Paraguay

Persecución sindical a obreros de tabacalera

 

Pese a que ya hace 15 años que cayó la dictadura, en Paraguay la libertad sindical no ha sido totalmente recuperada. En la mayoría de las grandes empresas nacionales y transnacionales aún resulta difícil para sus trabajadores organizarse. Un ejemplo de ello es la tabacalera Grupo Las Palmas, cuyos trabajadores se encuentran en permanente conflicto con la patronal desde hace casi un año

 

 Perteneciente  al  ex candidato presidencial  por  el  Encuentro  Nacional  Guillermo  Caballero

 Vargas, esta empresa cuenta con unos cien obreros que se dedican a procesar, armar y empaquetar el tabaco luego de la zafra anual, para posteriormente, ya convertido en cigarrillos, exportarlo a otros países.

 

Clotilde Adorno, secretaria general del sindicato de esta fábrica, denunció que el conflicto con la patronal se inició luego de asumir como jefe de personal Juan Milciades Marín, un protegido de Caballero Vargas. Adorno recordó que Caballero siempre se empeñó en mostrar públicamente una imagen de empresario justo y respetuoso de los derechos laborales de sus empleados.

Clotilde Adorno

 

La dirigente sindical aseguró igualmente que Marín está empeñado en acabar con el gremio, pues se ha dedicado a perseguir, hostigar y hasta a chantajear a los obreros para que desistan de seguir formando parte del sindicato, y a violar el contrato colectivo de trabajo.

 

La gota que rebasó el vaso fue la arbitraria decisión, el año pasado, del jefe de personal de designar a los obreros con menor antigüedad para la realización de la tarea de procesamiento del tabaco, una labor que según el convenio colectivo debe ser asignada a los trabajadores con más trayectoria en la empresa.

 

La directiva sindical presentó reiteradas quejas al respecto a Caballero Vargas, sin obtener respuesta alguna a sus reclamos. Luego que los trabajadores afectados elevaron la denuncia al Ministerio de Justicia y Trabajo, Marín, como represalia, decidió despedir a los cuatro miembros de la directiva sindical, a pesar de que contaban con inmunidad.

 

Tras movilizaciones gremiales, la dirección del Grupo Las Palmas debió reincorporar a los cuatro sindicalistas.

 

A partir de ese mal trago para la empresa, Marín inició una campaña para obligar a los trabajadores a desafiliarse del sindicato, mediante coacciones y la promesa de dinero en préstamo o como anticipo de salario a los que decidieran alejarse de la organización gremial. Quien no se plegaba a la “sugerencia” era amenazado con el despido. Paralelamente, dispuso que todo aspirante a ocupar un puesto de trabajo en el Grupo Las Palmas debiera comprometerse a no afiliarse al sindicato.

 

Actualmente, los obreros y la patronal iniciaron la renegociación del contrato colectivo de trabajo.

 

De todas maneras, hay que hacer notar que los trabajadores de esta tabacalera, al igual que la mayoría de los asalariados paraguayos, deben bregar contra la desidia de un aparato estatal que facilita a los empresarios actuar con total impunidad y perseguir, acosar y disolver, si fuere necesario, todo intento de organización sindical.

 

Rosalía Ciciolli
© Rel-UITA

7 de mayo de 2004

 

 

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