Por cada euro que 
	la Comunidad de Madrid invierte en un inmigrante, éste aporta doce. La 
	inmigración genera riqueza, ayuda a mantener el Estado de Bienestar y está 
	rejuveneciendo a la sociedad española. Reconozcamos ya su importante papel.
	 
	
	Comienzan a aparecer noticias positivas sobre inmigración en 
	los periódicos españoles. Muchos de los diarios nacionales se han referido a 
	un interesante informe elaborado por nueve profesores de la Universidad 
	Autónoma de Madrid. En él se destaca que de cada euro que la Comunidad de 
	Madrid invierte en un inmigrante, éste aporta doce. La región necesitará 
	800.000 trabajadores extranjeros durante los próximos diez años para 
	mantener el nivel de desarrollo.  
	
	 
	
	En Madrid hay 950.000 extranjeros empadronados. Personas que 
	ocupan puestos de trabajo que los españoles apenas solicitan como la 
	construcción, la limpieza y la asistencia a las personas mayores. En 2005 
	generaron una riqueza cercana al 10% del PIB de la región, 14.300 millones 
	de euros. La Comunidad de Madrid sólo tuvo que invertir 1.300 millones para 
	atender problemas de inmigración.
	
	 
	
	La inmigración no sólo genera riqueza, sino que contribuye de 
	manera formidable a mantener el Estado de Bienestar. El 36% de los nuevos 
	afiliados a la Seguridad Social fueron trabajadores extranjeros. Esto supone 
	una fuerte inyección de activos para el sistema sanitario y para el sistema 
	de pensiones, lo que ha de repercutir, si se administran bien los nuevos 
	recursos, en el desarrollo de la economía y del bienestar en España.
	
	 
	
	Estos inmigrantes no están ayudando sólo al desarrollo de la 
	Comunidad de Madrid, sino que están contribuyendo al desarrollo de sus 
	países de origen mediante el envío de remesas. En el último año enviaron a 
	sus familias 1.600 millones de euros en concepto de remesas.  Esa fuente de 
	ingresos está permitiendo el desarrollo de sus comunidades. Son sus propias 
	familias quienes gestionan ese dinero, crean sus propios negocios y mejoran 
	sus condiciones de vida.
	
	 
	
	La inmigración, también, está colaborando a rejuvenecer la 
	población española. Sólo el 2% de los inmigrantes tienen más de 65 años. 
	Hace seis años, la tasa de fecundidad española era la más baja de toda su 
	historia; 1,07 hijos por mujer. Desde entonces, la natalidad en España ha 
	crecido gracias al determinante papel de la inmigración y se ha situado en 
	1,32 hijos por mujer. Las mujeres extranjeras dan a luz a uno de cada siete 
	niños que nacen en España. 
	
	 
	
	Cientos de colegios públicos de la capital continúan abiertos 
	gracias a que hay niños inmigrantes estudiando en ellos. En algunas 
	escuelas, los alumnos extranjeros ocupan alrededor de la mitad de las 
	plazas. Niños de seis a catorce años, nacidos en decenas de países 
	diferentes, que participan en actividades interculturales periódicas que se 
	realizan en los centros educativos y en las que dan a conocer las costumbres 
	y modos de vivir de sus países de origen. Este enriquecimiento cultural 
	entre los más pequeños ayudará a crear una sociedad más abierta y tolerante 
	en el futuro. 
	
	 
	
	Es importante que los medios de comunicación fomenten la 
	interculturalidad y no la multiculturalidad, que lleva a la formación de 
	guetos y a la discriminación social. Desde las redacciones de los diarios, 
	televisiones y radios se puede ayudar, con informaciones positivas como 
	ésta, a mejorar la convivencia entre los españoles y los extranjeros. Hasta 
	no hace mucho, las noticias relacionadas con inmigración tenían que ver con 
	crímenes, delitos, pobreza y personas que perdían su vida en una patera 
	camino de España.  
	
	 
	
	Es fundamental que la Comunidad de Madrid y el resto del 
	Estado español garanticen los derechos y la igualdad en condiciones de vida 
	y oportunidades a aquellas familias de inmigrantes que colaboran con su 
	trabajo al desarrollo de España y de sus países de origen. Es necesario 
	regular la inmigración, porque en estos momentos es el principal motor del 
	desarrollo humano sostenible y los inmigrantes las pequeñas piezas que lo 
	hacen funcionar. Se necesita una política de integración y regularización 
	que adecue los flujos migratorios a la oferta y la demanda del mercado 
	laboral. Son personas que dejaron atrás el lugar donde crecieron y a sus 
	familias con la esperanza de un futuro mejor para ellos y los suyos, pero 
	con el permanente deseo de ver prosperar sus países de origen y regresar a 
	ellos. 
	
	 
	
	La inmigración nos enriquece a todos desde muchos puntos de 
	vista. Es hora de reconocer el importante papel que tiene y promover la 
	interculturalidad. Si no se pierde la cohesión social, la inmigración 
	contribuirá al desarrollo global
	 
	
	Alberto Sierra
	
	Adital
	
	9 de mayo de 2006