España                                   

La madre que nos parió

 
 

 

Ignoro cómo y cuándo comenzó a utilizarse en América Latina

-menos Brasil lógicamente- el término madre patria como sinónimo de España. Pese a ser profusamente empleado, especialmente por políticos y poetas mediocres, se trata de una definición falsa, pues lo que se ha conformado en nuestras tierras es un crisol de razas

-término al que también se recurre insistentemente- en el cual, la española es una más. En común tenemos el idioma, aunque con giros y entonaciones diferentes según el país o incluso una región dentro de un mismo país, fenómeno que, por otra parte, podemos observar tanto en América como en España.

 

Aquello tan enternecedor de la madre patria se estropeó:

Allá, por la forma en que nos tratan nuestros hermanos de la Guardia Civil, apenas golpeamos a la puerta de nuestra madre.

Acá, porque desde hace años están llegando unos personajes mal llamados “inversores” que, como veremos a continuación, desembarcan desprovistos de todo espíritu fraternal,

 directamente a jodernos.

 

 

El caso de Toralla S.A.

 

Todavía no se acallaron las protestas porque aún no se ha llegado a una solución satisfactoria en el caso Calvo de El Salvador, cuando otra empresa española, Toralla S.A., también con sede en Galicia, pasa a ser noticia en Chile por sus acciones antisindicales claramente ilegales.

 

Una demanda por prácticas antisindicales fue interpuesta el pasado 8 de agosto por la Inspección Provincial del Trabajo contra la empresa Cultivos Toralla S.A. en el Juzgado Letrado de la ciudad de Castro (Chiloé) en el sur de Chile. Según el abogado de la Inspección, Jaime Calderón, la figura legal que utilizó para demandar a la empresa está relacionada con un derecho fundamental de los trabajadores como lo es la libertad sindical, resaltando que además existió hostigamiento por parte de los empresarios hacia los dirigentes sindicales. La demanda ampara a tres dirigentes sindicales y el inspector de trabajo actuante confía que con esta acción judicial, la empresa enmiende su error y les abone las horas impagas a esos trabajadores que desde hace cuatro meses vienen sufriendo descuentos en su sueldo por cumplir sus labores sindicales. La acción se originó en una denuncia presentada el pasado mayo por la Federación de Sindicatos de salmones y mitílidos de Chiloé, afiliada a la Confederación Nacional de Trabajadores de la Industria del Salmón y Mitílidos de Chile (CONATRASAL).

 

Resultan interesantes las declaraciones de Calderón sobre este caso. “Una de las maniobras más concretas -sostiene- se tradujo en que se le comenzaron a hacer descuentos al dirigente Nicolás Nilo por los permisos sindicales que le correspondían”. Agregando que, “con una serie de actos de hostigamiento se obligó a los trabajadores y a dirigentes sindicales a firmar pactos de horas extras de manera unilateral, amenazándolos con dos alternativas: el finiquito (despido) o las horas extras, y de hecho finiquitaron a algunos trabajadores por esta situación”. El funcionario también se refirió a otras denuncias que pesan sobre la empresa: manifestando que “no es la primera vez que incurre en actos como los que estamos denunciando en el tribunal. Tiene otra demanda iniciada en 2006 por prácticas antisindicales, no la misma empresa pues se trata de Toralla S.A., pero los dueños son los mismos de Cultivos Toralla”. Señaló además que en el Juzgado letrado de Castro existen por lo menos 10 causas debido a multas aplicadas por la Inspección. “Es una empresa que no tiene una conducta moral digamos, que sea ejemplificadora para otras empresas y en ese sentido no solamente constituye un atentado contra los derechos de los trabajadores, sino también en el contexto de la globalización es una empresa que está ejerciendo una competencia desleal con respecto a otras que sí cumplen con las leyes”.

 

Entre los antecedentes a que se refiere Calderón, se destacan dos. El 4 de febrero de 2006, inmediatamente después de constituido el sindicato, Toralla comenzó una serie de prácticas antisindicales, entre otras hacer extensivos los beneficios del contrato colectivo a un grupo de no sindicalizados sin efectuar el descuento del 75 por ciento que marca la ley. El segundo, según la declaración jurada de uno de los trabajadores afectados, es que una vez finalizada la negociación colectiva, Fernando Leiro, dueño de la empresa, citó a un determinado número de trabajadores ofreciéndoles que si renunciaban al sindicato obtendrían contratos de trabajo indefinidos y bonos de producción más altos. El descaro del Sr. Leiro es tal que, consultado sobre estas denuncias, dijo desconocerlas dado que recién había regresado de España.

 

Toralla S.A. y la comunidad

 

Pero no solamente la empresa española explota a sus trabajadores y trabajadoras, también perjudica seriamente a la comunidad donde se encuentra instalada. Recientemente, sin ningún permiso sanitario, Toralla instaló en la zona de Quitripullo en medio del bosque nativo, a un kilómetro del mar y a tres de su planta industrial, un basural de desperdicios acuícolas. Para ello abrió caminos y excavó gigantescas zanjas donde deposita los restos de los mejillones que procesa así como bandejas plásticas y recipientes usados. Tal comportamiento no impide que en su sitio Web la empresa asegure que “ha asumido las nuevas exigencias en materia de ecología y medio ambiente. Es por ello que el signo distintivo de calidad tiene como punto de partida el respeto y el cumplimiento de la legislación medioambiental”.

 

¿Qué es Cultivos Toralla S.A.?

 

El grupo familiar Leiro  explota el mejillón desde hace aproximadamente 50 años en sus instalaciones de Portonovo, localidad situada en la Ría de Pontevedra (Galicia, España) la empresa opera con el nombre comercial de Leiro e Hijos SL. En los años 90 la demanda superaba su capacidad de producción, de manera que cuando en una feria internacional oyeron hablar de que en Chile existía abundante materia prima se interesaron y terminaron por instalarse en ese país en el año 2000. Estos emprendimientos son Cultivos Toralla S.A. y Toralla S.A., que tienen sede en Chonchi (Chiloé), y se han constituido como líderes del sector.  

 

Cultivos Toralla gestiona más de 250 hectáreas de mar, donde cultiva los mitílidos, conocidos como “mejillones”, “mussels” o “choritos”. Actualmente, más del 80 por ciento de la oferta mundial de este molusco, estimada en algo más de 1,5 millones de toneladas, proviene de la acuicultura. En los años 60 del siglo pasado se agotaron los bancos naturales de mejillones en Chile y comenzaron a establecerse los centros de cultivo, especialmente en el sur del país. Tradicionalmente son cuatro los métodos de cultivo utilizados: balsas o bateas, sistema de bandeja (fondo), estacas y long-line (línea larga) que es el más utilizado, pudiendo ser las líneas simples, dobles e incluso triples. Cultivos Toralla tiene una capacidad de producción de 12 mil toneladas de mejillón al año.

 

Por su parte, Toralla S.A. cuenta en la localidad de Chonchi con una planta de procesamiento de 4.000 metros cuadrados, equipada con maquinaria moderna y con capacidad para elaborar entre 100 y 300 toneladas de mejillón bruto al día. Trabajan allí unas 350 personas, la mayoría de ellas mujeres y  el salario apenas supera el mínimo. Las condiciones de trabajo son duras, con mucho vapor y humedad en el ambiente y el suelo permanentemente mojado. Frecuentemente los trabajadores y las trabajadoras se quejan por el mal estado en que se encuentran su ropa y utensilios de trabajo.

 

Los productos que elabora Toralla son pulpa de mejillón, mejillón media concha y mejillón entero al vacío. En 2006 la empresa exportó por 13,3 millones de dólares, siendo los principales destinos Argentina, Australia, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra e Italia.

 

 

Rel-UITA enviará un mensaje a Sergio Leiro, gerente general de Toralla S.A., solicitándole una drástica modificación en su política de relaciones laborales.

 

En Montevideo, Enildo Iglesias

© Rel-UITA

13 de agosto de 2007

Enildo Iglesias

 

 

 

 

 

Fotos: Toralla.cl

 

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