Argentina

Con Héctor Morcillo

Es hora de repartir los beneficios

Después de la exitosa marcha del pasado 4 de abril, Héctor Morcillo, secretario adjunto de la Federación de Trabajadores de Industrias de la Alimentación (FTIA) y también de la Confederación Argentina de Sindicatos de la Industria Alimentaria (CASIA), colocó en su contexto el Plan de Lucha del gremio. 

 

-¿Qué papel está jugando el gobierno en relación con los aumentos salariales?

-Extraoficialmente el gobierno nos ha planteado que va a seguir muy de cerca algunas paritarias: comercio, bancarios, metalúrgicos, transporte y fundamen-talmente alimentación. En transporte los aumentos de salarios son absorbidos por el subsidio gubernamental a esa actividad, en servicios e industria alimentaria no existe tal cosa, así que la preocupación del gobierno es que un incremento importante en los niveles salariales en estas ramas se traslade a los precios. Nosotros sostenemos que las empresas aún tienen un margen importante de sus ganancias como para absorber el aumento y no trasladarlo a los precios. Ellas aumentaron su producción y su productividad con menos trabajadores que antes, están facturando y vendiendo más, y a pesar de los acuerdos con el gobierno, todas aumentaron los precios. Estamos de acuerdo y apoyamos la política antiinflacionaria del gobierno porque, entre otras cosas, de qué nos servirían aumentos salariales que después fuesen comidos por la inflación. La consigna de nuestra movilización fue: “Salario sí, inflación no”.

 

-¿En qué fundamentan esa percepción de que las empresas pueden absorber el aumento?

-En lo que ocurre en las fábricas, en el volumen de producción, se están haciendo muchísimas horas extras –incluso más de lo que permite la ley–, todo lo que se produce se vende enseguida, no hay nada en los depósitos. Son los trabajadores quienes nos informan, y conocemos los precios a los cuales venden la producción, así que tenemos nuestros números y los de ellos. Hace unos días los compañeros de una panificadora muy importante en Argentina –está entre las tres primeras– nos exhibía un documento en el cual la empresa aumenta sus precios un 6 por ciento. Entonces, aunque se ha delimitado una línea de productos dominantes en el mercado que no aumentan, todo lo demás sube sin problemas. Los que no queremos comer carne para colaborar en la lucha contra la inflación, nos encontramos con que el kilo de pescado está a 12 pesos (ndr: 4,3 dólares), el kilo de pollo está a 9 pesos (ndr: 3,2 dólares). Estamos de acuerdo en no comprometer el crecimiento que el país está alcanzando, inclusive porque somos nosotros quienes ponemos el hombro para eso. Pero creemos que ha llegado el momento de que el sector empresario ponga lo suyo, una parte del crecimiento espectacular que ha cosechado en los últimos tres años. Esta lucha no es contra el gobierno sino contra los empresarios.

 

-La reciente movilización fue un termómetro del estado de ánimo de la gente.

-¡Qué se puede decir cuando los compañeros y compañeras viajan 25 horas en bus, marchan toda la tarde y vuelven a subir al bus para regresar a sus casas, y muchos directo a la fábrica de nuevo! Hay una tremenda voluntad de lucha, y esto es lo que nos fortalece mucho en lo organizativo y en la práctica de nuestra política gremial. Esperemos que después de esta movilización el sector empresario entre en razones, comprenda que este reclamo no es el delirio de algunos dirigentes sindicales sino la expresión de la voluntad de miles de trabajadores que quieren mejorar su calidad de vida. Los compañeros nos dicen: “Estamos haciendo horas extras apenas para sobrevivir, cuando deberíamos hacerlas para mejorar la calidad de vida”.

 

-¿Qué otras acciones complementan el Plan de Lucha además de la movilización?

-Estamos haciendo asambleas en las puertas de las fábricas con quema de cubiertas y debates internos permanentes. Hay un estado de análisis, de organización y discusión muy importante en el gremio porque el reclamo es muy justo y muy sentido. No descartamos movilizaciones locales hacia las Cámaras Empresariales de las respectivas provincias.

 

-¿Qué viene después de la exitosa jornada del martes 4?

-Se está reuniendo el Consejo Directivo de la FTIA para terminar de darle forma a la convocatoria a un Congreso Extraordinario de Delegados para el 19 de abril. Allí se analizará la marcha de las negociaciones, y si después de la movilización del 4 no hay resultados, ese día el Plenario General de Congresales de todo el país decidirá la profundización de las medidas. En ese caso, no descartamos las medidas de acción directa como paros, paros parciales, paro nacional, etc. Este será el debate el 19 de abril.

 

-¿No hay diferencias salariales entre empresas grandes y chicas?

-Desde nuestras negociaciones de 2002 y 2005 los mínimos nacionales han quedado uniformizados porque antes era totalmente caótico. Es cierto que existe un reclamo de las Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES) que aducen no poder seguirles el tranco a las grandes, pero esto es muy relativo. Hay propietarios de PYMES muy ricos que tienen empleados muy pobres. Valoramos a este sector porque somos conscientes de que es creador de muchos empleos, pero deben reconocer que les está yendo muy bien. Este sector siempre ha llorado: lloró con la “convertibilidad”, lloró cuando esta se acabó y llora ahora… Pero estas empresas están produciendo y vendiendo al mismo ritmo y a los mismos precios que las grandes. Nosotros defendemos un salario uniforme para toda la actividad, y lógicamente, a las empresas grandes como Kraft, Arcor, Cadbury, Nestlé, les vamos a reclamar otras cosas adicionales. Ellas ya saben que al día siguiente de que se firme el Convenio nacional, nosotros estaremos discutiendo los adicionales porque no puede ser que estas enormes empresas paguen lo mismo que las pequeñas, pero el camino no es el salario diferencial sino los adicionales. Ahora nuestro objetivo básico es un salario igual a la canasta familiar que ronda los 1.800 pesos. Y estamos hablando apenas de un salario para sobrevivir dignamente. Nos quieren transformar en los desestabilizadores de la economía, pero nosotros sabemos que esos desestabilizadores son los formadores de precios y no los trabajadores. Están todos creciendo, están todos ganando plata, es hora de que la repartan.

 

Por otra parte, esta negociación incluye también la reactualización del Convenio Colectivo ya que el último data de 1994. Desde entonces hubo enormes cambios tecnológicos y el trabajo se ha transformado, ha cambiado. Debemos readecuar la nueva configuración tecnológica con las condiciones de trabajo. También hemos incluido nuestro absoluto rechazo a toda forma de tercerización de las actividades productivas de las empresas, las contrataciones de personal eventual, la proliferación de agencias de trabajo temporario y fundamentalmente a las cooperativas truchas de trabajo que terminan sustituyendo a trabajadores estables en condiciones de cuasi esclavismo.

 

-¿Qué puede aportar la solidaridad internacional a esta lucha?

-Antes que nada queremos agradecer la presencia y el acompañamiento de la Rel-UITA en nuestra marcha del martes 4. Para nosotros fue muy importante porque estamos en el centro de un debate sobre la acumulación de riqueza en toda Latinoamérica y cómo debe distribuirse. Es muy importante que este “estado de reflexión” sea conocido en todo el mundo, porque así como hemos recibido la presencia solidaria de los compañeros de CASIA, de FATAGA, de Pasteleros, de Gastronómicos y otros gremios, somos conscientes de que este problema va más allá de las fronteras de nuestro gremio, de nuestro país y nuestra región. Esta pelea la tenemos que dar todos juntos, porque de a uno la perdemos. En este proceso, el rol de la UITA será sin duda muy importante.

 

 

En Buenos Aires, Carlos Amorín

© Rel-UITA

6 de abril de 2006

 

 

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