¿Qué le dice una
semilla de soja a un grano de maíz?: antes comestibles que combustibles. ¿Qué le
dice la caña de azúcar a la palma africana?: antes comestibles que combustibles.
¿Qué le dice un campesino ugandés, mexicano o de Indonesia a un automovilista
europeo?: antes comestibles que combustibles.
Esperemos, entre todos, hacer de este acertado juego de
palabras de mi amiga Irene Iborra, un nuevo grito de rebelión, como los
viejos gritos reivindicativos campesinos. En 1876 se fundó en San Petersburgo un
movimiento popular que, con el lema Zemlya i Volya (Tierra y Libertad),
reclamaba derechos para los campesinos desposeídos en el imperio ruso. A
principios de 1900 el grito a favor de la reforma agraria en México,
diseminado por Emiliano Zapata sobre su caballo alazán, fue “la tierra
para quien la trabaja”, y unos años más tarde, Luis Muñoz Marín en
Puerto Rico, reclamaba también una justa distribución de tierras bajo el
lema de “Pan, Tierra y Libertad”.
Aún cuando la reforma agraria sigue siendo una medida
pendiente en muchos países del Planeta (y por lo tanto se hace muy difícil la
lucha contra la pobreza y la vida digna en el medio rural), ahora, la promoción
de los agrocombustibles está generando sobre las tierras una nueva oleada de
intereses económicos, que de nuevo, privan a los pequeños campesinos y
campesinas de tierra, pan y libertad.
La presión llega ya a los países africanos, que (siguiendo
con malabares de palabras) tras la conquista multinacional que sufrieron de las
diferentes potencias europeas, se encuentran ahora asediados con una
neocolonización de las multinacionales. Con jugosas cantidades económicas en los
bolsillos las multinacionales están invirtiendo en tierras africanas para
ponerlas a producir azúcar, maíz o soja, que en plantas allí instaladas se
convertirán en bioetanol o biodiesel para la exportación. Si en algún territorio
es más claro por donde deben de conducirse las inversiones en la agricultura es
el continente africano. Tan afectado como está de falta de tierra, pan y
libertad, se debe promocionar una agricultura de sustento, orientada al mercado
local y que genere un tejido rural vivo.
Es decir, antes comestibles que combustibles.
Gustavo Duch Guillot*
1 de noviembre de 2007
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