"estamos trabajando a 32, 33 grados de temperatura y a 
niveles de ruido de 85 decibeles, algo inaceptable. Se nos 
exige productividad pero no se nos da condiciones de trabajo 
adecuadas. Cada vez que queremos salir de nuestra área de 
trabajo es un problema, por los permisos que tenemos que 
pedir. Nos cambiamos cuatro o cinco veces de camisa por día, 
sudamos hasta cuando descansamos. El nuevo gerente, un 
ingeniero argentino llamado Carlos Pappalardo, nos dice que 
no trabajamos, que el único que trabaja es él, cuando los 
datos de producción indican que de enero a agosto produjimos 
nada menos que 320 mil cajas de leche evaporada. En la 
planta de helados, hay un departamento en el que se debe 
trabajar bajo cero, pero hay un solo trabajador en ella. Si 
le pasa algo, por ejemplo se desmaya, se muere. No hay forma 
de hacerle entender eso a la empresa. En San Francisco, en 
el área de laboratorio, cuatro compañeras manejan hace años 
un producto químico perjudicial para la salud. Médicos 
independientes de la localidad declararon que es inevitable 
que tarde o temprano esas compañeras padezcan problemas 
respiratorios. El 17 de octubre planteamos todos estos casos 
de seguridad a la empresa y aún no nos ha respondido. Si en 
diciembre no la recibimos acudiremos al Ministerio de 
Trabajo para denunciar la situación. Así, con esa 
insensibilidad, la cosa no camina", señala el sindicalista. 
  
En San Cristóbal, la planta de productos culinarios, se han 
planteado casos de LER (Lesiones por Esfuerzo Repetitivo), 
en parte como consecuencia de la exigencia de la empresa de 
aumentar el ritmo de producción. "A una compañera que 
trabaja hace 20 años en 
Nestlé 
-indica Ramón Castillo- debieron operarla de los dos brazos 
por los pesos excesivos que levanta. Los médicos de la 
empresa dijeron en principio que se trataba de simples 
inflamaciones musculares, pero nosotros ahora sabemos, 
gracias a lo que aprendimos en esta conferencia de la UITA y 
a los trabajos de los compañeros de Brasil, donde estos 
casos han sido particularmente estudiados, que se trata de 
LER". A esa trabajadora el médico le dio licencia por un 
año, pero la ley sólo obliga a que le paguen seis meses. 
"Una vez que supere esos seis meses se queda sin ingresos y 
es muy probable que no pueda volver a trabajar en la 
empresa, donde contrajo su enfermedad, porque no está en 
condiciones sanitarias de hacerlo. Lo mismo sucede con otro 
trabajador con 21 años de servicio en la empresa, que padece 
desgaste muscular. Lo despidieron", destacó Castillo. Los 
sindicatos de 
Nestlé 
van a constituir un departamento de enfermedades 
profesionales para hacer valer los derechos de los 
trabajadores víctimas de LER, no reconocidos en la 
legislación dominicana, y por supuesto tampoco por 
Nestlé. 
  
UNIFICACION y SENSIBILIZACION SINDICAL 
  
Hasta ahora, en cada planta de 
Nestlé 
funciona un sindicato. "Esa situación le convenía a la 
empresa, que negociaba por separado, y en fechas distintas, 
los convenios colectivos, y diferenciaba los salarios entre 
una planta y otra", subraya Bernabel Matos. Pero desde hace 
algunas semanas los tres sindicatos mantienen reuniones de 
coordinación en el marco de un consejo integrado por dos 
representantes de cada gremio. El objetivo es constituir un 
sindicato único de los trabajadores de 
Nestlé 
de República Dominicana para comienzos de 2004. "Aspiramos a 
que el año próximo unos 500 trabajadores y trabajadoras, de 
los 700 que trabajan en las tres plantas, estén 
sindicalizados", dice Tejeda. 
  
Un tema aparte lo constituye el personal de las empresas 
subcontratadas, que aumenta día a día por la política de la 
trasnacional de recurrir cada vez más a la tercerización, 
admite a su vez Matos. "Hace muchos años que la 
Nestlé 
no contrata a nadie, más bien reduce su personal estable, 
como consecuencia de la incorporación intensiva de 
tecnología. Paralelamente crece el número de eventuales y de 
subcontrataciones. El personal de las subcontratadas carece 
de todo derecho y de las mínimas condiciones laborales (no 
se les da transporte, ropa de trabajo, seguro médico), no 
está sindicalizado (esas empresas emplean menos de diez 
personas, cuando el mínimo exigido por la ley para 
constituir un sindicato es de 20) y recibe una paga muy 
inferior. Es un verdadero problema", acota el dirigente de 
Sitracodal. 
  
"La unificación sindical es fundamental para negociar en 
condiciones razonables de fuerza con una trasnacional tan 
poderosa como 
Nestlé", 
agrega Matos. Un dato positivo que se suma a este proceso es 
que se está en vías de conformar una federación de todos los 
sindicatos del área de la alimentación de República 
Dominicana. "No serviría de nada que nosotros consigamos 
algo por nuestro lado si otros sindicatos, por lo menos del 
mismo rubro, no logran conquistas similares. Los empresarios 
funcionan así, unidos. Nosotros también debemos hacerlo", 
concluye. 
  
Lo cierto es que para mantener interesados a sus afiliados 
en la defensa de sus derechos, los líderes sindicales de
Nestlé 
han debido extremar su capacidad creativa. "Con esta presión 
de la productividad, los trabajadores casi no tienen tiempo, 
por ejemplo, para leer los murales sindicales. Para revertir 
esa situación hemos tenido que recurrir a soluciones 
originales", cuenta Matos. Una de ellas es la de las rifas. 
"En la hora de los almuerzos hablamos a los trabajadores de 
lo que pasa en la fábrica, en el resto de las empresas, en 
el país en general y en el mundo entero, les imprimimos los 
documentos difundidos la página web de la Rel-UITA, 
subrayamos los puntos de más importancia de esos documentos. 
Y al menos una vez al mes, en las asambleas, rifamos cosas, 
como incentivo para que el trabajador se informe". El 
sistema funciona así: "Los participantes en la asamblea 
deben inscribirse y reciben un número, si éste es sorteado 
se le formulan tres preguntas acerca del contenido de los 
materiales que les hicimos llegar. El que no sabe, no sólo 
pierde el premio sino que queda mal ante sus compañeros". Ha 
sido un buen mecanismo, dice Matos. 
  
"También llevamos a cabo tareas de información en el autobús 
que los lleva a la empresa, hablamos con sus esposas o 
esposos, para involucrarlos en los problemas. La 
Nestlé 
ha presionado a los trabajadores a través de sus familias y 
aplica el método de invitar a éstas a la fábrica para que 
vean qué bien se trabaja en ellas. A veces la cosa se les 
revierte, porque los propios familiares se dan cuenta de 
nuestras condiciones reales de trabajo. En otras 
oportunidades somos nosotros los que tenemos que 
sensibilizarlos con campañas informativas". 
  
"MOVILIZAR A LA SOCIEDAD" 
  
"Obviamente, los problemas no son sólo nuestros. 
Nestlé 
pertenece a una sociedad, la dominicana, que está en fuerte 
crisis desde hace algunos años", dice Bernabel Matos. "Aun 
ganando sueldos más altos que la media nacional (el salario 
promedio en 
Nestlé 
es de 340 dólares, unos 3,4 salarios mínimos), nuestro poder 
adquisitivo se ha visto también fuertemente reducido, como 
consecuencia de que nuestros ingresos se han mantenido casi 
intocados, mientras la canasta familiar se ha incrementado y 
el peso dominicano se ha devaluado 100 por ciento desde 
comienzos de este año". 
  
Los sindicalistas de 
Nestlé 
están apuntando a conformar alianzas, además de con 
trabajadores de otras áreas, con otros sectores sociales, 
como los ganaderos ("que en República Dominicana tienen 
pequeñas extensiones de tierra") o los consumidores. "Le va 
la vida al conjunto de la sociedad, al tejido productivo en 
general. Si desaparecen los productores lecheros nacionales, 
como ya está sucediendo porque no tienen rentabilidad, corre 
peligro la soberanía alimentaria del país. Ellos no están 
subsidiados por nadie, a diferencia de los productores 
europeos que colocan aquí su leche", insiste Matos. 
  
Los empresarios en general deben entender que "no pueden 
hablar todo el tiempo de reducción de costos, de despedir 
personal, porque va a llegar un momento en que se van a 
quedar sin consumidores potenciales. En un país en que 57 
por ciento de la población ya está trabajando en el sector 
informal de la economía, los márgenes para ese tipo de 
políticas son muy reducidos. Eso también lo tienen que 
entender las trasnacionales como 
Nestlé. 
Si se van de aquí y dejan en la calle a cientos de 
trabajadores, como amenazan que harán, o aun si siguen 
aumentando los precios de sus productos, no habrá quien les 
compre en República Dominicana, y no creo que quieran 
perderse un mercado", clama el sindicalista. 
  
Matos llama también al gobierno dominicano a que "tome 
medidas para buscar salidas eficaces, para que se deje de 
aceptar el papel que a este país y a los del resto de 
América Latina les reservan los neoliberales que comandan el 
Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y las 
transnacionales: una gran zona franca, una nación a lo sumo 
proveedora de algunas materias primas y de servicios 
turísticos". De todas maneras, no se hace ilusiones respecto 
de lo que pueda hacer el Ejecutivo dominicano ("los 
gobiernos están atados de pies y manos, es muy poco lo que 
pueden hacer para enfrentar a esta política neoliberal. Son 
las sociedades las que deben organizarse y hacia eso debemos 
ir"), como tampoco respecto a lo que suceda en la propia
Nestlé. 
En efecto, el 4 de diciembre comienzan las negociaciones 
colectivas entre sindicato y empresa, y el Sitracodal piensa 
que la trasnacional "de seguro no va a querer mejorar la 
situación de los trabajadores en puntos esenciales como plan 
de vivienda, horas extras, jornadas nocturnas, plan 
vacacional, o aumento de salarios. Van a continuar alegando 
que han tenido pérdidas durante todo el año, que la 
productividad es baja y que las ventas cayeron. Lo de 
siempre", finaliza Matos. 
  
Daniel Gatti 
© Rel-UITA 
1º de diciembre de 2003   |