México

Comité Ejecutivo Mundial de la UITA

Intervención del Secretario General del Sindicato de Trabajadores de la Industria Azucarera y Similares de México, Enrique Ramos

 

Señores delegados:

 

Hago uso de la palabra, porque es interés de los 35 mil trabajadores de la industria azucarera mexicana, dar a saber lo que está ocurriendo en nuestra industria, así como las repercusiones que ello puede tener en el futuro de la misma.

 

La industria azucarera es una actividad que requiere la oportuna participación de muchos sectores a la vez, lo que la hace muy exigente cuando se trata de lograr metas productivas, ya que el desfasa-miento de uno solo de esos sectores afecta esencialmente a todo el proceso.

 

Siendo una rama industrial tan compleja, me limitaré a hacer un resumen de lo que acontece en ella en relación a dos asuntos: el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, firmado por nuestro país con los Estados Unidos y Canadá, y la presencia del jarabe de maíz de alta fructosa en el mercado mexicano de edulcorantes.

 

México cuenta con una producción azucarera considerable. En los últimos siete años se ha ubicado alrededor de cinco millones de toneladas frente a un consumo interno actual de unos 4 millones 500 mil toneladas, lo que significa que dispone de medio millón de toneladas para la exportación. Cabe destacar, que en la zafra 1997-1998, se logró una zafra récord de casi 5 millones 200 mil toneladas.

 

Pero si bien eso sucede en términos de producción, en el terreno comercial nos hemos tenido que enfrentar a las dos dificultades que mencioné hace un momento.

A principios de 1994 entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte el cual, en el aspecto azucarero indicaba que los Estados Unidos recibiría importaciones anuales de 25 mil toneladas de azúcar, y que después de seis años de Tratado, es decir en 2000, aquel país importaría de México 250 mil toneladas, siempre y cuando nuestro país fuera autosuficiente en ese renglón.

Para esto último no había dificultad, ya que desde la zafra 1994-1995 se produjeron excedentes superiores a 400 mil toneladas.

 

Al llegar el 2000, es decir, el año a partir del cual México podría exportar hacia Estados Unidos las 250 mil toneladas pactadas, salieron a la luz pública otras disposiciones agregadas a los términos originales del TLC, las llamadas “Cartas Paralelas”, las cuales aplican candados a nuestra exportación azucarera hacia aquel país, hasta un punto en que se hace prácticamente imposible que podamos venderles azúcar en el monto pactado.

 

De dichas Cartas Paralelas es de donde se derivan verdaderamente los problemas actuales de la industria, puesto que, si bien lo acordado inicialmente era recibir 25 mil toneladas de azúcar mexicana, las mencionadas Cartas señalaban que a cambio de ellas, nuestro país debía recibir cantidades ilimitadas del jarabe de maíz de alta fructosa producido en los Estados Unidos sin pagar aranceles prácticamente.

 

La reacción de los azucareros mexicanos fue promover que se fijaran, por parte del gobierno, elevadas cuotas arancelarias para desalentar su importación. En pocas palabras diré, que esas gestiones no prosperaron y fue tal el embate de la alta fructosa, que para el año de 1999 ya se importaban 250 mil toneladas y se habían instalado en México dos plantas procesadoras que producían 350 mil toneladas, utilizando para ello maíz transgénico subsidiado procedente de los Estados Unidos.

 

En total 600 mil toneladas anuales de alta fructosa se incorporaron al mercado nacional de edulcorantes, que debido a su bajo precio habían desplazado a igual cantidad de toneladas de azúcar.

Tal monto de alta fructosa significaba la producción de azúcar lograda por más de diez ingenios y el peligro de su cierre, como consecuencia de la comentada competencia desleal.

 

Ese fue el motivo por el que en diciembre de 2001 y luego de intensas discusiones en el Congreso Nacional, se acordó la aplicación de un impuesto especial que gravó los productos y bebidas que en su proceso utilizaran como edulcorante la alta fructosa, dando como resultado inmediato el desaliento a la importación y a la producción nacional de ese derivado de maíz transgénico.

 

En estos últimos días se han venido movilizando algunos sectores involucrados con la industria azucarera nacional, expresando sus deseos y su confianza de que en un breve plazo se dejará sin efecto el impuesto al que me he referido, lo cual nos llena de preocupación, ya que abrir nuevamente las puertas a la alta fructosa será condenar a una muerte segura a la industria azucarera.

 

Vale la pena aclarar que entre los sectores interesados en que se deje sin efecto dicho impuesto, se encuentran algunos industriales azucareros que tienen intereses en actividades productivas en las que se puede utilizar como edulcorante la alta fructosa. De esta manera no tienen empacho en sacrificar al sector azucarero en favor del edulcorante de maíz.

 

Otro efecto más de las Cartas antedichas es que, para hacer efectiva en los Estados Unidos la importación de las 250 mil toneladas de azúcar mexicana, se ponía como condición, que México lograra excedentes durante dos años consecutivos entre 1994 y el año 2000. Ya señalé que en ese sentido nuestro país no había tenido ningún problema. Pero resultó que en esas Cartas se especifica que el superávit azucarero de México no se trata simplemente de producir más que el consumo interno, sino que su producción debía ser mayor a la cantidad que resulte de sumar el consumo nacional de azúcar más la suma de las importaciones y de la producción nacional de alta fructosa.

 

Así las cosas, en la medida en que se produzca más fructosa en el país, o en que se aumenten sus importaciones, el superávit nacional de azúcar será un objetivo cada vez más difícil o imposible de lograr. Por ello nos preocupa que el gobierno o el Congreso Nacional, adopten una determinación inapropiada al eliminar el impuesto al que me he referido.

 

Señores Delegados: he expuesto de manera resumida los rasgos más preocupantes de la problemática azucarera mexicana y lo he hecho con un doble propósito: advertir a los representantes sindicales de otros países azucareros de los peligros que entraña para esa actividad la presencia del jarabe de maíz de alta fructosa, y solicitarles a todos y cada uno de ustedes, su más amplia solidaridad con nuestra causa, en defensa de nuestra industria y nuestro trabajo.

  

Ginebra, 29 de abril de 2004

 

 

 

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