Los países pobres,

en la trampa agrícola


La FAO alerta de cómo los países desarrollados y las multinacionales controlan la agricultura mundial

 

Acorralados por las subvenciones a la agricultura en los países ricos y por los precios dictados por las transnacionales que controlan la distribución de determinados productos, millones de agricultores de países en desarrollo sufren graves penurias para tirar adelante, y las economías de sus países viven al albur de la deriva de precios de un solo producto: café, cacao, azúcar, algodón o cereales, entre otros. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con sede en Roma, dio al respecto una voz de alarma, al presentar el informe 2004 sobre El estado de los mercados de productos básicos agrícolas, el primero de una serie que, con carácter bienal, irá explorando cómo evoluciona un sector que procura el sustento a millones de personas.

"La prolongada tendencia a la baja de los precios de los productos básicos agrícolas pone en peligro la seguridad alimentaria de cientos de millones de personas de algunos de los países en desarrollo más pobres del mundo, cuyos ingresos a menudo proceden exclusivamente de la venta de estos productos", dice el informe de la FAO. "¿Por qué están bajando los precios? Por un incremento de la productividad", aclaró David Hallam, editor del texto, quien dibujó un escenario de modestos países agrícolas que, atrapados entre el aumento de producción y las exportaciones controladas por multinacionales o países ricos, están cosechando menos ganancias que cuando producían menos.

Según datos del bienio 1997-99, hay 43 países en desarrollo -la mayoría en el África subsahariana, Latinoamérica y el Caribe- que obtienen más del 20% de sus ingresos totales gracias a la exportación de un solo cultivo: es el caso de Cuba y Belice con el azúcar, Burundi y Etiopía con el café, Burkina Faso y Chad con el algodón, o Ecuador y la República Dominicana con la banana.

La caída de precios machaca sus economías, sobre todo porque, como alerta el informe de la FAO, sus problemas se agravan "por las distorsiones del mercado resultantes de los aranceles y subvenciones en los países desarrollados, los aranceles en los países en desarrollo y el poder de mercado de algunas cadenas de suministro de productos básicos integradas por las grandes compañías transnacionales".

El caso del café resulta muy ilustrativo, según datos de UK Food Group citados en el informe de la FAO: 25 millones de agricultores y otros trabajadores se desloman en los cafetales de los países que cultivan la planta, pero sólo cuatro multinacionales (Neumann, Volcafe, Ecom y Dreyfus) controlan el 39% del comercio mundial.

Tres compañías (Philip Morris, Nestlé y Sara Lee) se ocupan de la torrefacción del 45% del café del mercado mundial, compuesto por unos 500 millones de consumidores. Algo parecido ocurre con el chocolate, sector en el que seis fabricantes controlan el 50% de las ventas mundiales, la soja y los cereales. La tendencia alcanza incluso la venta al por menor en grandes hipermercados, con diez cadenas de supermercados que controlan casi un tercio de las ventas de comestibles en todo el mundo.

Estados Unidos y la Unión Europea acaparan las exportaciones, con distintos porcentajes, de cereales, cultivos oleaginosos, carne, leche, cítricos y azúcar, y suelen vender a precios inferiores a los que fijaría un mercado no distorsionado por aranceles y subvenciones a las agriculturas nacionales. La FAO estima que en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el arancel medio de los productos agrícolas es del 60%, mientras que en los productos industriales la media es el 5%.

También los países en desarrollo aplican aranceles, y luego están las subvenciones a la agricultura en los países desarrollados, que protegen la paz social del campo con ayudas de más de 200.000 millones de dólares (casi 155.000 millones de euros) al año. "Hay que decirles a los países en desarrollo que diversifiquen su agricultura y que elaboren productos diferenciados -dijo ayer David Hallam, responsable del informe-, pero también hay que reformar las políticas que regulan el comercio agrícola internacional, y modificar las estructuras del mercado."

Por ello, la FAO recomienda que las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC) se encaminen hacia la reducción de los aranceles y de las subvenciones a las exportaciones en los países en desarrollo, e invita a los países menos desarrollados a reducir también sus aranceles "para alentar el comercio entre ellos mismos, y permitir que sus consumidores se beneficien de la caída de los precios

comercio entre ellos mismos, y permitir que sus consumidores se beneficien de la caída de los precios mundiales".

 

María Paz López

La Vanguardia

24 de febrero de 2005

 

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