El Ministro Lavagna, a quien respetamos y reconocemos profesionalidad y exitosa gestión, en declaraciones sobre salarios, ha cometido un error que restringe el derecho de los sindicatos a negociar colectivamente sus remuneraciones.

El Ministro, conocía la mínima incidencia de los nuevos salarios convencionales en el valor final del producto industrial y sabía que podían absorberse sin nuevos aumentos de precios, dado los ya registrados en la industria, con promedios entre 130% / 170% y con picos, como en el caso de la chapa, de hasta un 400%. El Ministro sabía que hoy los salarios no son responsables de la inflación.

Sin embargo, el señor Ministro, inexplicablemente, quiso condicionar la negociación salarial por sector, a la sola productividad empresaria. Fue una equivocación grave, ya que sabía que estábamos negociando la recuperación general del poder adquisitivo de los salarios mínimos profesionales, no a nivel de cada empresa, sino, a nivel de la actividad.

El señor ministro sabía que la negociación por productividad, como referente único, ha sido aplicada sólo en algunas pocas empresas y en condiciones imperativas particulares.

La experiencia desaconseja, -por compleja e injusta -, la negociación nacional de salarios profesionales mínimos, por productividad, a nivel sectorial con las Cámaras Empresarias, tal como lo hacemos, tradicionalmente, la enorme mayoría de sindicatos nacionales. Mas desaconsejable aun, cuando todavía se nos adeuda la recuperación integral de la pérdida de valores reales de los últimos años e incluso, los valores derivados del aumento de la productividad global, registrada en los últimos diez años.

El señor Ministro, al pretender restringir imperativamente las negociaciones colectivas, se excede en sus competencias.

Además, su intervención desequilibra la ya desigual relación de fuerzas existente, condicionando la negociación de manera conflictiva, actitud ésta violatoria de normas legales nacionales y convenios de OIT.

El señor Ministro, involuntariamente, ha fortalecido las maniobras de sectores proclives a dilatar las negociaciones de industria que estamos desarrollando, con el perjuicio obvio para nuestros representados.

El señor Ministro con su intervención agudiza conflictos sectoriales latentes. En este sentido, advertimos que los trabajadores organizados no estamos dispuestos a ser variables de ajustes de las maniobras empresarias ni de rivalidades del poder.

El señor Ministro debe posibilitar que las negociaciones de centralidad media prosigan su desarrollo, sin condicionamientos. Debe facilitar, además, que en el ámbito del Consejo del SMVM se alcance una justa, racional y equilibrada actualización del ingreso mínimo nacional.

Esperamos, pues, que el señor Ministro, rectifique el error y advierta que el matiz de su intervención, no ayuda ni al Gobierno ni a la Democracia.

Buenos Aires, 30 de Marzo de 2005