Uruguay

Primer congreso de la UNATRA

La organización de los trabajadores rurales  toma forma

 

Con la celebración de su primer congreso, el fin de semana pasado,

la Unión Nacional de Asalariados, Trabajadores Rurales y Afines (UNATRA) dio pasos de gigante hacia la sindicalización de un sector en el que laboran 80.000 uruguayos. Se modifica así definitivamente una historia marcada por el fracaso de los intentos de unificación gremial en el medio rural.

 

El congreso, realizado el 30 de abril en la norteña ciudad de Salto, convocó a más de mil trabajadores de todo el país y se llamó Julia Arévalo-Raúl Sendic, en homenaje a dos históricos luchadores sociales fallecidos hace años.

 

Un poco de historia

En un país agrícola ganadero como Uruguay, con peones de estancia, zafreros y pequeños productores rurales esparcidos en la campaña, la izquierda política y el sindicalismo obrero se desarrollaron en torno a las industrias concentradas en las ciudades, fundamentalmente de Montevideo.

 

Sin embargo, a mediados del siglo pasado algunos luchadores sociales comenzaron un proceso por entonces utópico: integrarse al medio rural, convivir con los explotados y contribuir a su sindicalización. Entre ellos estaba Raúl Sendic, que se convirtiera años después en líder histórico del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros.

 

Mientras tanto, militantes de izquierda como la comunista Julia Arévalo accedían al Parlamento y desde allí defendían a los trabajadores rurales en sus primeros intentos de agremiación.

 

Fue tarea difícil para esos primeros parlamentarios como Arévalo hacerse oír, pero no menos ardua fue la epopeya de quienes decidieron ir a trabajar a los arrozales o a los cañaverales. Antes de convencer a sus compañeros de la necesidad de organizarse sindicalmente, estos luchadores debían ganarse su confianza, al tiempo que mantenerse alertas para eludir la persecución que lanzaban sobre ellos los dueños de la tierra y los caudillos locales en combinación con las fuerzas represivas y el poder político central.

 

Así, contra viento y marea, hacia fines de los cincuenta comenzaron a surgir organizaciones de los trabajadores de los tambos, de los arrozales, de la remolacha (SUDOR, 1957), de los destajistas de la planta de El Espinillar (URDE, 1959), al tiempo que en los montes del litoral norte se gestaba la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA, 1961), que llegaría a convertirse en pilar de la lucha por los derechos de los trabajadores rurales pese a la represión sufrida por sus militantes.

 

Con el retorno a la institucionalidad democrática en 1985, tras 12 años de dictadura cívico-militar, se constituyen el Sindicato de Obreros Rurales y Destajistas de San José (SORYDESA), el Sindicato Único de Obreros Rurales y Agroindustriales (SUDORA), el Sindicato de Obreros de la empresa Mi Granja (SIOMI), la Unión de Trabajadores Rurales e Industriales de Azucitrus (UTRIA) y la Organización Sindical de Obreros Rurales (OSDOR).

 

Pobres en recursos económicos y diseminados en la campaña, estos gremios pioneros por sí solos poco podían hacer ante las corporaciones de grandes empresarios. Hasta que muy recientemente, en diciembre de 2004, en la chacra de UTAA en la ciudad de Bella Unión, a 650 quilómetros de Montevideo, se plasma la unidad con la creación de UNATRA.

 

La nueva organización sindical surge, además, en un contexto político inédito: dos meses antes, en octubre, la izquierda había ganado por primera vez en la historia uruguaya las elecciones nacionales, llevando a la presidencia al socialista Tabaré Vázquez.

 

El Congreso

 

El primer congreso de la UNATRA fue precedido de una multitudinaria marcha de casi 3 quilómetros y celebrado en un marco de algarabía. No sólo por la unidad alcanzada sino por la instalación, a iniciativa del nuevo gobierno y por primera vez en el medio rural, de los Consejos de Salarios tripartitos (trabajadores, empresarios y Poder Ejecutivo).

 

En el encuentro participaron diez gremios de trabajadores rurales de todo el país y otros tantos en vías de constitución, y a él asistieron también delegados de la central sindical PIT-CNT, del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, de la Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación (UITA) y la presidenta de la Cámara de Diputados, Nora Castro.

 

Con posterioridad al informe central sobre la situación del sector, los participantes funcionaron en cuatro talleres: salud y seguridad laboral; política a seguir en los Consejos de Salarios; estatutos y reglamentos de funcionamiento; planes de acción inmediata.

 

Una de las conclusiones de los talleres fue que si bien el nuevo marco político ofrece condiciones más favorables para los sindicatos, éstos deben preservar su autonomía y apostar a su propia movilización y organización.

 

Walter Duarte, asesor jurídico de los gremios rurales, manifestó a UITA su satisfacción por el establecimiento por parte del gobierno de un ámbito de negociación superior, con los empresarios y el propio Ejecutivo, en el que los trabajadores podrán incidir en la elaboración de un proyecto productivo global. Algo similar, dijo, es posible en el ámbito de la seguridad social, donde los trabajadores podrían aspirar a obtener aumentos en las asignaciones familiares y en el monto del seguro de desempleo, así como acceder a más y mejores cursos de capacitación laboral. Duarte destacó igualmente la necesidad de reformar el sistema global de salud, contemplando los derechos de los trabajadores rurales.

 

En cuanto a la seguridad laboral, dijo el abogado, se deberá avanzar mucho, ya que en este país no existen, con excepción del Convenio 184 de las Naciones Unidas, ya aprobado por el Parlamento, normas específicas que protejan a los trabajadores rurales. El atraso al respecto es notorio no sólo respecto a los obreros industriales uruguayos sino a los rurales de buena parte de los países latinoamericanos. Duarte atribuyó esa carencia a “la mentalidad retrógrada” de las corporaciones de empresarios nacionales del sector. Y concluyó destacando la importancia de la incorporación a UNATRA de pequeños productores cuyas demandas no son atendidas por las gremiales agropecuarias tradicionales.

 

Por su parte, Juan Castillo, secretario general del PIT-CNT, dijo a UITA que este congreso corona la campaña en favor de la organización de los trabajadores rurales y de su incorporación a la central obrera única. “Las federaciones de gremios de la alimentación y la de los trabajadores rurales constituyen dos ejemplos vivos de que la autoconstrucción es una tarea permanente dentro de la clase obrera. El cambio en la correlación de fuerzas en el gobierno dio un fuerte impulso a estos emprendimientos, pero reafirmo la necesidad de la autoconstrucción organizativa de los propios trabajadores independientemente de los gobiernos”, subrayó Castillo.

 

Carlos Caillabet

© Rel-UITA

5 de mayo de 2005

 

 

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